Existe una profundidad escalofriante en los pasajes más ambientales que puede llegar a crear Ryuichi Sakamoto, cuando apunta su visión de lleno en ese aterrizaje geopolítico que le da a su música, resumiendo una de sus mayores virtudes a la hora de componer su propia creación como al musicalizar películas. Si con ese debut de Yellow Magic Orchestra ya nos daba indicio de toda la universalidad de propuestas a las cuales podía llegar, su trascendencia tomaría un salto a su propio cobijo con el monumental debut que significó Thousand Knives, como una de las odiseas más memorables que nos brindaría la experiencia sintética en la década de los setenta.
Thousand Knives of Ryuichi Sakamoto y su funcionalidad compositiva mostraría tal vez una pretensión que solo sería posible en las aguas del Krautrock Alemán, o la visión moderna del Pop instaurada por Giorgio Moroder. Sin embargo y así como jugó un rol la ya mencionada YMO, esta obra forjaría una identidad tan propia como sus razonamientos artísticos expuestos con tanta soltura e imaginación en este debut, donde explayaría potencial y un virtuosismo tan personal como universal. La corriente fluye en tantas direcciones y de variadas formas, montando un conjunto de sketches sonoros desde el Pop, el Jazz, la música experimental o la electrónica, matizada a través de influencias Ambient o derechamente precursoras del Techno Pop como de las bandas sonoras, sea cine o videojuegos.
Un álbum de aquellos innovadores de todo tipo de movidas, creando un imaginario auténtico, reflexivo y expresivo, cuajando desde temprano las inquietudes naturales y virtuales que cimentarían posteriormente la carrera de un genio sin igual. Sus instrumentaciones, vocalizaciones y secuencias atípicas en el panorama mundial, representan en sí mismas un folclor difícil de obviar, funcionando como una constante relectura de aquella época abundante de sabores por descubrir.