Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Francisco Aguilar
Hay pocos ejemplos de reseñas con tantos espacios comunes como lo son las de conciertos de metal. Sobre todo si se trata de géneros más enérgicos (precisamente como el thrash metal). Siempre se habla de una oda a la adrenalina o al caos, lo que sea. La verdad es que difícilmente esto se cumple. Muchas veces una banda de metal tocando en vivo no es más que eso. Si, existe un mosh y gente cabeceando, pero ya deberíamos tener eso asumido como parte basal de la modalidad (hace algunas décadas, de hecho).
Destruction, para la comunidad, sí son una banda muy considerable. Sólo así se explica la pasión con la que se estaba viviendo la presentación de la banda ayer en un Teatro Coliseo lejos de estar “vacío”.
Antes de que Destruction subiera al escenario, pasamos por el ambiente de rigor: gente bebiendo afuera, conversaciones a gritos entre quienes esperan el evento, el paseo de poleras de bandas clásicas, etcétera. Además, el evento contó con la presentación de la banda Cianuro, un proyecto de crossover oriundo de Concepción.
La verdad es que Cianuro es de las bandas de metal nacionales más destacables hoy. En un mundo en el que abundan bandas tan genéricas de géneros como el thrash o el death, Cianuro sale ganando. Aunque en rigor hacen crossover, este tiene su alquimia inclinada hacía el thrash antes que al hardcore punk.
Sus letras presentan un nivel de conciencia social que hoy es inédito en la escena. No es que no hayan otras bandas con inclinaciones políticas en sus líricas. Solo que la gran mayoría está demasiado ocupada escribiendo sobre la muerte, la destrucción o la hipocresía de la iglesia (nunca antes visto) como para mirar a su alrededor. En ese sentido, Cianuro es una banda dotada de un sentido de la realidad y un carácter aterrizado que hoy es extraño. Ellos mismos lo dijeron ayer: “¡siempre hemos sido de pobla y siempre lo seremos!”.
Sacaron canciones de todos sus trabajos discográficos. Demostraron gran presencia en el escenario y una química indispensable para cualquier trío. Además invitaron gente en temas como ‘Es la ley’, ‘Tierra de Niebla’ o ‘Medios de Control’. La gente se demoró en sacar el dichoso mosh pero finalmente se armó en un acto de conciliación muy gratificante.
Pasaron unos treinta minutos y Destruction se subió al escenario. Partieron sin demasiado teatro con ‘Curse The Gods’. Clásico. Bien ahí. La gente cantaba con entusiasmo. Así pasaron a ‘Death Trap’ y luego ‘Nailed To The Cross’. La respuesta del público siempre fue muy positiva y alegre. Al final es todo parte de una fantasía en la que nos ponemos de acuerdo para disfrutar de eventos así. Hay como toda una épica que la gente se esfuerza por poner sobre la mesa.
El concierto avanzó sobre los mismos puntos comunes casi siempre. Abordaron la discografía casi completa. Sobre todo con atención a sus discos más clásicos, Infernal Overkill y Eternal Devastation. También hubo un particular cariño a The Antichrist. Es de esos discos tardíos de bandas clásicas que suelen salir muy por encima de la media. Igual la banda ya lleva sus años re visitando ese disco constantemente en sus setlists. De hecho, incluso terminaron con una de ese, ‘Thrash Til Death’.
Detenerse en puntos más específicos no es necesariamente tan propositivo. Destruction dio con una fórmula muy clásica desde el principio y fue la que imprimieron aquí durante las dieciséis canciones que duró el concierto. Se trata de canciones más o menos largas y con coros atractivos. La gente lo pasó bien, o eso demostraron al menos. En Chile las bandas de thrash suelen tener gran cabida, sobre todo las más viejas. Era esperable que un evento de estas condiciones funcionara tan bien. Cuando vuelvan habrán varios repitiéndose el plato, eso seguro.
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