Escrito por Rocío Villalón
Fotos por Diego Gamboa
Electrizante, la noche del 13 de febrero en el Teatro Caupolicán fue una noche electrizante. El maestro de la guitarra Slash se presentó en Chile e hizo vibrar el piso del recinto junto a Myles Kennedy and The Conspirators tocando grandes éxitos y con una conexión increíble hacia el público, esa noche el rock corría por las venas de cada uno de los presentes.
Puntual como un reloj el ex encargado de la guitarra rítmica de Guns N’ Roses, Gilby Clarke, fue quien abrió la jornada a las 20:00 horas. Tocó algunas canciones como “Monkey Chow”, “Under the Gun”, “The Gospel Truth” logrando ganarse al público y sacando varios aplausos por su destreza en la guitarra y por su dinamismo con la gente. Hizo cantar a todos al interpretar “Knockin’ On Heaven’s Door”, dando inicio de la mejor forma a lo que sería una noche llena de sorpresas para todos los amantes del rock.
Y bueno, ya se venía lo que estaba esperando todo el mundo. El regreso del flamante guitarrista Slash en Chile.
A las 21:00 horas con “Black Hole Sun” de Soundgarden de fondo, las luces del Caupolicán se apagaron generando un suspenso masivo, todos estaban expectantes, como si estuviesen esperando la llegada de un tiburón a punto de atacar. Finalmente, el momento había llegado, Slash toma su guitarra para salir al escenario con esa melena cubierta por su característico sombrero negro y Myles Kennedy y The Conspirators entran al escenario arrasando como un huracán para abrir con “The River Is Rising” y “Driving Rain”.
Al tocar “Far Too Gone”, el reflector cae sobre Slash y Myles Kennedy para luego explotar en el escenario. La gente los acompañaba con sus palmas, sus brazos en el aire. Myles le dice al público que cante con él. La interacción y conexión que Myles tiene con el público es innegable; apuntaba, saludaba, hablaba y hacía sentir a todos los presentes parte del show, era sinergia pura.
La batería dominante de Fitz, la guitarra electrizante de Sidoris y el bajo dinámico de Kerns se apoderaron de la noche. Los intérpretes tocaron canciones como “Always on The Run”, “Actions Speaks Louder Than Words” y “Bend to Fly” fueron celebradas por el público, mientras los puños estaban en el aire y las cabezas se sacudían. El bajista Todd Kerns, no se quedó atrás, se lució cantando “Always on The Run” de Lenny Kravitz, “We’re All Gonna Die” y el gran himno de Guns N’ Roses “Don’t Damn Me”, tracks que sacaron gritos y los mejores movimientos de parte de los espectadores.
Uno de los momentos claves de la noche fue en “Wicked Stone”, la gente arriba de los hombros de otros, todos en cancha saltaban, las banderas chilenas se alzaban hacia el escenario y la gente gritaba. Slash se brilló por su solo infinito (duró más de 6 minutos), sus dedos parecían las patas de una araña y todas las miradas estaban puestas en él. Ese solo cobró vida, era parte de un hechizo y todos estaban bajo este, era hipnotizante. Slash no podía parar, tampoco lo haría.
El capítulo final de Slash en Chile
Unas canciones después, tras éxitos como “Fill My World”, “Doctor Alibi” y “You’re a Lie” la banda invitó a Gilby Clarke al escenario para cantar “Nightrain”, fue un momento de catarsis. Los rayos de colores provenientes desde los instrumentos, la gente cantando con tonos agudos y moviéndose de un lado a otro, todo hizo que fuera uno de los mejores momentos de la noche, fue rock en su máximo esplendor, que se vería potenciado con el cierre, “Anastasia”. A las 23:27 horas,con carisma inigualable Myles Kennedy, Brent Fitz, Frank Sidoris, Todd Kerns y Slash agradecieron al público, hicieron una reverencia, regalaron muchas uñetas y se fueron del escenario dejando a la fanaticada en llamas.
Slash y Myles Kennedy and The Conspirators fueron responsables de lo que fue una experiencia inolvidable. Con pasión, entrega y éxtasis el concierto acabó, pero la electricidad quedó en cada uno de los presentes. El 13 de febrero en el Teatro Caupolicán todos fueron testigos una gran promesa del rock consagrada, dejando una huella imborrable y ecos que perdurarán.
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