Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Aarón Castro
A estas alturas, la cercanía que se percibe en cada concierto de Eterna Inocencia en Chile termina siendo un fenómeno de por sí. Un caso curioso, que es visible y transversal al hardcore y el punk en general, en tanto la noción de colectividad en base a la identidad propia de estas comunidades es un punto clave de su presencia inamovible en el tiempo. El sitio de los outsiders, que entre birras y buenos bailes en el pogo engendran una hermandad que ya quisieran tener otros géneros musicales.
Además, hay que decirlo, las audiencias más rockeras y metaleras están cada vez más tibias, lo que tampoco es de extrañar. La gente envejece, el cuerpo no siempre va a estar en condiciones de poder dar salida a esas expresiones más juveniles. Sin embargo, ¿por qué no es el caso del hardcore y el punk? Es como si la propia sencillez, o bien, la actitud más desprejuiciada de estos desarmara cualquier tipo de grilletes a sus oyentes. Pero incluso siendo uno de los públicos más energéticos por antonomasia, el sector latinoamericano del mismo llega a otros niveles.
Incluso desde las 20:00 hrs. con Nosindependencia, conjunto sanbernardino que se posaba como el acto ideal para arrancar esta velada. Innumerables cantando sus canciones, y otros tantos apreciando el compromiso que sudan sus canciones construidas a lo largo de ya casi 3 décadas. Los gritos fueron vociferados, y también lágrimas fueron derramadas, en especial en el tributo al difunto Omar Acosta, legendaria voz del punk chileno que hizo historia con BBS Paranoicos.
Cada vez la congregación tomaba mayor volumen hasta conseguir repletar el recinto. Rostros de todas las edades y géneros sonreían de oreja a oreja compartiendo unas latas de cerveza, algún cigarro, luciendo vestimentas con estampados de los argentinos, que una vez que las luces del recinto se fueron negro estallaron en gritos de euforia.
Con los músicos tomando sus lugares, Guille Marmol dio un afectuoso saludo y, de paso, afirmando que empezarían tocando el álbum ‘Las Palabras y los Ríos’ en orden, por lo que la gente ya se podía esperar lo que estaba por venir. Sí, el puntapié inicial con «Viejas esperanzas», para que la comunidad del hardcore y punk latinoamericano se convirtiese en el actor principal –de principio a fin–.
Desarmándose en el pogo más acalorado que cualquiera en «A Elsa y Juan», saltando más alto que nunca en «Trizas de vos», y cantando tan fuerte llegando a superar los decibeles de los speakers en «Encuentro mi descanso aquí», quedaba claro algo: en Chile y Latinoamérica nos aferramos a nuestras creencias, recuerdos y amores como si fuese lo único que tenemos, y es que pueden despojarnos de nuestras pertenencias, imposibilitar el diario vivir con lo increíblemente cara, injusta y complicada que es la vida hoy en día –con la desafortunada presencia de esferas de poder corruptas asignando 17 millones por allí de las formas más sucias posibles–, dejando tan sólo la esperanza. Una que suena con vigor desde las entrañas, que mantiene firme nuestras espaldas y levanta nuestros puños, derramando pasión y resistencia por doquier.
Una comunidad armada a través de vínculos es prácticamente invencible. La audiencia, nuevamente, fue protagonista la noche de ayer. Sí, la misma velada en que celebramos los 20 años del seminal disco ‘Las Palabras y los Ríos’. El mismo que retrata la realidad trasandina de hace 2 décadas, y que sigue sonando vigente son su presente sociopolítico. El mismo que nos hizo cantar –o mejor dicho, gritar– a viva voz «Nuestras fronteras» y «Sin Quererlo», entregándonos de los mejores recuerdos que se hayan visto en la historia recitalera de este 2024.
Esa camaradería tácita, en el que el de al lado de alguna forma comparte un mismo sentir, y entiende un mismo código. Uno en el que nos desollamos todos en el moshpit, así como uno en el que nos abrazamos como si fuésemos amigos de toda la vida. Las lágrimas justificadas casi por definición en temas como «Mártires de Trelew» y «La muerte pobre», que dejaban el espacio a un mejor porvenir en «Vientos del amanecer», dando por fin a este álbum tan querido.
Pero había muchísimo más por venir, y es que, ¿sinceramente? El resto es historia. Es algo que si bien, en la racionalidad es posible predecir, pero bajo ningún aspecto esa es una forma correcta de apreciar lo sucedido. Como lo he descrito, esto es emoción pura. No hay causalidades ni efectos que considerar como si se tratase de una fórmula o ecuación, es algo más complejo que eso y que tan sólo se puede sentir. Es el calor invasivo que llega cuando un tema como «A los que se han apagado» comienza a arrancar, entregando un vistazo del luto que ningún paper es capaz de materializar.
Se trata de explorar el ser, el conocerse en la solitud como en «Cuando Pasan las Madrugadas», que de alguna forma parecía todo el mundo compartir. Esos gritos descarnados que armonizaban con la voz de Guille eran el ejemplo de que, bueno, tan solos no estamos realmente. O quizás sí, pero no somos los únicos en eso. Es una experiencia que compartimos. Una vez más, una comunidad, y una muy apasionada como buen latino que no teme a dar espacio a la ternura del amor con «Le Pertenezco a Tus Ojos».
De esta forma, la celebración y la protesta eran una misma palabra. Estamos forjados por nuestras experiencias, lo malo y lo bueno. Ambas pueden coexistir, así sea la memoria en «Weichafe Catrileo», la conexión en «La radio comunitaria», o bien el testimonio de fortaleza en el cierre con «Cassiopeia». Tenemos mucho que compartimos, y de alguna forma, Eterna Inocencia son capaces de darle cabida a todo eso en un acto de generosidad tremendo que le da voz a aquellos que no la tienen, y energías a aquellos que luchan.
Todos fuimos hermanos la noche de ayer.
Setlist de Eterna Inocencia en Chile:
- Viejas esperanzas
- A Elsa y Juan
- Trizas de vos
- Encuentro mi descanso aquí
- Nuestras fronteras
- Vivan mis caminos
- Saludo a los maquis
- Sin Quererlo
- Mártires de Trelew
- Desposeídos
- La muerte pobre
- Tan lejos
- Vientos del amanecer
- A los que se han apagado
- La risa de los necios
- Abrazo
- Cuando pasan las madrugadas
- Tus heraldos
- Le pertenezco a sus ojos
- Lo sabía
- Weichafe Catrileo
- Ciegos son los que no quieren ver
- Cartago
- Mi puño es la herramienta
- Las distancias son nada, a veces
- La radio comunitaria
- Días tristes
- My Family
- Inocencia
- Puente de piedra
- Cassiopeia