Reseña por Dominga Chamorro
El título de esta reseña es la primera línea de diálogo, dicha claramente, a pesar de su acento alemán, por Ingrid Zsurgelis, una sobreviviente de Colonia Dignidad.
El filme, dirigido por Matías Rojas Valencia, retrata la vida de Ingrid Zsurgelis y Franz Bäar una pareja mayor, que logró escapar la esclavitud y tortura dentro de Colonia Dignidad, el infame enclave alemán creado por Paul Schäfer que explotó la mano de obra de sus ciudadanos y que funcionó como centro de tortura durante la dictadura de Augusto Pinochet. Como interludio, se trenza la historia de ficción de una mujer (Paulina García) y como busca el perdón por su pasado.
Durante el curso de la proyección, se ve la Patagonia invernal en la cual viven Ingrid y Franz impregnada en la pantalla como una pintura. La severidad, las llanuras de pasto seco, los árboles desnudos, las gallinas y las vacas ocupan tan solo una pequeña parte de los cuadros llenos de cielo y vegetal.
Si bien se muestra el interior de la casa de la pareja, un refugio al fin del mundo, su vida se desenlaza en la naturaleza. A pesar de su edad, Franz sigue acarreando troncos de leña sobre su hombro como si nada. Ingrid atiende a sus gallinas. Ambos juegan con sus perros en la nieve. En alemán ellos dicen: «Este es nuestro bosque».
La relación entre los dos protagonistas es un vínculo entrelazado por décadas de amor y dolor. Ellos construyen su propio idioma: una mezcla de alemán, español y palabras improvisadas que son un puente entre ambos idiomas. Cabe mencionar que Ingrid nació dentro de la Colonia, mientras que Franz, nacido en Chile, fue secuestrado por la secta a los diez años.
Sus vidas se ven retratadas en detalles capturados por la cámara como un secreto. Las uñas quebradas y cutículas embarradas de Franz, endurecidas por el trabajo manual. La sonrisa pilla de Ingrid que detrás esconde unos dientes rotos, pero no por eso menos alegre.
De manera recurrente se utilizan las sinfonías de George Frideric Handel, un compositor alemán del siglo XVIII. Está era la música que se escuchaba en la Colonia y que hoy es un bálsamo. Presentada de manera delicada y sensible, hay que entender que tiene que ser celestial para salvar del electroshock.
El interludio de ficción, si bien interesante, ocupa preciado tiempo del filme en distraer de una historia tan compleja como la de Franz e Ingrid. Resulta incómoda en el montaje. Siendo un poco confusa, es difícil tenerla en la misma estima que el material documental.
«Aullido de invierno», a pesar de desenfocar con su interludio, mayoritariamente describe un amor incondicional, pero que no puede sanar todas las heridas del pasado. El Estado de Chile aún no indemniza a los sobrevivientes de Colonia Dignidad. La pregunta es la siguiente: ¿Cuántas veces se tiene que contar una historia para encontrar justicia?
Aullido de invierno forma parte de la cartelera del SANFIC20 que se realiza del 18 al 25 de agosto
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