Hay discos que no solo resaltan por su enorme calidad musical, si no que también lo hacen por la manera en que fueron concebidos y como terminan sonando. Viajando al pasado, 10 años atrás, nos hayamos ante un montón de buenos ejemplos que si bien en su época, parecían dar solo unos cuantos típicos pasos de adolescente, hoy son considerados completos y bastante entrañables. Un buen ejemplo es el Antidotes de Foals, banda que a pesar de debutar recién con un larga duración, lograron conmocionar en cierto ámbito al Indie, el Rock Alternativo y a un montón de gente lejana a estos géneros que vieron en estos cinco chicos unos verdaderos revolucionarios del sonido. No inventaron la rueda pero si que la hicieron girar de otra manera. Con tan solo oír el sonido ampliado, que ellos mismos describieron como si hubiesen grabado en el gran cañón, nos damos cuenta del ingenio para contrarrestar esa típica parte instrumental grabada sin mayor riesgo. Acá retumban las cajas, las guitarras melódicas y juguetonas rebotan en el bombo y bajo mientras que la voz no hace más que cantarnos enérgicamente sobre diversos quiebres amorosos y personales.
Si bien Foals tuvo que aguardar unos años, y unos cuantos discos más para lograr ser lo que son actualmente, con este Antidotes se despacharon uno de los mejores debut de la década, que clamaba por la nueva sangre, el sudor, la búsqueda yrebuscarselas para lograr sonar como algo único. Las canciones son composiciones pomposas en donde cada miembro juega a ser dios a su manera, chocando a veces pero la mayor parte del tiempo soñando con odas grandilocuentes como Olympic Airways, las jugadas Cassius y Ballons y por supuesto, la tremenda The French Open, una de las mejores oberturas que he escuchado.
Felipe León