Escrito por Felipe León
Fotos por Aarón Castro
Numerosas son las visitas del grupo sueco Therion a nuestro país, datando su primer encuentro con el público local hace casi 30 años atrás en plena década de los 90s. Una relación a todas luces fructífera que ha sabido mantenerse a través del tiempo, siendo un testimonio tanto de los cambios estilísticos del proyecto como de distintas generaciones cautivadas por el atractivo ocultista y operístico que poseen.
Los tuvimos el año pasado en Club Blondie. Ayer domingo 15 de septiembre tocó Teatro Cariola, con ambas fechas inspiradas en distintos volúmenes pero un mismo concepto ligado a ‘Leviathan’. Trilogía de álbumes que aterrizó con su tercer capítulo, además de los clásicos que tanto encantan a su audiencia.
Fuego contemplativo
La jornada partió con la presencia de Lapsus Dei, banda proveniente de Temuco con más de 25 años de trayectoria, así como varios discos que evidencian de lo que están hechos. Tal cuál lo pudo palpar la abundante cantidad de gente que llegó temprano para el show, encontrando en su propuesta algo tan calmo y atmosférico como gutural.
En ese sentido, el grupo aprovechó sus cualidades musicales para visualizar un enfoque misterioso y algo desafiante, centrando sus esfuerzos en su más reciente obra, ‘Sea of Deep Reflections’ (2020). Bajo un sonido de death doom metal, generaron variados momentos donde el público respondió con aplausos y más, al son de temas como «Colossal», «Naufragos» o «The Call of Sirens», entre otras.
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Canto a las artes prohibidas
Las condiciones adecuadas estaban dadas para recibir a Therion, quienes arribaron al escenario puntual a las 21 horas. Fueron más de dos horas de concierto empleadas en mostrar parte de su legado, a partir de una interpretación que resaltó parte de los encantos que hoy los tienen en un verdadero altar.
Son pocas las agrupaciones de metal sinfónico que han logrado tanto como los suecos, y eso se notó al solo percibir el setlist de la noche. Porque claro, faltaron algunas piezas más que destacadas de su repertorio, más no escatimaron en ahondar distintas etapas de manera fidedigna. No por nada, la tan cuidada esencia de su canto a las artes prohibidas mantiene sus aspectos más novedosos, encontrando espacio suficiente en la noche para hacer gala de tales virtudes musicales.
De tal modo, las 23 canciones que sonaron en Teatro Cariola reflejaron su ímpetu a la hora de canalizar aspectos de la opera y música clásica con metal. Así como poner sobre la mesa temáticas que van desde el ocultismo a la mitología nórdica, todo manifestado desde las buenas interacciones entre sus integrantes, y por supuesto, el público.
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De Leviathan y otras bestias
El principal motivo de la visita tiene que ver con su reciente obra, ‘Leviathan III’, que junto a sus dos entregas anteriores han posicionado a Therion en los tiempos actuales. Porque la nostalgia no lo es todo, sobre todo cuando aún hay espacio para la creatividad como bien lo demostraron temas como «Ruler of Tamag» y «Ayahuasca».
Estas piezas se mantienen fiel al estilo del grupo, encontrando influencias incluso que traspasan lo progresivo, el power y heavy metal tradicional. Aquello también se tradujo en cortes tipo «Eye of Agol», «El primer sol» y «Litany of the Fallen», pertenecientes a los volúmenes 1 y 2 de esta especial trilogía.
Aunque tampoco fueron las únicas bestias que salieron a flote, ya que la agrupación trajo a la memoria la buena década que tuvieron tras el cambio de milenio. No por nada, discos como ‘Lemuria’ pasarían a ser claves en su carrera -bastante querido por lo demás-, lo que se notó en el recibimiento que tuvieron «Uthark Runa», «Typhon», y «Quetzalcoatl».
Así mismo, «Seven Secrets of the Sphinx», «The Crowning of Atlantis» y «Ginnungagap», ubicadas para el comienzo, se complementaron bien con otras tipo «Mark of Cain».
Más allá del umbral
El aspecto vocal fue otro gran logro de la velada, con la monumental presencia Lori Lewis, así como el fuego de Rosalía Sairem y carisma de Thomas Vikström cumpliendo a cabalidad. Por otra parte, el maestro de ceremonias Christofer Johnsson, junto al también guitarrista Christian Vidal, el ondero bajista Chris Davidsson, y certero baterista Sami Karppinen, dieron el ancho para así conjugar una elaborada pero entretenida apuesta en directo.
Fueron la base de una ambiciosa presentación, aclimatada a los designios oscuros y simbólicos que Therion profesa con tanta gracia desde siempre. Pues, más allá del umbral se hayan todo tipo de cantos que fueron necesarios conjurar, para el deleite de las personas que asistieron al recinto.
Por lo mismo, variados momentos estuvieron marcados por los clásicos de siempre. «Clavicula Nox», «Black Sun» y «Wine of Aluqah» testificaron en nombre del recordado álbum ‘Vovin’ (1998), mientras que «Nightside of Eden» y «To Mega Therion» lo hicieron para ‘Theli’ (1996).
Los aplausos también fueron la tónica, desatándose para el final con dos joyas del cancionero de Therion: «The Rise of Sodom and Gomorrah» y «Son of the Staves of Time». Extensa jornada que no queda más que agradecer.
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