Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Pedro Downey
‘Faces’ (2022) fue uno de los álbumes de metal más destacados e interesantes del año pasado, y en ese sentido, Luxferre ha comenzado a armar una carrera fundamentada en sus propios principios alrededor de cómo hacer música. Es de esa premisa que sus presentaciones ya de por sí son un deber de presenciar, y es que sus canciones toman un perfil cinematográfico en el que la inmensidad de sus composiciones gozan de un carácter genuino; algo así como el espectro más sensible del post-metal.
Con ese precedente, el Ciclo Feral I en MiBar era, del todo, un deber al que asistir. Además, contaban con los mismísimos Poema Arcanvs como invitados, baluartes sumamente valiosos para la historia del doom metal en Chile. Bien por el Colectivo FeRal.
La primera parte del evento estuvo a cargo de Poema Arcanvs, quienes demostraron a lo largo de una hora de set, el portentoso carácter narrativo de sus canciones –y que, por lo demás, sonaban de forma prácticamente cristalina–. El paso profundo, calmo, melódico y ominoso de piezas como “The Crawling Mirrors”, “Elixir” y “Distances”, repletaron cada rincón del recinto, en el que las miradas atentas de los asistentes –y las cervezas compartidas–, terminaron por levantar una jornada enigmáticamente encantadora.
Además, aún ante el temprano –y breve– apagón de luz que interrumpió la presentación de los doomeros, Luis Moya no detuvo el paso de su batería, alentando a la propia colectividad sentida y vivida en la noche de ayer, en la que la fiel audiencia levantó gritos en sincronía que terminaron por traer de vuelta la electricidad en breves instantes. Compromiso puro, que en el finale fue recompensando por clásicos del ‘Iconoclast’ y ‘Arcane XIII’, como “Desintegración” y “Desde el umbral”.
Respecto a lo obrado por Luxferre, puede que sea más acertado una revisión un poco más sentida, más visceral, si se le prefiere decir así. Después de todo, su catálogo editado cuenta con pocas piezas, por lo que de cierta forma todo el mundo sabía a lo que iba, a escuchar el tremendo ‘Faces”. En ese sentido, comienzan a aparecer otros conceptos importantes a la percepción, casi como en un aspecto más primal de ser.
¿A qué me refiero? Pues que en un armatoste de pieza como “Unconformity” insertó a los presentes en un estado en el que el raciocinio y las pasiones se desfiguran entre sí, una suerte de limbo sensorial en el que la liberación de emociones contrapuestas se veía de lo más natural. La ira y la paz, después de todo, son ambas cara de la misma moneda, y la expresión de una (la ira), lleva a la catarsis de la otra (la paz).
De esta forma, lo importante en el en vivo es el cómo los músicos se volvieron en canales interpretativos en sí mismos. Nuevamente, ‘Faces’ es una gran obra, por lo que el disfrute estaba asegurado. Sin embargo, nadie estuvo impasible ante el fuerte valor emocional depositado al rasgar esas cuerdas, tocar esas teclas o al golpear esos paños y platillos. Nadie, absolutamente nadie.
En una sola palabra. Estremecedor. “Voices” remeció a todo el mundo, pero quizás el punto más alto fue “At the Awakening”, sonando tan monumental, absorbente, esencial y primordial. Un retrato del firmamento mismo, en el que la configuración emocional se vuelve una con el todo, y para mejor, un regalo –para quienes aún no habían podido escucharla–, la inédita “Oblivion”, que más pesada y dura de roer, azotó a los asistentes bajo la promesa de nueva material de estudio en un futuro –ojalá no muy lejano–.
Todo asistente se fue con algo para la casa, fijo. Algún cambio, alguna sonrisa, algún recuerdo, alguna historia que contar a sus pares. Así de potente es lo de Luxferre, así de emocionante es el post-metal.
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