Nicolas Jaar
Live Review

Nicolas Jaar en Chile: Saberes milenarios, histórica avaricia

Escrito por Felipe León
Fotos por Alejandra Besoain

Pese al frío que azolaba la noche del viernes 17 de mayo, la música en vivo aparecía como una buena oportunidad de entrar en calor. En ese sentido, la presencia de Nicolas Jaar se alzó como uno de los panoramas imperdibles del trasnoche capitalino, concurriendo hasta el Teatro La Cúpula del Parque O’higgins, con el fin de presentar su novedosa y más reciente propuesta: ‘Archivos de Radio Piedras’.

De esta manera, el nacido en Chile pudo reencontrarse con un público que recibió con los brazos abiertos su nueva música, pese a que cierta parte de este pareció olvidar el significado de la palabra ‘respeto’. Sin embargo, pese al mal comportamiento de algunos individuos, el concierto pudo realizarse con éxito.

 

Respiros previos

Hubo espacio para moverse y conectar con la música, aunque desde la primicia misma del disco que sería presentado, todo apuntaba a vivir una experiencia distinta. Más consciente y sensorial. Ya desde la partida, Felipe Saez ponía la primera piedra de una noche mágica.

Precisamente, lo que aconteció luego con la presencia del trío Fake Samo, Amanda Irarrázaval y Antonia Valladares, ayudó a entrar en onda gracias a una cautivadora presentación, que sí, exigía a gritos una mayor atención por el carácter experimental que profesaba. Más no obstaculizaba el poder adentrarse en sus dimensiones sonoras, debido a la química expuesta por cada una de las partes: cohesiva e intrigante.

Luego fue el turno de Valentina Villarroel, una institución por sí sola que protagonizó una desafiante performance, a costa de un collage sonoro de abstracta familiaridad. Precedida por el lanzamiento de su disco ‘Vibrante’, la artista llegó hasta el recinto para retratar un paisaje guiado por el choque de sus búsquedas, promoviendo nuevas formas de sonar en un vistoso set marcado por la experimentación.

Finalmente, Eli Wewentxu se encargó de brindar colores previo a arribo de Nicolas Jaar, asumiendo la tarea con un violín en mano, un trompe y máquinas. ¿El resultado? Un sincero testimonio sobre la belleza, arraigado a la presencia ancestral del pueblo Mapuche, así como la opresión estatal perpetrada hasta nuestros días por estas tierras. Todo desde grabaciones ambientales, e interpretaciones orgánicas.

La transmisión de las raíces

El concierto de Nicolas Jaar estuvo marcado por tres aspectos que jugaron a favor. De partida, el ya mencionado y lamentable comportamiento de cierta parte del público, que interrumpía con gritos burlones en momentos conmovedores, además de gritar o silbar con el único fin de ser molestia. Esto se puede extender hasta los actos previos. Aún así, la propia gente congregada en el recinto, que respondía al trance con soltura, y escuchaba atentamente el mensaje en común de tono denunciante o reflexivo, calló en más de una ocasión a los inoportunos.

Pero siendo franco, estos hiperventilados momentos pasaron a segundo plano, considerando la jugada apuesta que tradujo el artista junto a Camilo Salinas en teclado y Daniel Cataño en las percusiones. Un testimonio por sí mismo de las constantes tragedias que azotan los pueblos y el ecosistema, en manos del poder económico y político, desde una formato un tanto inesperado como el radio teatro.

Así, Nicolas Jaar y compañía estimularon el panorama en base a los otros dos aspectos, que por un lado mostraría un tono denunciante (criticando el papel de las forestales en el sur de Chile, o el violento desalojo de tomas como ’17 de mayo’). Por el otro, rescataría las raíces musicales, testimoniales y ambientales que sostienen este hermoso continente, devorado por el colonialismo y resguardado por las personas y las culturas que resistirán por siempre.

Romper el espacio-tiempo

‘Archivos de Radio Piedra’ sembró un novedoso concepto, alrededor de estos manifiestos de resistencia absorbidos en la vorágine emitida por los tres músicos en escena. Con el propio Nicolas Jaar oficiando como narrador, en medio de las cautivadoras muestras de electrónica latina que hipnotizaron el lugar.

Una muestra fidedigna del atractivo con el que carga su música, conducida con magnetismo por canciones como «salinas hasbun – aquí», «salinas hasbún – mi viejita» o «salinas hasbun – río de las piedras». Piezas que ayudan a comprender la trama tras la obra, con Salinas Hasbun, desaparecido en 2022, cruzando su camino con todo tipo de transmisiones que rompen el espacio-tiempo.

Innovadora articulación de un relato como pocos, que conecta fuertemente con las memorias que yacen por estas tierras. Una mezcolanza de vibras que remiten al baile, así como a la tragedia, encontrando un lugar privilegiado en el imaginario del artista, además de la destreza y complicidad de los instrumentistas. Un especial concierto que pudimos atestiguar con admiración.


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