Ana Curra en Chile: Arrodillaos ante la reina hispana del punk

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Juan Manuel Hernández

Siendo uno de los rostros más importantes de la movida punk madrileña, esta visita de Ana Curra a nuestro país –que se gestaría en el Club Chocolate– se materializaría como un manto de oscuridad enraizado en inmenso legado que tiene la ecléctica artista. Después de todo, ha formado parte de distintos proyectos del género como Alaska y los Pegamoides o Parálisis Permanente, siendo este último uno de los nombres más prominentes de su abultado currículum.

Quienes recibieron la asignación de oficiar como acto de apertura fueron los nacionales Sinasilo, agrupación de post-punk de alta dosis de influencias góticas, quienes tuvieron sumo éxito en esta fría noche en el recinto de Bellavista. Fueron canciones como «Equivocado», «Tormento» y «Escape», cantadas por Constanza, las que mostraron un sonido envolvente, lúgubre y bailable que mantuvieron todos los ojos posados sobre los músicos en todo momento.

Ya siendo el turno de Ana Curra de posarse sobre el escenario, su silueta se hizo un lugar privilegiado ante nuestra vista, vistiendo una túnica negra que añadía misterio a su propia leyenda. Así, con «El acto» y «Nacidos para dominar» de Parálisis Permanente, el público se entregó a un sombrío júbilo que se encargaría de estallar en coros con una versión en español de «Heroes» de David Bowie. El desplante de la madrileña y sus músicos era de lo más hipnótico e intrigante.

Los pasos de baile fueron la constante ante una arremetida sinfín de temazos como «Esa extraña sonrisa», «Quiero ser santa» o «Afrodita la monarca». Rostros extasiados se entremezclaban en un pogo que vería distintos puntos altos, como con la interpretación de «Ghost Rider» de Suicide, o bien, con la configuración instantánea de comunidad ante el salud por nuestros fallecidos. En especial por la figura de Eduardo Benavente, quien fuese miembro de Parálisis Permanente.

La locura explotó en «Autosuficiencia», con fans subiéndose al escenario compartiendo de cerca con su ídola, quien estaría dejando el show en lo más alto ante un final digno de su legado. Tras «Un día en Texas», se daba fin a un encuentro sumamente necesario entre el público chileno y Ana Curra, quien con 65 años, sigue emocionando y encarnando el espíritu del punk religiosamente.