Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Alejandra Besoain
La historia es conocida: Mike Portnoy, baterista original y co fundador de Dream Theater, se fue de su banda cabecera en septiembre del 2010, dejando al proyecto en este recurrente limbo para bandas clásicas en el que “sí, falta tal miembro original, pero al menos está este otro”. Pero el caso de Dream Theater es algo más particular, pues aún cuando tanto vocalista como tecladista no eran los originales al momento del retiro de Portnoy, la banda ya había logrado dar con una formación muy reconocible y de gran fiato, que aunque no fuese exactamente la original, ya calificaba como clásica.
Tras más de diez años de desempeño discográfico regular por parte de Dream Theater, mientras que Portnoy hacía gala máxima de su personalidad promiscua en cuanto a proyectos musicales (Transatlantic, Neal Morse Bands, The Winery Dogs, The Shattered Fortress, Twisted Sister, Metal Allegiance e incluso Liquid Tension Experiment), de a poco se fue abriendo la posibilidad de que Mike volviese a Dream Theater. La banda estaba algo a capa caída y señales como un tercer disco de LTE o Portnoy tocando en el disco solista de Petrucci pregonaban lo inminente, que terminó por confirmarse el año pasado: el baterista volvía, y tanto con gira como disco nuevo.
Tras el tibio estreno de un par de singles, finalmente comenzó la gira en Londres, que fue la que finalmente permitió que Dream Theater tocara en Chile ayer. Es una relación particular, por años, el concierto individual de la agrupación que más gente había congregado se había dado, precisamente, en Chile (Pista Atlética, 2008). Y cuando vienen, casi siempre tocan en el Movistar Arena, incluso las últimas veces con lujos industriales como la implementación del sistema de cancha vip. Por otro lado, prácticamente todos los proyectos de Portnoy pasaron por Chile. De hecho, sin contar Twisted Sister, fueron todos.
Entonces llega la hora de poner las críticas sobre la mesa. Existe escasa información pública sobre las fronteras de esta reunión. Lo que sí está confirmado es que la gira sigue hasta el próximo año y que el disco nuevo, ‘Parasomnia’, saldrá el próximo 7 de febrero. Lo que significa que, por ahora, solo se puede –y debe– criticar el concierto por lo que es: un evento aislado en el marco de la gira.
El concierto partió puntual para un Movistar Arena de cerca de 15.000 almas con «Metropolis Pt. 1: The Miracle Sleeper», del ‘Images And Words’ (1992). Una canción que, aparte de tener su rollo nerd por anteceder la trama de la obra maestra ‘Metropolis Pt. 2: Scenes From A Memory’, es bastante completa como muestra de los parámetros musicales y estéticos que la banda era capaz de alcanzar, particularmente en los noventas. No se puede dejar de mencionar que también es una canción con múltiples acordes al aire, que le dan espacio a Portnoy para entrar desde el primer minuto haciendo gala de su estilo y capacidades.
También hay que mencionar que, luego de varios años, quizás Dream Theater recién logró dar con cierto equilibrio de protagonismo. Porque digámoslo, básicamente es una banda con cinco frontmans. Todos tienen su momento e incluso la disposición de ubicaciones en el escenario invita a intercambiar esos momentos con facilidad. Hasta la batería estaba particularmente adelante. Todos tuvieron su momento y lo asumieron sin pudor. Digamos que Dream Theater está más cerca de La Liga de la Justicia que de los X-Men.
Aspectos del ego que incluso habían logrado trascender a la música, como esas batallas de solos entre Rudess y Petrucci que afloraron en el ‘Systematic Chaos’ (2007), ya están completamente olvidadas. Al menos en apariencia.
El concierto siguió con la segunda escena de ‘Metropolis Pt. 2’, un combo perfecto. Y el hecho de que luego siguiera «The Mirror», un tema del ‘Awake’ (1994), también le dio un toque bastante noventero a todo este primer arranque. No hay que olvidar que se supone que es una gira celebrando los cuarenta años de la banda. Y en ese sentido, el paseo por la discografía se sintió realizado.
Tampoco faltaron instancias en las que se levantó una intención algo más pesada con cortes como «As I Am», «Constant Motion» o «The Mirror» (la única que tocaron del emblemático ‘Awake’). Todas reservadas al primer bloque, que en general fue más pesado. En cuanto a los mosh, más que incipientes, fueron torpes. Y eso cuando el público se soltó, porque en cortes como «Panic Attack» derechamente no pasó nada. Las reacciones a la esfera progresiva en Chile son así. Chile es proguero y eso hace a estas bandas absurdamente universales, lo cual las aleja de algunos códigos basales de los conciertos de metal.
Quizás aún con Portnoy como atractivo principal, quien realmente se robó el show fue Rudess. Es más que un tecladista, es un embajador de la tecnología. Es un show en sí mismo ese personaje. Algo parecido a Myung, que su perfil bajo igual le da un aura mística que le agrega bastante dimensión a sus líneas, sobre todo en cortes como «Panic Attack» o «As I Am» que tienen introducciones de bajo. Pelo sobre la frente, espalda encorvada y esa técnica en la que acaricia con firmeza las cuerdas lo convierten en un símbolo inamovible de la esencia de la banda.
Naturalmente, Petrucci y Portnoy estuvieron muy bien. Incluso este último se permitió unas pequeñas improvisaciones o arreglos a destiempo. Nunca desencajaron. También hay que decir que se puede ser muy fanático de Dream Theater y saberse todas las canciones pero, al menos en una oportunidad, habrá un momento en el que chocará el solo hecho de estar viendo algo tan denso musicalmente ser ejectuado con ese nivel de estilo. De hecho, esa batería más pequeña que Mike tiene para baladas como «Hollow Years», también la uso en algunos cortes bastante progresivos, pero al interpretarse en una batería más limitada, el sonido era un poco más «tarro» e incluso más orgánico, lo que le daba un toque hogareño a música que esencialmente es deliberadamente compleja, creando un efecto muy bonito.
Sobre LaBrie, estuvo bien. De que empeoró a medida que avanzó el concierto; sí, es cierto. Pero se nota que lo intentó. No tiene una responsabilidad que exija el virtuosismo que se le exige a sus compañeros y lo sabe. Su trabajo tiene que ver con ser buen frontman y cumple a la perfección. Y en relación a las últimas veces de Dream Theater en Chile, esta fue con distancia su mejor performance.
Después del entretiempo, la banda se permitió volver con «Night Terror», una de las canciones nuevas y que se espera que salga en el disco de febrero. No es un mal corte y Dream Theater claramente tiene suficiente confianza en sí mismos como para seguir poniendo estas opciones de canciones adelante. Eso habla bien de ellos. Posteriormente, se fueron en un dueto de cuasi baladas con la emblemática «Under A Glass Moon» y la última de la época de Mangini en la noche, «This Is The Life». Y hay que decir que, indiferentemente de la opinión que tenga cada uno de esos cinco discos, en el contexto de un concierto, la debilidad de esas canciones pesa demasiado, sobre todo frente al resto de clásicos con el que están saliendo.
La dupleta de «Vacant» y «Stream Of Consciousness» transformó a todos en bateristas, guitarrista, bajistas o tecladistas según el caso o el momento de la canción. No, no tocaron «Dance Of Eternity» pero tocaron esta. Una de esas locuras instrumentales certificables como parte de la pulpa más clásica y esencial de la vena de Dream Theater. Además que con esta canción empezaron a usar unas luminarias hasta ese entonces apagadas, aprovechando de alternar la imaginería gris del ‘Train Of Thought’ con los alcances psicodélicos que tiene el teclado en esa canción. Fueron cerca de diez minutos de perfección.
El “momento” (que en realidad duró más de veinte minutos) que más sacó tanto suspiros como comentarios fue la interpretación de «Octavarium». No solo es una gran canción, sino que es una gran odisea tanto musical como espiritual. Es una canción ecléctica, de múltiples secciones y emociones. Y la energía de los músicos acompañó totalmente. Incluso LaBrie demostró saber bastante bien como acompañar cinéticamente cada momento. Y nada que decir sobre esas visuales a lo Yellow Submarine, hasta se diría que invitaban a repensar cualquier interpretación previa de esa canción.
Luego de «Octavarium» vino el bis. Uno corto, en todo caso. Unas imágenes del final de The Wizard Of Oz que hicieron buen juego con la letra de «Home». Luego de pasar por uno de los puntos más altos del ‘Metropolis’ y siguiendo en la línea de este mismo disco, llegó el turno de «The Spirit Carries On», la balda quintaesencial de Dream Theater. Es una canción hermosa y de un mensaje muy positivo. Y hay que decir que todos lloraron, aunque después lo desconozcan en Facebook, esos estaban con el corazón en la garganta.
El final con «Pull Me Under» fue tanto impredecible como inevitable. Suena como algo obvio, precisamente porque lo es, pero para una banda que siempre ha tenido setlists tan creativos, cerrar con el hit está bien. Finalmente se ganaron el poder creer en el poder de esa canción. Además, no deja de ser un temón con pasta de hit, por tanto, muy ad hoc para terminar un concierto de estas características.
Es el mismísimo Bruce Springsteen el que explica que los set lists son historias y que sirven para cristalizar narrativamente momentos determinados de las carreras de los artistas. Naturalmente, está la invitación a preguntarse cómo encaja un set list así en el contexto de la reunión de Dream Theater. Personalmente, lo que más se identifica en la superficie es la capacidad de mirar hacia atrás, pero esta vez con la disciplina y la distancia de tener a alguien que literalmente pudo verlos desde afuera, como lo es Portnoy. Se sabe que ese personaje es un nerd como pocos de la música que le gusta e inspira, y bueno, ahora se transformó además en un nerd de Dream Theater. No hay que olvidar que él es el encargado de escribir los listados de canciones.
Ante todo, se puede decir que Dream Theater no solo está en un excelente momento, sino que también está en buenas manos, que aunque sean casi las mismas de siempre, esta vez se están haciendo cargo con una madurez distintiva.
Dream Theater se presentará de nuevo en el Movistar Arena hoy a las 17:00. Las entradas aún están disponibles.