Por Alexander Castillo
Dos epés y dos álbumes marcan la discografía de Ciudad Nómade, banda de pop rock santiaguina que en un par de años cumplirá una década de trabajo activo. Su más reciente placa, “Espiral” (2024), los presenta explorando una mezcla entre el rock latino y la corriente power pop, sumándose al estudio Seba Gallardo y Fer Lamas, de We Are The Grand, como productores del álbum.
Nicolás Labarrera, el hombre tras la guitarra en Ciudad Nómade, conversó con Expectador sobre el nacimiento y el trabajo tras el último disco, la amistad interbandas con We Are The Grand y la experiencia de telonear a LANY, entre otras cosas.
Los titulares hablan de “diez canciones de amor tóxico y salud mental”. ¿Cómo nace el concepto detrás del álbum?
Si bien hay artistas que definen un concepto y de ahí elaboran, esto fue fruto de un viaje que, al culminar y mirar para atrás, nos dimos cuenta de que eso era lo que contamos. Así se articuló el cuento. El origen del álbum tiene que ver con que, cuando partimos, nos propusimos contar historias. Mirando hacia atrás, creo que nuestra música era muy situacional, reactiva, en el fondo de lo que estaba pasando afuera. También medio etérea.
La mayoría de las canciones eran muy a la interpretación del otro y, en este álbum en particular, de verdad queríamos sacarnos todo de encima. Entregarnos al proceso, mostrar esa vulnerabilidad y contar una historia que fuera común. Así fuimos contando distintos relatos que sentimos que nos pasaban a nosotros y a mucha gente más.
Claro, de repente una canción tenía que ver con el enamoramiento, otra tenía que ver con reflexiones personales, otra con el duelo y fueron apareciendo así, de forma azarosa. Cuando terminamos, al momento de ordenar las canciones, sabíamos que habían temas de fondo. Sabíamos que la salud mental cruzaba todas las canciones, pero también vimos que esa salud mental respondía a una historia que se había contado. Ahí es donde aparece el tema del amor tóxico.
¿Tú te acuerdas cuál fue la primera y la última canción que hicieron para el álbum?
La primera fue “Narcisista”. Es interesante, porque nosotros siempre venimos muy del rock, de lo estridente de la sala de ensayo, y en este disco quisimos replicar algo menos estridente pero con la misma actitud. Cuando partimos con “Narcicista”, las primeras referencias que surgieron fueron lo último de Foals, entonces ahí agarramos esos primeros singles de ese álbum y partimos por ahí, pero el camino nos fue llevando a otros lugares.
La última canción que compusimos fueron dos. Por un lado, “Te seguiré” y, por otra parte, “De otra manera”, que son canciones muy distintas entre sí. Esas fueron las últimas que logramos cerrar.
Y de todas las canciones del disco, ¿cuál dirías tú que fue la que más les costó armar?
“De otra manera”, totalmente.
¿Por qué?
Creo que era una canción que, en términos vocales y de lírica, nos fue difícil encauzar. Bueno, en la banda somos cuatro mentes creativas, tres de cuatro con una personalidad fuerte pero también muy de equipo.
En esa canción en particular nos costó llegar a ciertos acuerdos, pero creo que también algo muy bonito y que tiene que ver con el paso del tiempo es aprender a no tener la razón. En el fondo, soltar y confiar en tu equipo. La canción surgió un poco de ese ejercicio y creo que al final tomó su lugar en el álbum y tomó sentido, también.
«La llegada de Seba y Fer fue una reafirmación de que nuestro trabajo iba encaminado».
Ustedes han logrado establecer una relación de amistad y trabajo con Seba Gallardo y Fer Lamas de We Are The Grand. Cuéntame cómo llegó a ser ese nexo.
Fue bien curioso y azaroso. Nos conocimos carreteando, yo creo que así hemos conocido a mucha gente con la que hemos trabajado. Después de un show que hizo Triciclo Parlante con Plumas en Club Chocolate terminamos en la casa de alguien que no conozco y llegaron los chicos. Empezamos a conversar en la cocina.
Pasó que ya veníamos componiendo y mucha gente piensa que el sonido estuvo marcado por We Are The Grand, pero el proceso, y precisamente el por qué fluyó, fue porque ya veníamos en un camino en donde trabajar con Seba y Fer era el paso lógico.
Ellos sabían de nuestro trabajo y en el minuto en que tuvimos la primera reunión con Seba fue curioso. Estábamos acostumbrados a soltar mucho el proceso de producción en el productor, valga la redundancia. Veníamos del rollo de «Oye, ¿de verdad queremos meternos en esto?» y pensamos que nos íbamos a encontrar con alguien que nuevamente iba a querer meter mucha mano y que su rollo sería como «¿Hasta dónde me van a permitir entrar?».
Teníamos pensado hablar con más productores, pero en el minuto en que nos sentamos y salimos de esa reunión no lo pensamos dos veces, nos sentimos súper cómodos.
El tiempo no solamente confirmó la buena decisión musical, sino que los chiquillos llegaron con la palabra precisa en los momentos complejos que pasamos en la composición. Sin ir más lejos, partimos siendo cinco y hoy somos cuatro; se fueron dos integrantes, siempre en buena onda pero implica terremoto.
La llegada de Seba y Fer fue una reafirmación de que nuestro trabajo iba encaminado. No solo ellos, también el Benja y el Seba Lira, siento que nos validan como pares. Eso para nosotros ha sido clave para soltar un montón de amarras respecto a lo creativo. Tenemos herramientas para poder decir algo en serio.
«El matiz es un signo de madurez en la música».
¿Cuáles han sido los aprendizajes que han conseguido tras siete años de carrera? ¿De qué forma los aplicaron a la hora de hacer este nuevo disco?
Lo primero es que menos es más. Hay una frase que encuentro genial, que es: la primera pregunta que uno se debería hacer en un proceso de producción, más que “¿Qué más le pongo?”, es “¿Qué le saco?”. Creo que ese ha sido un aprendizaje que hemos incorporado en el tiempo.
Otro elemento clave es no matar las ideas. Va a sonar un poco contradictorio, pero graba todo lo que se te ocurra, ¿cachai? Me pasa que los chicos se ríen porque, por ejemplo, en “Vuelves (Una y Otra Vez)” hay más pistas de guitarra que de batería. Entonces me dicen «¿Cómo vai’ a tener 16 pistas de guitarra?», pero claro, sale del juego. Lo que pasa es que quiero tocar una nota así, con ese efecto, y la vamos a filtrar. Siento que todo eso nos ha sumado en el proceso creativo.
Algo súper interesante es dejar de pensar en tu instrumento y pensar en función de la canción. Creo que en las primeras canciones uno quiere meter miles de notas, ser tú el instrumento principal, y de repente es como «oye, el silencio requiere una habilidad». El matiz es un signo de madurez en la música. Creo que todos esos elementos han sumado y también es lo que te decía: aprender a soltar. Es imposible que cuatro personas estén todas de acuerdo en cada punto de una canción y ser capaz de decir «¿Sabes qué? Lo primordial es que el proceso avance».
Obviamente hay que conversarlo, poner el punto en la mesa, pero en algún momento hay que cerrar la canción, sacarla y ya tendremos otra para trabajarla de otra manera.
¿Cómo llegaron a telonear a LANY?
Fue una experiencia bonita. Nos topamos con el fan club de la banda, que nos recibió desde el minuto uno. Sin ir más lejos, nos llegó la gráfica oficial porque nos etiquetó el fan club. Empezamos a hablar y nos prestaron ropa, toda esa semana nos difundieron. Hubo gente que llegó, se sabían todas las canciones, fue muy bonito. Fue lindo para nosotros porque no habíamos tenido la oportunidad de tocar en Blondie. Si bien habíamos teloneado a We Are The Grand y a Viniloversus, no habíamos tenido la oportunidad de telonear a una banda anglo.
Coincidió que la última etapa de composición del álbum estuvo muy influenciada por LANY y por ahí salió. Empezamos a contactar a la productora, les enviamos el material, esto apenas se anunció la fecha. Unos diez días antes nos dicen «Ya, vamos», pero también hay algo muy curioso, esto no lo sabe nadie.
Esta fecha era el 14 de mayo y a nosotros se nos había casado el vocalista hace un mes, él llegaba el 14 de mayo a las 14:00. No teníamos ningún margen de error y, aparte de eso, el bajista estaba fuera de Chile. Entonces, figuramos diez días antes con el baterista así como «¿Qué hacemos?» Yo le decía que no podíamos no ir.
Nos conseguimos pistas de las canciones nuevas que aún no sacábamos, a alguien que nos secuenciara el bajo de buena forma y dejé de pensar en la idea de que el vocalista no llegaba. O sea, la probabilidad de que se atrasara el vuelo era altísima, y el Esteban literalmente llegó, fue a la casa, se puso ropa, se comió un sandwich y se fue a la Blondie. La prueba de sonido partió a las 18:00 y él llegó a las 18:20. Probamos tres, cuatro canciones y vamos. Tuvo eso como de rock and roll, también.
«La propuesta de nosotros tiene que ver con que lo que generamos es buena onda, eso es lo que buscamos».
Ustedes tienen una presencia bastante activa en redes sociales. ¿En qué minuto deciden ser una banda que está constantemente generando contenido?
Hoy en día, el escenario de la música plantea un desafío difícil pero interesante. Nosotros teníamos dos opciones: visualizarnos netamente como músicos o empezar a hacerlo como comunicadores. Eso implica no solamente lo que hacemos en la música, sino que esto mismo. Hacer una entrevista es otro tentáculo de este pulpo que hoy se requiere ser como músico. También responde a una necesidad que tenemos de conectar. Para nosotros, la principal motivación es conectar con la gente. Si la gente está en este espacio tenemos que buscar cómo generamos un puente para encontrarnos a medio camino en la música.
También creo que plantea posibilidades súper interesantes, sobre todo en un contexto donde hay menos locales, menos posibilidades de tocar. Es una manera de mantenerte presente y presentar tu música en otro formato. Hemos hecho vídeos especiales para Tik Tok e Instagram, vídeos de 30 segundos que tienen un rollo, una estética, y también hemos aprendido a disfrutarlo.
¿Y cómo ha sido conformar una comunidad en torno a este contenido?
Peludo, como siempre. Hay varios que hablan de comunidad y en la práctica no sé si da para eso. Yo creo que hemos generado un afecto, un cariño. Hay cierto reconocimiento, sobre todo de nuestros pares, pero armar una comunidad ha sido complejo. Creo que ahí está el gran desafío: ¿cómo transformar este movimiento que se da en lo digital a lo físico? En ese sentido, la pandemia para nosotros fue un pésimo enemigo, porque estábamos en ese proceso donde ya llegaba la gente a los shows. Post pandemia toda la escena cambió, pero justo este último tiempo ha estado entretenido.
Creo que explorar plataformas como Tik Tok nos ha permitido llegar a otro público, uno más chico pero que igual conecta. Desde YouTube también hemos podido consolidar el segmento de entre os 25 y los 35 y en la insistencia vamos a ir recogiendo amigos. No me gusta hablar de fans, creo que la propuesta de nosotros tiene que ver con que lo que generamos es buena onda, eso es lo que buscamos. Por eso el contenido de las redes sociales va en esa línea, de verdad queremos ser la banda que podría estar en tu cumpleaños, guitarreando un rato, y te cagas de la risa.
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