Live Review

Como asesinar a Felipes en Sala Master: Encarnación de lo cíclico

Escrito por Felipe León
Fotos por José Pedro Downey

En esencia siguen siendo los mismos, a pesar de ciertas fugas importantes de integrantes en momentos claves de su carrera. Sin embargo, cada nueva versión de Como asesinar a Felipes se encarga en encarnar diferentes formas de sí, siendo cada paso discográfico vital para su legado y para la futura impronta que vendría con su sucesor. No por nada fueron un proyecto vanguardista para la época en nuestro país, gracias a su particular visión de un jazz rap que vibra fuerte con lo experimental, tal como lo sellaron con su debut homónimo 15 años atrás; tal como lo recrearon al aire ayer 1 de marzo.

Como asesinar a Felipes: GÉNESIS

Viajar en el tiempo es imposible pero se puede alterar la realidad para quedar acorde a ciertos tiempos, recreando una nueva narrativa musical de una historia pasada -pero vigente- que le hiciera honor a la fidelidad de tal representación temprana como banda. En ese sentido, la elección de que CAF conmemorara su génesis en la Sala Master fue totalmente acertada debido a lo bien que atrapa el sonido dicho lugar, ideal para plasmar detalles sin que estos se pierdan.

Otra de las distinciones vino por parte del ex miembro de la banda Marcos Meza, ocupando una vez más el lugar de las teclas, en específico un piano rhodes y uno de cola. Más bien el de Subcomandante Marcos, que como en tiempos pasados junto a la banda aventuraron la escucha por terrenos inquietantes y reveladores, cómplices de una trama histórica a estas alturas dentro de lo que es el mundo de la música en Chile. Una escuela en sí misma.

Por lo mismo, aquella primera encarnación debía ser coherente. No volver al pasado, sino más bien una reinterpretación de un capítulo importante de este, el que lo inició todo. Así, el regreso del álbum ‘Como asesinar a Felipes’ se tradujo en una sofisticada y salvaje clase de estética noir sobre forjar la música como experiencia, culminando una encarnación cíclica de sus inicios que los ve mucho más maduros, pero igual de alborotadores.

El soplo de CAF

En poco más de 1 hora y media, Como asesinar a Felipes se encargó de plasmar una atmósfera oscura y desafiante, a la vez punzante en sus inquietudes instrumentales, e incesante en el vaivén vocal que ofrece Koala Contreras. Bajo esta lógica, se sucedieron distintos momentos sonoros que fueron sobre todo atentamente escuchados y disfrutados por la audiencia, generando a ratos silencios contemplativos que simulaban detener el tiempo, o más bien acoplarlo al soplo de CAF.

Desde el inicio hasta el final, como faros en la penumbra de la inmensidad irrumpían los cantos y sonidos de la banda, con ese distintivo acento abierto a dar testimonios y reflexiones sobre el poder, la existencia, la decepción, el dolor y la comunión. Siempre abstracto pero claro, su compromiso con el mensaje evocado desde lo lírico no solo se mueve en el fondo sino que también lo hace en la forma, siendo en esta ocasión tan certeros en su representación hostil del frío como de un calor apacible en lo inquietante.

Dramatismo desde las bases de Como asesinar a Felipes, urgente desde el principio con «Nada más, nada menos» y «Formo parte de un engaño», pasando por momentos de épica pura y sincero dinamismo con «En Busca de un Nuevo Sueño» y «Para el Recuerdo de los Nuestros», dos piezas muy queridas de su catálogo. Así mismo, «Ya Perdimos la Paciencia» y «En el jardín» dieron cuenta del vértigo con el que se mueven dentro de su comunión en el jazz y el hip hop.

Momentos para la posterioridad con Como asesinar a Felipes

Sin duda otro instante estelar vino de la mano con un solo de piano que desplegó Marcos Meza, que absorbió la atención desde una abierta sensibilidad que lejos de permanecer en un mismo lugar viajó en distintas direcciones, siendo un momento que de seguro perdurará en la memoria de varios asistentes.

En medio de samplers y sismos colectivos, Como asesinar a Felipes consagró una vez más el valor de aquel debut, con piezas como «Alerta roja», «Lengua en la llaga«, entre muchas otras. E incluso hubo espacio para «La puerta no se abre sola«, sellando un final para remecer la memoria y crear un recuerdo para la posterioridad.

Murmullos, quieren convencerme de un paisaje desolador
No tengo fecha clara de cuando el ser humano se convierte en depredador
Algunos con el progreso se convierten en domador, ganador, perdedor
El drama de la competencia, la cuna de la traición

Más fotos a continuación:

 

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