Escrito por Felipe León
Fotos por Alejandra Besoain
La tarde-noche del 29 de agosto tuvo lugar en Club Blondie lo que se podría denominar como “una cumbre del death metal”. Título que si bien no es el oficial, el propio Mikael Stanne de Dark Tranquillity infirió al comentar la gran velada que tenía lugar en ese instante, con bandas tan distintas en sus sonidos. Más no alejadas del todo, pues como se podrán imaginar, dicho subgénero hiló de alguna manera cada uno de estos proyectos que le hacen honor a lo extremo.
Era día de semana, y eso se notó un poco al principio, cuando partió el proyecto de Viña del Mar, Loud (a quienes tuve el gusto de ver abriendo a Deafheaven), que a pesar de la poca asistencia, entraron dando cara. En ese sentido, vale la pena destacar su evolución desde aquel entonces, al verse más afianzados todavía como banda sobre el escenario, dejando caer un arsenal de canciones que dialogan entre lo melódico y rítmico. Desde una agresividad que conecta muy bien con la volubilidad de su vocalista.
Para las últimas canciones llegó un poco más de gente, la que valoró en todo momento la propuesta del grupo. Como no, si vienen sonando cada vez mejor. Más de eso pueden encontrar en su nuevo video lyric del tema «Venganza», parte de lo que será su primer EP, Abismo.
Poco a poco, las personas ingresaban al recinto ubicado en Metro U.L.A., justo para presenciar un show bastante especial, a cargo de Area51, proyecto liderado por Adam Denlinger (MaYaN). Tanto por la vestimenta de sus integrantes como por la variedad de registros vocales que atraviesan su death metal melódico, regidos a partir de guturales o cantos relacionados a la ópera. En un comienzo fue algo que descolocó un poco, pero eso cambió rápidamente al comprender los versátiles juegos de voz, utilizados en concordancia con la pesadez técnica de la banda.
A punta de canciones excéntricas, y la personalidad carismática de su vocalista, Area51 logró conectar con un público que poco a poco se fue soltando, para así llegar a abrazar con un gran aplauso su presentación. Los europeos se mostraron agradecidos por el recibimiento.
Cabe destacar el poco tiempo de espera entre una banda y otra, lo que se agradece. En ese sentido, la sola presencia de los actos pesados que estaban por venir, dejaría a más de uno exhausto. Lo que vino de aquí para adelante es “historia de los conciertos de metal extremo”. Y una cátedra de cómo hacer convivir los distintos tipos de público que se manifestaron esa noche en Blondie. Dos postales ajenas pero hermanadas entre sí.
Dicho y hecho, los grandes mosh cumplieron con las expectativas. De hecho, Chelsea Grin salió al escenario, cambiando en todo momento la densidad del ambiente, gracias a una agitada performance de ominosa presencia, forjada a través de un agresivo y maníaco deathcore. Con una impulsiva ceremonia de golpes y patadas gestada en plena cancha de Club Blondie, como respuesta a las oscuras inmolaciones sonoras de un grupo que hace del mosh pit, uno de sus principales aliados.
Con más de 15 años de carrera, Chelsea Grin demostró que son especialistas en desatar la locura en los conciertos en vivo. Así, en medio de un recorrido ágil y directo por gran parte de su discografía, el grupo encendió la llama de un público desatado, que acudía a movimientos violentos y erráticos. Como una ventolera de golpes y bailes al ritmo de canciones como “The Isnis”, “Bleeding Sun” o “Playing With Fire”.
La imagen generada en pleno concierto motivó aún más a la banda, que encontró una rugido de respuesta por parte de una audiencia en todo momento feliz. Tantos años esperando escuchar nuevamente temas como “Sonnet of the Wretched” o “Recreant”, de su primer disco Desolation of Eden (2010). Aunque para ser justos, la parte final tirada a piezas más actuales de sus trabajos hermanos, Suffer in Hell (2022) y Suffer in Heaven (2023), con “Crystal Casket”, “Fathomless Maw” o “Leave with Us”, estuvo igual de destructivo. “Crewcabanger” cerró este esperado retorno.
Otro ansiado regreso era el de Dark Tranquillity, banda encargada de cerrar una noche que a esas alturas, lo tenía todo. En ese sentido, la última palabra de los suecos terminó siendo igual de determinante que la de sus recientes antecesores, tomando la antorcha para seguir encendiendo una jornada memorable. Porque son un acto histórico, y esa trascendencia se hizo notar con el gran desplante de sus integrantes, siempre a tono con las tantas emociones que desatan en la audiencia local.
Pioneros de toda la movida de Gothenburg emergida a finales de la década de los ochenta, y sobre todo de los noventa, Dark Tranquillity poseen un registro sonoro propio del death metal melódico. Encarnado desde una existencialista, melancólica y poética lírica, que encuentra lugar tanto en los rincones más gritados y veloces, como en los que reside una interpretación más limpia. Por ende, los matices jugaron un rol importante al darle dirección el concierto, a través de canciones que estuvieron centradas en su último disco, sin olvidar los clásicos.
De alguna manera, el aspecto más gótico de su última obra Moment (2020) le brinda un carácter sensible a su música, en un cohesivo tratado con los aspectos más extremos de este enérgico y filosófico death metal melódico. Canciones como “Transient” o “Identical to None” son ejemplos de aquello, a la par con otras como “Encircled” o “Atoma” que titula su antecesor disco, las que fueron recibidas con entusiasmo.
Aunque claro, si bien el público saltaba y cabeceaba con estas composiciones, las energías estaban aún más reservadas para algunos de los cortes más queridos de los suecos. La banda conoce esta lealtad, por ende, se la jugó con interpretaciones magistrales de clásicos como “Monochromatic Stains” del reverenciado Damage Done (2002), o “Lost to Apathy” de otro aclamado: Character (2005). Segunda época dorada por así decirlo, aunque las visitas más en el tiempo no faltaron, al incluir una joya de su álbum The Gallery (1995), como es el caso de la eufórica «Punish my Heaven».Cómo pueden tener tantos temas buenos.
Dark Tranquillity es toda una institución ya, y en honor a ello, los mosh fueron un caldo de cultivo de cantos y saltos que animaron aún más al grupo, y viceversa. Esa conexión entre el público de Chile y los nórdicos siempre es necesario retroalimentar, y en esta oportunidad, ambos actores fueron claves. Ni que decir de Chelsea Grin antes, Area51 y Loud. No quedan más que aplausos, y buenos recuerdos.
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