Escrito por Antonia Hernández
Fotos por Isidora Blanco
El jazz británico llegó a Santiago con la energía vibrante de Ezra Collective, transformando Club Chocolate en una pista de baile en la que la euforia y la conexión colectiva fueron las protagonistas. “Hemos esperado 10 años para llegar acá” comentó Femi Koleoso, baterista y lider de la agrupación, a medida que las primeras notas de «Ego Killah» comenzaban a inundar el recinto. Tras una presentación enérgica de Newen Afrobeat, los ánimos elevados y las expectativas permeaban el aire, listas para ser encendidas por el conjunto británico.
Directo desde el corazón de Londres, la fusión de jazz con afrobeat, hip-hop y funk entregó una presentación electrizante, reafirmando a Ezra Collective como una de las propuestas más frescas y emocionantes del panorama actual. Los grooves hipnóticos y solos incendiarios continuaron con «Welcome to My World» y «The Herald», el recinto resplandeciendo con el virtuosismo de los vientos de Ife Ogunjobi en la trompeta y James Mollison en el saxo.
Cualquier intento de quedarse quieto por parte del público quedó obsoleto, la jam constante de la banda dejó en claro que disfrutaron estar en el escenario tanto como la audiencia disfrutó verlos, sonrisas en alto y un movimiento rítmico incesanten que invitó a todos los presentes a mecerse al unísono.
Frenesí imparable
El setlist recorrió distintos momentos de su discografía, destacando «Togetherness» y «Ajala” junto al bajo de TJ Koleoso y «Victory Dance» y «Everybody», que encendieron el recinto con un frenesí imparable. Así mismo, «Sao Paulo» significó un momento sumamente especial: escrita durante una visita de la agrupación a Brasil, Koleoso destacó la alegría de poder tocar la canción en Sudamérica, agradecido por la oportunidad de compartir su música en nuestro país.
«Everybody» avivó la hoguera de energía y exitación con miembros del conjunto bajando del escenario y mezclándose con el público, la complicidad de la jornada demostrada en un simple ejercicio donde ambas partes se congregaron en baile para celebrar la unión más pura de la música: tanto audiencia como banda entregándose al ritmo en devoción absoluta.
Cerrando con «God Gave Me Feet for Dancing», Ezra Collective selló la experiencia con una descarga final de energía, en un concierto que significó una celebración de la música como lenguaje universal, donde la propuesta no sólo se trata de virtuosismo y técnica, con los que claramente cuentan, sino de una entrega genuina que convierte cada presentación en un acto de comunión rítmica y emocional.