Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Manowar
Trece largos años de espera tuvieron que pasar para que se concretase el regreso de la agrupacion estadounidense de heavy metal, Manowar. Más de una década en que miles de manowarriors chilenos esperaron ansiosamente la eventual llegada de Joey DeMaio y Eric Adams –formación completada por Michael Angelo Batio en la guitarra y Dave Chedrick en la batería–. No cabía duda de que toda la carga que eso conllevaría se haría presente en la noche del martes 26 de septiembre en el Teatro Caupolicán.
Pongamos las cosas en contexto de inmediato. Sí, Chile es un país de metal. Una plaza indudable en las giras de cientos de nombres del género, y el ambiente previo a la presentación de ayer era de lo más particular. Casi como una pulsión que se manifestaba a borbotones, tras 13 años de reprimir las ganas de ver a Manowar en vivo, el ánimo de los asistentes era más que palpable: gritos, abrazos y cervezas por doquier, y rostros felices ante el suceso inminente. Sí, es una tónica en estos eventos, pero déjenme decirles que ayer todo fue particularmente intenso, casi exponencialmente hablando.
De esa forma, y una vez que dieron las 20:40 de la noche, las energías estallaron en un frenesí inagotable que llegaba con «Manowar», infaltable track del debut de la banda, que se sintió como una declaración de principios, especialmente en el gritado «Manowar!, born to live forever more!«. Momentum que seguiría con el clásico sonido ensordecedor de la banda que haría retumbar al Caupolicán con «Kings of Metal», dejando una de las postales más recordadas de la noche, en el que cada alma no paró de saltar jamás al pulso rítmico de tamaña pieza.
Con la hirviente «Fighting the World», todo marchaba de lo más bien, hasta que ocurrió un problema técnico a nivel de audio que forzó una pausa en el show de 20 minutos (que despues se repetiría una vez más tras «Holy War», pero de forma muchísimo más breve). Una situación confusa, pero que no fue capaz de mermar el espíritu indomable de la agrupación y del público, pues una vez reiniciada la fiesta de heavy metal apropiadamente con «Immortal», todo fue una oda al espíritu resiliente del heavy metal.
Joey DeMaio lo dijo. Sí, ha sido una noche difícil, pero también es una noche especial que finalmente acontecía después de 13 años. El lo sabía, y el resto de la banda también –y sobre todo la audiencia–. Cada instante fue maximizado por la entrega comprometida de la agrupación que siguió brindando un sonido atronador, mostrando además la forma plena y envidiable en las que se encuentran los músicos, siendo capaces de interpretar con fidelidad canciones tan exigentes como si la edad fuese un factor inexistente.
Por lo demás, la propia gira se denomina «Crushing the Enemies of Metal». Y vaya que se notó eso ayer, y es que con las inmortales «Call to Arms» y «Heart of Steel» ya nadie sería capaz de argüir nada en contra. El metal prevalece, y el propio sentido de comunidad que yace bajo este sonido, es de lo más entrañable. Los mismos Manowar lo saben, y el paso atronador y ominoso de «Warriors of the World United» levantó uno de los coros más estruendosos que haya visto el recinto, rivalizando con los decibeles del show –y creánme que eso es bastante decir–.
Además, otra característica fundamental fue la actitud inquieta y efervesciente de la audiencia, quienes expelían sangre y sudor entre sus gritos, saltos, y circle pits que no tenían otro motivo que see capaz de darle salida a los instintos primales que activan las canciones de Manowar. Es cosa de ver el caos que quedó con «Hail and Kill», tema dueño de una épica que canalizó el espíritu humano en una afrenta combustible. O bien, «King of Kings» que dio uno de los retratos más estremecedores al ser un clásico moderno, bajo un power metal conmovedor e inspirador.
Ya con la aguila dorada apoderándose de la vista panorámica atrás de los músicos, la dupleta «Battle Hymn» y «Black Wind, Fire & Steel» terminó por estrujar los últimos resabios de una jornada dorada para el recuerdo. Una que yace en las galerías de la música y que narra historias de victoria, en el que la propia perseverancia de cada individuo involucrado permitió lograr un evento histórico, que con cada clásico, tatuó a fuego las sonrisas satisfechas de miles de manowarriors.
Citando a «Die for Metal»: «They can’t stop us, let’rm try. For heavy metal we will die!»