Skalari
Live Review

Juantxo Skalari & La Rude Band en Puerto Montt: Si el punk está muerto, muerto suena mejor

Escrito por Felipe Oyarzún
Fotos por Francisca Hamati

 

La humedad de la lluvia y el sudor se mezclaban entre los gritos, el baile y la euforia de presenciar por primera vez en el sur de Chile a Juantxo Skalari & La Rude Band. Fanáticos de Temuco, Osorno e incluso Bariloche llegaron a la ciudad, donde los jóvenes, desde los años 90, encontraron en el Punk y el Ska un sonido con el que identificarse (aunque lentamente eclipsado primero por el rap y, posteriormente por el trap), dejando de lado las rancheras o canciones chilotas de sus abuelos y el pop radial de sus padres. Llegaron a Puerto Montt, que, en la compleja maquinaria de la causalidad, comparte una historia y un clima similar con el norte de España, Euskal Herria, de donde viajó la banda de Ska.

RADIOGRAFÍA DE LA ESCENA PUNK EN PUERTO MONTT

Eran las 22:00 horas, y la fila daba la vuelta a una cuadra; un viejo ñipa tumbado afuera del local, con las manos moradas y encalladas, – que dejaba en el pavimento manchas de vino o sangre-, daba la bienvenida a los asistentes, junto con los gorilas de turno que no dejaban pasar botellas de plástico. A pesar de la lluvia, entumecerse era un sacrificio que los asistentes estaban dispuestos a hacer para ver por primera vez en la ciudad al líder de la banda que los había acompañado durante tantos años, Skalariak y The Kluba.

Las caras, más bien marcadas por el paso del tiempo, compartían la sonrisa inquieta del entusiasmo que los había hecho olvidar que hace dos días habían cambiado la hora y la locación del concierto, y que no se haría en el Living Club en Pelluco. Otros, punkis que se habían aburguesado, descargaban la ira de la impotencia de su dinero gritando y alegando al staff de la producción: “¿Pagué más de 20.000 lucas para ver el concierto desde el baño?”. El cambio de locación a un espacio mucho más pequeño, aunque uno de los más prestigiosos de Puerto Montt como lo es el Barra Bass, les había hecho olvidar que una tocata punki exige ciertos códigos de conducta, como la desorganización y la impuntualidad.

A las 22:35 horas, ya se habían reunido toda la fauna de veteranos y jóvenes punks de Puerto Montt. Esa raza maldita que, a pesar de haber ingresado al mercado laboral, aún conserva como un tesoro antiguo  los vestigios (tatuajes antifascistas, chaquetas de cuero con púas, chokers, etc.) de una época en la que no resultaba hipócrita entonar cánticos antisistema y de rebeldía, eran quienes abarrotaban el local. La segunda especie más abundante estaba compuesta por los punks de la vieja escuela, quienes uno pensaría que habían desaparecido tras la destrucción, en 2018, del Vagón Cultural de la costanera, que durante más de 20 años albergó a la contracultura de la capital de la Región de Los Lagos. Aunque ya no se dedicaban a machetear para comprar Baltika o una cajetilla de Fox, aún ostentaban la soberbia de quienes contribuyeron a consolidar una escena única, floreciente e irrepetible, como lo fue a finales de los 2000 y principios de los 2010 en la escena underground puertomontina, una época que se cristalizó con la creación de una de las bandas más importantes y queridas de la ciudad, como es el caso de La Citrola Deskapotable. El resto de los asistentes, en menor medida, estaba conformado por jóvenes entusiastas y los parroquianos habituales del Barra Bass, los pelados metaleros. Toda esta variopinta fauna convergía en las pifias: querían que el show comenzara pronto, anhelaban PUNK Y SKA.

FIN A 27 AÑOS DE ESPERA

La Rude Band aparece a las 22:40 horas para aplacar la furia y el deseo de bailar, saltar y empujar del público. Juantxo Skalari llega entre los gritos eufóricos de una audiencia ya desatada que, a pesar del espacio reducido, emana la energía de un estadio entero: anunciando a la banda que esto es Puerto Montt, y que aquí se escucha y se vive el PUNK/SKA. Como un intento por calmar el exceso de entusiasmo de la audiencia, la banda realiza una maniobra atrevida al recordarles a todos que no están en decadencia ni son una banda retirada. Por lo tanto, no empiezan con los clásicos de Skalariak como «Despídeme», «Solo Vivir» o «Skalari Rude Klub» para conectar inmediatamente con el público, sino que comienzan con las canciones de la Rude Band y de su último disco “Radical Park – Episodio 1”. La respuesta siempre entusiasta del público ante las nuevas canciones, su ánimo y su impaciencia por iniciar el mosh y no dejar de corear ni saltar, dejaron en claro que, tras la muerte del punk, este género sigue sonando «DE PUTA MADRE», como lo señaló Uri Escolano, trompetista de la banda.

Después de tres canciones de La Rude Band, decidieron interpretar las primeras canciones de Skalariak (una banda que se encuentra en receso desde 2008) en el concierto. «Oligarquía» y «Estoy de revuelta» obtuvieron una respuesta inmediata de todo el público, que revivió la fuerza de los tiempos combativos a través de sus gritos.

Uno de los momentos más álgidos ocurrió alrededor de las 12:15 horas durante la triada de canciones «Skalari Rude Klub», «Jaia» y «Despídeme». La respuesta del público fue implacable, este al no dejar de moverse, empujar, saltar e intentar acercarse al escenario, simulaba una marea humana. Los asistentes no dejaron de corear ni siquiera durante las partes instrumentales. El coro del público se fundió con la melodía de los vientos, y los camarógrafos tuvieron que abrirse paso entre codazos para capturar sus fotografías, aspirando a estar delante de la banda sin que sus instrumentos de trabajo resultaran dañados en el intento. La energía era palpable, y la atmósfera vibraba con la pasión de los seguidores entregados a la música.

EL LEGADO DE JUANTXO SKALARI

Además, Juantxo se lanzó hacia el público, y este lo sostuvo en sus brazos mientras continuaba cantando. La conexión entre la banda y sus seguidores era evidente en cada momento del concierto, creando una experiencia inolvidable para todos los presentes. Lucas, bajista de la banda puertomontina de Ska Don Luca, atribuyó esta conexión al gusto existente de esta ciudad que se encuentra en los extremos de la música tropical y el metal; y Skalariak se encuentra en medio de ambos.

Para terminar un concierto emblemático, la banda finalizó con dos temas que actualmente son himnos. «Solo vivir» hizo vibrar todo el edificio del Barra Bass ante las frases «Antes muerto que vivir en pena / Solo vivir feliz voy a ponerme a flipar, ¡sin ti!» y con el tema «Rudi not dead», un homenaje a todos los asistentes de este concierto que demostraron que todavía en Puerto Montt se hacen conciertos en donde la fiereza no está desligada del disfrute y la alegría.

El concierto fue un regalo para todos sus seguidores. Con un total de 25 canciones y casi 3 horas de duración, la banda brindó a los entusiastas del ska y el punk sureños 27 años de ausencia en estas tierras. Esta banda, de la cual tanto cariño y respeto se tiene, según nos comentó César Paredes, vocalista de La Citrola Deskapotable, ha ejercido una influencia total en nuestro territorio desde finales de los 90.

La jornada finalizó con el concierto de la querida banda local La Citrola Deskapotable, con un escenario totalmente lleno y un show de 14 canciones que incluyó el repertorio clásico de esta banda, muy querida por la escena puertomontina.


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