The Killers – Day & Age (Island Records)
El álbum del cambio, uno criminalmente infravalorado pero que gracias a sus propias credenciales y el paso del tiempo, se reconoce cada vez con más ímpetu. Definitivamente los Killers dejaron en claro una vez más que no eran de esas bandas de calle, del underground, de esas que surgían a costa de las espaldas de un grupo de amigos, y es que del principio nunca fue así, sólo hay que recordar cuál fue la historia de su génesis.
Bajo este precepto es que, aún con la competencia ridícula del pop, y los recelos del rock, en Day & Age crearon un nicho creciente en el que se manejan con facilidad gracias a la visión de Brandon Flowers, que con sus ansias de bailar y saltar entre colores, nos entregaron un álbum repleto en sonidos cautivantes y espaciales que definitivamente dictaron lo que sería el futuro de la banda.
Amon Amarth – Twilight Of The Thunder God (Metal Blade Records)
En el séptimo álbum de su carrera, los suecos quisieron ahondar y perfeccionar cada parámetro de su música, tomando el sacrificio de Thor con devoción para brindarnos su álbum más sólido, el que les otorgó el título de peso pesado en el género.
Aquí no sólo hubo la tradicional preocupación en la imaginería vikinga y nórdica –más aún con el explosivo atractivo que tiene el Rägnarok como tema– sino que resultó ser el LP más detallista de Johan Hegg y cía., en el que explotaron cada campo que su sonido –radicado en el melodic death metal– permitía, llevándolo a áreas filosas con tintes exasperados de thrash y death, como también equilibrando a la perfección la esfera melódica y la agresiva, permitiendo que toda esa épica transmutara en un sonido universal que gracias a la producción de Jens Bogren, viera incluso posibilidades futuristas en canciones como «The Hero» y el grand finale: «Embrace The Endless Ocean».
Ese manejo casi maquiavélico y sumamente preocupado por el orden de un puñado de canciones con méritos suficientes para el título de single, brindaron clásicos tan entrañables como «Guardians Of Asgaard» y «Twilight Of The Thunder God», es sólo una razón más para alabar el trabajo de estos vikingos.
Vampire Weekend – Vampire Weekend (XL Recordings)
Un debut que juega de manera casi burlesca con los tabúes del indie de guitarras, remodelando el concepto a uno propio –que dice a todas luces Vampire Weekend– y es justamente eso lo que más encantó de este álbum: el gancho directamente irresistible con ese derroche de personalidad entre guitarras que, inconformes con tan sólo acordes, experimentaban y estrujaban melodías por todos los trastes, señalando las vías a seguir a una sección rítmica enriquecida en inquietud, en la que la batería no se aguantaba en hablar, muy a lo Ringo Starr. El fruto final fue uno de los mejores debuts del siglo XXI, poniendo a Vampire Weekend de inmediato como una banda de renombre que juega con sus propios caprichos, entre tonos danzarines y gentiles, con una producción minimalista y pulcra pero con composiciones que quebraron varios paradigmas en el 2008.
Katy Perry – One Of The Boys (Capitol Records)
El debut de Katy Perry fue uno que no temió en abrazar la postura más estética del pop, uno bien dulce y rico en éxitos generacionales, tales como «I Kissed A Girl» y «Hot N Cold», invadiendo las listas de reproducción de millones de personas que cayeron ante el encanto irresistible de un un display de canciones que tenían su motivación en un entretenimiento sinfín, sin mayores pretensiones. También es el único que mostró, en la dosis correcta de los gustos rockeros –algo olvidados– de Katy, en las que bebía mucho de la escena popera juvenil de los ’00, y puede que este sea el punto de quiebre para varios, pero no hay que negar que este debut la insertó de inmediato en el panorama universal de la música.
ASIAN KUNG-FU GENERATION – World World World (Ki/oon Records)
Cada disco que estos próceres del rock japonés moderno manufacturan, es una fuente inagotable de influencias, enseñanzas y por sobre todo, buenas canciones. Dominando no tan sólo el mercado, sino la veneración, atención y devoción de futuras bandas, en World World World, su cuarto álbum de estudio, no es que realmente hayan deseado innovar en un sonido que es lo suficientemente versátil como para pensar en ello como una necesidad; aquí existe la perfección del concepto en –casi– forma de manifiesto, con trece canciones que relucen por la energía evocada y su calidad, pues vaya que es difícil entregar un álbum parejo, y aún más que todas las canciones contemplen el codiciado título de hit.
Kings Of Leon – Only By The Night (The Control Group/RCA Records)
Kings Of Leon abrazó en su totalidad ese acercamiento más popero que tuvieron en Because Of The Times, entregando un álbum que ciertamente generó controversia en su momento por lo agresivo de esta metamorfosis en la que hicieron a un lado su influencia sureña. No obstante, el destino se encargó de que esta caja de eternos éxitos llenara estadios, radios y cuanto lugar se pudiese, en las que incluso los escépticos aceptaran que es uno de los mejores discos de aquel año, y cómo no si canciones como «Sex On Fire» y «Use Somebody» se insertaron desde su misma concepción en las arcas de los arquetipos de la música.
Sigur Rós – Með Suð Í Eyrum Við Spilum Endalaust (EMI/XL Recordings)
Tal vez el disco más generoso y colorido en lo que a matices y melodías refiere. No sólo hay un afán por adentrarse en esos dominios tan etéreos como exquisitos del post rock, sino que se propusieron hacer un disco más luminoso, por así decirlo, y el resultado final es mucho más que claro en sus propósitos, y es que objetivo que se proponen los islandeses, lo cumplen.
Ciertamente el post rock brinda todas las facilidades para que la imaginación se desligue de sus ataduras más conservadoras, pero el meollo del asunto recae en que tanto dibujar una y otra vez los límites, sin caer en la complacencia ni tampoco en una verborrea sonora sin sentido. Lo que hizo Sigur Rós fue difuminar todas esas barreras por completo, para jugar con absoluta libertad entre almas desnudas, incidiendo en ese estado primigenio cuidado por nuestras memorias, con una conexión inmediata envidiable. Para gente que ve la belleza en la ausencia de barreras, nada es imposible, como si se tratase de un llamado silencioso, tímido y por sobre todo, melodioso al mundo de la música, e incluso la vida.
Testament – The Formation Of Damnation (Nuclear Blast)
Testament siempre fue y será una banda que ve en la honestidad su máxima virtud, y es aquí en The Formation Of Damnation dónde veríamos hacia donde irían sus energías y esfuerzos, después de 9 años del The Gathering –el último disco a la fecha– e incluso después de una intensa lucha contra el cáncer de parte de Chuck Billy, el vocalista. Es gracias a esa tan añorada y sincera virtud que salieron más que victoriosos, aumentando las posibilidades de su música en infinitas formas, tomando el thrash pionero del Bay Area; el rebelde endurecimiento del death que tuvieron en los ’90; y las bondades de las nuevas tecnologías y conceptos del thrash moderno, resultando en un disco increíblemente satisfactorio que ponía una antesala auspiciosa a lo que sería el futuro de esta banda.
Por alguna razón los fanáticos no sintieron este álbum cómo una prueba a superar dado el tiempo esperado, sino que, depositaron su confianza en la lealtad de Testament con sus creencias, esas que los mantuvieron a flote aún en una etapa tan negra para el metal ochentero como lo fueron los ’90.
AC/DC – Black Ice (Columbia Records)
La pandilla de Angus Young, en su rol de big bosses del rock, se tomaron las cosas con cierta calma para poner las cosas en su lugar. Así fue como pasaron 8 años desde Stiff Upper Lip, una época algo extraña de los australianos que vería su fin con Black Ice, un álbum fundado en hacer las cosas a la antigua, de manera consistente y listos para remecer los amplificadores, agitando las cosas a lo grande.
Con un sinfín de riffs estruendosos y llamativos, marca registrada de AC/DC, no pretendieron en cambiar visiones o experimentar, siendo fieles a su sonido y bueno, la historia misma de su carrera. Lo importante era hacer un disco más directo, de estadio, de saltos y coreos, de carretes y juergas, y aunque pecaron en la duración de este, no quita en absoluto que nos hayan entregado éxitos inconfundibles como «War Machine» o «Rock ‘N’ Roll Train». Cuando uno escucha a AC/DC, sabe a lo que va, y siempre salimos contentos.
Children Of Bodom – Blooddrunk (Spinefarm Records)
Blooddrunk es probablemente el disco más agresivo de Children Of Bodom, siendo uno de los discos que más demostró un cambio en el imaginario compositivo de Alexi Laiho y a su vez, el más coherente y cohesionado de los últimos 10 años. Con un acercamiento directo al thrash metal, Blooddrunk fue y es una verdadera bomba de riffs en las que se sentía el olor a sangre, que tomaba forma en melodías que fácilmente podrían anunciar la llegada del Apocalipsis. Sinceramente aún no me explico porque no visitan más canciones de esta placa, además de la que da título al nombre del disco; cortes como «Done With Everything, Die For Nothing», «Smile Pretty For The Devil» o «Hellhounds On my Trail» serían verdaderos highlights en cualquier álbum o show del género.
Escrito por: Jota