Rubio en Club Blondie: Entre penumbras silentes y vorágines encandilantes

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Alejandra Besoain

Lo que hizo Rubio la noche de ayer en Blondie quedará marcado en un lugar especial en la historia recitalera de proyectos nacionales. Fran Straube sorprendió una vez más con un espectáculo sonora y visualmente ambicioso, virtudes acostumbradas por su actitud siempre a la vanguardia –pero no menos sorprendentes–.

Y si de vanguardia se trata, el acto de apertura que estuvo a cargo se luce en esos aspectos. Sí, y es que María y Los Templos cautivó a la audiencia por su propuesta que combina las bondades del avant-garde jazz con una cantautoría inexplicablemente única y fascinante. Es que el proyecto de la valdiviana María Sigú dejó caer cortes tras cortes de ‘La Prenda’ (2023) –álbum que destacamos en el top 10 de discos nacionales del año pasado–, estimulando aún más a los oídos y mentes abiertas de la audiencia allegada al recinto a eso de las 20:00 hrs.

El recorrido increíble que ha tenido Rubio desde su debut en 2018 con ‘Pez’ ha sido uno de los casos más enigmáticos de la música chilena. No por nada cuenta con un fanbase totalmente comprometido que buscó retribuir el cariño a Straube con un fan action con globos azules. Ad-hok. Las estéticas atribuidas a ‘Venus & Blue‘ (2023) respondían a ello, y ya el inicio del show con «Calla» dejó esa asombrosa postal.

El apartado visual evocaba un ambiente que cambiaba de forma constantemente, ante la conjugación del humo con los suaves colores celestes y azules que bañaban el escenario. De ahí que las penumbras silentes –en las que se escondían las siluetas de los músicos en escena– o las vorágines encandilantes –posicionadas con claras intenciones artísticos sobre el escenario– deslumbraban una y otra vez con temas como «Kintsugi» o «Después de ahogarme». Mención especial merece la versión electrizante de «Lo que no hablas», superando por creces su versión en vivo por el alto valor de impacto en su interpretación –esos destellos, dios–.

Sí, ‘Venus & Blue’ (2023) tuvo un grandioso recibimiento en sus seguidores. Se podía notar a millas. Sin embargo, los clásicos siempre pegarán un poco más fuerte, y es que la carga emocional que yacía bajo temas como «Seres invisibles» y «Compañera», vertían todo tipo de sensaciones en un público que cantaba cada verso religiosamente.

No obstante, esta era llama al profundo azul a atrapar todo a su paso. De cierta forma, las cualidades absorbentes y atrapantes del art pop/alt-pop de Rubio se veían aumentadas de forma exponencial. Existe cierto juego textural en el que tracks como «Cuando el sol se vaya a dormir» y «Buena muchacha» brillan, dialogando con la elegancia que proponían aquellos temazos de ‘Mango Negro’ (2020), como lo son «Nudo» y «Pájaro azul».

Que las luces estuviesen dirigidas directamente a nuestros ojos no parecía una coincidencia, y aunque definitivamente importaba un desafío para aquellas personas fotosensibles, el propósito de dicha decisión artística era de lo más entendible. Habían, a lo menos, dos opciones. Juntar nuestros párpados y dejar nuestra imaginación fluir entre los paisajes robustos de «Coral» o «IR». O, tener nuestros ojos abiertos con dificultades para captar toda la información visual, resultando en especies de fotogramas que nuestros cerebros intentarían conectar al son de obras de arte como «Tu olor» y «Montaña Rusa».

No importaba qué opción tomase cada asistente. El show que brindó Rubio en la Blondie estaba manufacturado de tal forma que contaría con una experiencia sensorial única para cada individuo. No había parámetro alguno sin cuidado. Todo era estímulo. Todo era una reacción química a nivel neuronal. Todo nos llevaba a las manos de una Fran que nos dejó anonadados una vez más.