Nando García en GAM: Un capítulo de franqueza

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Alejandra Besoain

Cada escalón es importante, y el cantautor chileno Nando García bien que lo sabe, en especial tras lo obrado en la Sala 1 del GAM la noche del sábado 13 de julio. Un salón sold out y cálidas ovaciones fueron los ingredientes que hicieron del lanzamiento de ‘Decir Amor’ una fecha importantísima en la carrera del oriundo de Los Andes.

Con una disposición escénica y lumínica que jugaba con contrastes oscuros, en un ademán por dejar relucir la música misma por sobre todo, Alfonsina García –cello–, Javier Barría –sintetizadores–, Felipe Ibar –batería–, Rodrigo Daniel –bajo–, y Nando –voz y guitarra– se posicionaron en el escenario para comenzar interpretando los primeros cortes de su segundo álbum. La riqueza instrumental e interpretativa era palpable en el aire, en tanto las texturas que rodeaban a «Háblame de todo a la vez» y «Tus libros» sacaba a relucir el sinfín de emociones depositadas en estas piezas, contraparte ideal con «Prometer algo», mostrando al cantautor en su faceta más indie rock y extrovertida.

Sin embargo, aún si se tratase del lanzamiento en vivo de ‘Decir Amor’, pareciera que García planeaba hacer de esto algo mucho más grande. Una radiografía a su historia, en el que la vulnerabilidad permitió conectar canciones como «Weco» –del EP ‘Tripa o Cable’ (2020)– y «Material particulado en suspensión» –del EP del mismo nombre lanzado en 2023–. Las voces de un público cuidadoso se situaban como hilos de sonido que armonizaban con la prosa de Nando, particularmente en cortes ya clásicos del ‘Pirueta’ (2021) como «Silaciú» y «Caudal».

Tras regresar a ‘Decir Amor’, con el artista declarándose nervioso al mostrar estas nuevas canciones –más no en su interpretación–, ahora presentó a Javier Barría, cantautor chileno con ya décadas de trayectoria que forma parte de la banda de Nando García, y también elemento importante de «Palabras bonitas», un diálogo delicado de un folk pop–indie folk que provocó aplausos y ovaciones extensas –una tónica dentro del show, por cierto–. Pero si alguien también ha pasado como un capítulo importante en las andanzas de Nando, esa es Clara Löffel, artista y amiga con quien entregaron las piezas «No siempre es triste llorar», y «Marifrunci» –con nadie más en el escenario–.

Este segmento más íntimo y al desnudo continuó con «Quiérelo siempre» y «Cable», instantes en el que los acordes de García dejaban al descubierto el cómo estos versos resonaban con los presentes. Difícil no quebrarse ante el estribillo «Que no le falte el calor, que no le falte el cariño, esta vez será mejor, esta vez tendrá sentido«, sentimientos que estallaron con «Una casa», dejando un testimonio encantador de un indie pop que recogió a todo y cada quien en su guitarra extasiada y visceral.

Tras «Alamedas», el cantautor invita a Simón Campusano y Chini.png para dejar dos de sus canciones más grandes: «Nariz» y «Grito y plata», respectivamente, con un público que tomó un rol mucho más protagonista armonizando con fuerza ante las voces de cada artista en el escenario. Con la emoción a flor de piel, la piel erizada y el corazón calentito, el concierto llegó a su final con una versión portentosa de «Caudal», la cual proyectó el rostro post-rock más libre y ruidoso –sobre todo al final con un Ibar sumamente libre–. El mantra «te entregué mi coraza y la usaste de escudo» repletó toda frecuencia.

Y está bien, para eso es. La gentileza de Nando y la entereza propia que reside en su sensibilidad se muestran cómo un abrazo para cualquiera. Una sonrisa, una lágrima y un deseo. Todos parte de un porvenir encantador el que nunca dejaremos de sentir. Qué ganas de verlo crecer más y más.