Escrito por Hernán Carrasco
Fotos por Nicolás Rosales
La triple partida de la banda francesa Magma en territorio nacional, dejó un sabor único en la esfera “proguera” chilena. Siendo el tercer y último show en Chile, en la ciudad de Concepción, un espectáculo lleno de frenesí y una vitalidad muy única, tanto en la propuesta creativa de la imaginería, como en las características más técnicas y musicales del grupo completo. Y si, es que indudablemente Magma nos deleitó una vez más este 1 de Mayo en el Teatro de la Universidad de Concepción.
La apuesta no sería distinta a su presentación en Santiago en el Nescafé de las Artes, un setlist compacto que unificó tanto material de su álbum más reciente Kãrtëhl (2022) como del sofisticado Ëmëhntëhtt-Ré (2009), versión que cuenta con la presencia inigualable y protagónica de Christian Vander, fundador de la banda, en baterías. Además, contó con títulos variados desde el contemporáneo KA (2004) y el “soulero” Merci (1985).
Así, comenzando 15 minutos más tarde de lo estipulado, la presencia de los once integrantes de Magma frente al público, que los recibió con una ovación gigantesca, iniciaba la tanda con “K.A. I”, una intrépida y caótica canción de 10 minutos donde la cualidad vocal de los exponentes del Zeuhl se volvió una amalgama de sonidos que iba zigzagueando junto con las rítmicas extrañas y las armonías disonantes. Siguiendo con cortes como “Hakëhn Deïs”, “Do Rïn Ïlï Üss” e “Irena Balladina” – dedicada a la madre de Vander-, la esencia tribal del unísono cantor, adueñada de esa espiritualidad del jazz y la excentricidad del “prog”, fueron cánones que distinguieron esa propuesta tan única de los franceses.
Y si bien el Teatro no estaba completamente lleno, la fanaticada se hacía sentir con cada platillo, acorde, agudo lírico y bajo prominente que proponía Magma; El espíritu de los franceses se ensalzaba como en una especie de “ritual” donde el Kobaïan se manifestaba en su lengua madre.
El show mutaba a su segunda mitad: una interpretación prestigiosa y detallada del Ëmëhntëhtt-Ré. Y es que la densidad de la instrumentación fue avasalladora en términos de sonido y composición, pero eso sí, nunca perdiendo el foco excéntrico de su imaginería. El motivo guiado por Christian y Stella Vander en sus roles protagónicos, se intercalaba en secciones más amenas, mientras se iba construyendo un clímax de tensión con el paso del tiempo. Hubo un momento en donde Christian tomó el micrófono y comenzó a cantar, muy en contraposición del unísono vocal de los demás cantantes. La puesta en escena fue casi perfecta. Una impresión que terminó con una ovación de pie generalizada.
La noche ya caía y Magma comenzó a despedirse de Concepción, la velada fue apaciguada con la calma en “The Night We Died”, canción que ahuyenta el frenesí más caótico, compactando un aura más hipnótica y surreal. Para terminar con “Dëhndë” en donde Vander se posiciona como frontman, en una especie de “Dark cabaret” bien excéntrico y jazzero.
Así culminaría una de las presentaciones más portentosas del año en Concepción. La mítica Magma resonó con fuerza y excentricidad en un teatro más que maravillado con la puesta en escena, sintiendo una autenticidad cargada de emocionalidad y técnica. La presencia de los franceses nos complació profundamente, con un caos y frenesí que gustosamente volvería a presenciar.
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