Paul Masvidal en Chile: En búsqueda de la conexión y lo fundamental

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Francisco Aguilar

Lo acontecido ayer en la Sala RBX viene a cumplir un esbozo de lo que es la necesidad humana por conectar. En un mundo alienado ante la máquina de la sociedad moderna, el extractivismo, el avance de la tecnología, y tantos otros fenómenos de esta era, es del todo normal que aparezcan personajes como Paul Masvidal, quienes llevan haciendo un esfuerzo por levantar esa búsqueda personal, transmitirla en su arte para así mostrársela a sus seguidores.

En ese sentido, el otrora integrante de Cynic –quien ha tenido también la oportunidad de compartir con Chuck Schuldiner en la era del ‘Human’ de Death–, desde el mismo preámbulo estaba mostrando cercanía real con sus seguidores. En ese momento en que Hidalgo –como dúo– se hicieron cargo del acto de apertura trayendo tracks como «Garuda» y «Lancuyen», ambientando el recinto de aires más esenciales y atrapantes; desde ese instante era posible ver a Masvidal vendiendo su propio merchandising, y, por ende, compartiendo con fanáticos que aprovecharon la oportunidad de dirigirle unas palabras.

Y es que todo iba en pos de lograr ese fin. En general, sabido es de las andanzas del músico por una búsqueda más humana y sosegada en su música, especialmente como solista, usando la tecnología para lograr efectos a nivel cerebral con sonidos binaurales en sus últimas producciones, por decir un ejemplo. De esta forma, una enigmática pero minimalista disposición del escenario, con unas cuantas luces led situadas en forma de medialuna, y unos tres inciensos prendidos, la llegada de Paul fue de lo más cotidiana.

El puertorriqueño-estadounidense no perseguía la parafernalia. Era curioso, porque la propia escenografía era poco acostumbrada –incluso el detalle del antifaz con forma de un murciélago antropomorfo–. Se trataba de alguien que buscaba un nivel de concentración fundamental, para poder llevar canciones como «The Spaces» –de su repertorio solista– y «Emmanuel» –de su proyecto Æon Spoke–. Si bien los fanáticos reaccionaban de forma más visible con las canciones de Cynic, siendo la primera que sonó «Evolutionary Sleeper», la verdad es que la audiencia estaba entrando al estado meditativo que proponía Masvidal.

Y es que el guitarrista no emana nada más que paz. El mismo lo dijo, que la búsqueda humana finalmente se resumía en encontrar el amor y la conexión, elementos esenciales para poder vivir de forma íntegra y plena. Puede que se nos olvide de cuando en cuando –más que mal, el día a día está construido para que eso se nos pase de vista–, pero cuando nos encontramos de frente a canciones como «Face the Wind» o «Ghost Letter», difícilmente podríamos estar divagando en esos enturbiados pensamientos. Era un momento para respirar, y los propios arreglos semiacústicos que hizo Masvidal de sus distintas composiciones, de cierta forma, permitían ello.

Daban ganas de entregarse a una suerte de éter con temas como «The Space For This» –también de Cynic–, o bien que canciones como «Grace» emanen esos niveles de calma que se hacían necesarios para poder apreciar un show como este. Íntimo, casi confesional y sumamente cercano. Una persona de carne y hueso como el resto de nosotros, quien compartía todo tipo de experiencias y anécdotas, como que su abuela es chilena, que quiere hablar el español de mejor forma, que escribió canciones con tan sólo 4 acordes –o que algunas otras podrían ser perfectamente canciones de Cynic–, y mucho de su cosmovisión de mundo.

Así, con «Sand and Foam» y el velo ambient de texturas de sonido dieron el cierre a un show precioso, de los que escasean. Hay que cuidar a aquellos que se esmeran en perseguir estas búsquedas, a todo costo, y, con suerte, hacer caso a sus mensajes. El vínculo, la paciencia, la autocompasión, etc., todos elementos de un mejor porvenir del que tuvimos un vistazo entrañable la noche del 10 de marzo en un club de Santiago.

Y ese momento lo vivimos solo nosotros, y Paul.