Escrito por Felipe León
Fotos por Andie Borie
Una de las cosas más importantes a la hora de generar un lazo con la audiencia de determinados países es el ir a cantar para la gente de estos. Visitar de forma periódica, tal vez no todos los años pero por lo bajo evitar la década, pues muchas veces sucede que el fenómeno musical, independiente de lo increíble que pueda ser, no logró brotar más allá de su momento. Y esto bien parece saberlo Manuel Turizo, que se encargó constantemente de agradecer a su fanaticada en Chile, por acompañarlo todo este tiempo, rememorando los distintos hitos que ha vivido y compartido con el público local.
Porque lo que se vivió el domingo 7 de mayo en el Movistar Arena, fue toda una celebración de este gran lazo que tiene el artista colombiano con Chile, con un mensaje claro que se repitió durante toda la jornada: los sueños se pueden cumplir. Así lo vivió Mati Gómez, artista invitado a abrir el show de Manuel Turizo, que rápidamente se ganó el corazón de la audiencia. Hito no menor teniendo en cuenta que es su primer Movistar Arena, a lo que respondió con una seguridad en su propuesta, mostraconndo dotes de baile y canto, y un posicionamiento sobre el escenario de creerse el cuento, pero siempre con humildad, respeto y entrega. En ese sentido Mati fue bastante aplaudido, con la gente pidiendo “otra”, al momento de abandonar.
Una suerte de analogía con la carrera del mismísimo Turizo, artista colombiano que hace muchos años tuvo el sueño de ser músico. Pues, debe ser bonito mirar atrás, encontrarte con tu pasado, mirar esas ganas de triunfar, sí, pero más importante aún, de entregar tu música a la gente y conectar a través de esta con una fanaticada que no ha parado de crecer. Eso bien lo evidenció un Movistar Arena con gran cantidad de público, que asistió pese al frío, y con un proceso electoral durante el día. Aquí estaba todo el calor que necesitaba Chile.
El artista hizo cantar en masa al público presente, brindando un espectáculo de primer nivel, ideal para los amantes del reggaetón, el pop latino y las baladas románticas. Y con esto no me refiero al juego de luces, el fuego, y confeti, elementos que por lo demás suman. Sino que a la performance en sí, con un cantante haciendo vibrar a la audiencia en todo momento, gracias al registro vocal que aprovecha su voz más grave, palpando cierta sensibilidad en esta dinámica bailable y sentida que tan bien le viene a su interpretación. Con un elemento en común ligado a lo latino que se posicionó en gran parte del show.
Acompañado por un grupo de bailarinas que pusieron énfasis en un desplante más callejero, libre y urbano, en cuanto a gestos, movimientos y poses, así como de un grupo selecto de músicos que montaron un gran espectáculo instrumental. Bastante movido, que invitaba en todo momento a sacudirse de lo malo y entregarse a lo bueno. Cabe destacar la labor de su hermano Julián Turizo, que oficia como uno de los elementos musicales claves, aportando con su canto y versatilidad, al ya de por sí versátil show que ofrece su hermano menor. Si hasta en un momento ambos estuvieron al frente, para interpretar la que es quizás la canción más importante del dúo, “Una lady como tú”.
Porque las canciones fueron todo un deleite para la fanaticada, con “Mala Costumbre” o “Te quemaste” encendiendo el ambiente, mientras que “+Linda” o “Una vaina loca” trasladaron la escucha al caribe, a los ritmos inconfundibles de esas tierras y mares. Pasando de sensibilidades completamente distintas, como en el caso de “Éxtasis” a “Culpables”, con esta última evidenciando la nota más melancólica del artista.
Un show que contó con todo lo necesario para el deleite de la gente, pero con un condimento extra que tiene que ver con esa construcción de la relación entre el artista y la fanaticada de ciertos países. En ese sentido, Manuel Turizo cumplió a cabalidad, mostrando su deseo de volver para muchos Movistar Arena más. Y cómo no volver, si con “El merengue” y “La bachata” despidió la velada a lo grande. Casi dos horas que respondieron al gran cancionero que ha registrado.
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