Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos de Riverside, VOLA, MONO y Gong por Andie Borie
Fotos de Octopus Duo y Orphaned Land por Mario Miranda
La segunda edición de CL.Prog se celebró con gracia y éxito el 6 de abril en Teatro Caupolicán. Un evento que, por su propia definición, propone una curatoría especial dedicada al paradigma de la música progresiva y sonidos afines, tal y como su primera versión en 2023 postuló originalmente con Soen, Alcest, Tesseract, Mourners Lament y Desire of Pain. Sin embargo, la versión 2024 del festival se preocupó especialmente de la diversidad de las bandas, no sólo en materia de subgéneros musicales sino que también en cuanto a su procedencia.
Encabezando el festival, tuvimos el rock progresivo de los polacos Riverside; desde Dinamarca llegó el progressive metal y djent de VOLA; también hizo presencia el post-rock japonés de las leyendas MONO; el space rock y canterbury scene de los franceses Gong; el symphonic prog metal de los israelíes Orphaned Land, y el metal progresivo instrumental de los chilenos Octopus en formato dúo. Todo festival debe apuntar a un panorama diverso en sus line-ups, incluso si está centrado en un «sonido en especial«, y CL.Prog logró eso con creces.
Pero vayamos a los pormenores de la jornada:
Octopus Dúo: Dos individuos y el sonido más estruendoso de todos
El baterista Cristóbal Orozco y el guitarrista Koke Benavides trajeron de vuelta a la vida las canciones de Octopus, flamante banda de metal progresivo chilena con mucha historia e influencia, y, si bien ambos músicos detallaron en múltiples ocasiones que no se trataba de Octopus como tal, sino un formato dúo –tal y cómo nos pudo señalar Benavides en entrevista con Expectador–, la verdad es que sus fans acérrimos se encontraban más que felices de poder presenciar el regreso de estas piezas musicales tras 7 años de inactividad desde los shows que brindaron como invitados de Animals as Leaders en 2017 en el Teatro Nescafé de las Artes.
Si algo destacó de su show –que se desplegó en media hora–, fue lo fuerte que sonó. Prácticamente todas las inmediaciones del Teatro Caupolicán escucharon como la arrolladora «Momentum Kriget» dio comienzo a la jornada. El tiempo era poco, pero Koke y Cristóbal supieron aprovecharlo dando énfasis a los trabajos ‘Coda’ (2008) e ‘Into the Void of Fear’ (2013), con un despliegue surreal de riffs y polirritmos que en piezas como «Off Limits»,»Fall» y la monumental «Slussen» no dejaron a nadie indiferente. Y, como la mejor de las metáforas, el dúo cerró su set mirando al futuro con firmeza, presentando su pieza más reciente «8CT8». Qué tremendos.
Orphaned Land: Un impactante primer contacto
Unos de los nombres que más novedad mostraba en el cartel de CL.Prog era el de Orphaned Land, agrupación israelí de metal progresivo sinfónico que nunca había pisado nuestro país –lo que no es menor, considerando que tienen más de 3 décadas de historia–. Una declaración que pasó a mejor vida con la realización de su debut en el atardecer del 6 de abril en el Caupolicán. Dicho eso, y con el puntapié inicial con «The Cave», la audiencia chilena finalmente surcaría cada una de las oleadas y atmósferas de sonido que venían en su set.
De esta forma, Kobi Farhi y sus compañeros trajeron todo el peso de su cultura, que brillaba especialmente en las modulaciones, melodías vocales y arreglos sinfónicos que traerían tracks como «The Kiss», «Ocean Land» y «Sapari». Los decibeles emanados de los speakers eran bastante demandantes, pero el vigor chileno fue implacable, yendo frente a frente con las armonías de «Norra el Norra (Entering the Ark)», dejando una colorida postal de cara al final del set de la agrupación.
Gong: El absoluto de shock de atestiguar la historia por primera vez
Otro nombre que debutaba en Chile era Gong, agrupación francesa que casi aterrizó en nuestro país en 2014 en el mismo recinto, pero el destino tenía otro plan, con la cancelación del mismo. Más de 50 años tuvieron que pasar para poder presenciar este acto en Chile, y aunque la formación actual del grupo dista mucho de lo que fue originalmente, la verdad es que cada músico que se posó en el escenario de CL.Prog se encargó de traer a la vida canciones como «My Guitar is a Spaceship» y «Kapital» con un magnetismo vanguardista y sumamente sorpresivo que no hacía más que cosechar aplausos tras aplausos.
Es importante mencionar ello, más que mal, los franceses son baluartes icónicos del subgénero del progresivo conocido como «canterbury scene«, el que integra distintas estéticas, modismos y trucos del jazz fusion –y el jazz en general– al prog rock. En ese sentido, el público chileno realmente quedó atrapado en los mil y un trucos que el frontman Kavus Torabi y compañía tenían escondidos. No por nada, canciones como «My Sawtooth Wake», «Lunar Invocation» y el grand finale con «Choose Your Goddess» borraron cualquier señal de timidez restante en la audiencia, lo que quedó clarísimo con la interpretación muscular de «Om Riff», una de las sorpresas de la velada y que generó todo tipo de reacciones. Rostros sumidos en el trance, muecas expresivas de satisfacción, sonrisas de oreja a oreja, etc. El paso de Gong por CL.Prog fue totalmente de maravilla, y esperamos un show en solitario cuanto antes.
MONO: El gran manto de la sensibilidad
El regreso de los japoneses tras casi 9 años desde su debut en Teatro Nescafé de las Artes se concretó como el mejor de los sueños. Ya desde la previa se podía ver a los propios músicos formando parte del montaje de instrumentos y prueba de sonido, alimentando las ansias de cientos de fanáticos que buscaban presenciar la grandiosidad de sus piezas instrumentales –las mismas que les catapultaron a ser los representantes nipones del post-rock–. De esta forma, y una vez llegado su turno, fueron los muros de sonido abrasivos y contundentes de «Riptide» –de ‘Pilgrimage of the Soul’ (2021), su más reciente álbum de estudio–, los que dieron comienzo a su show, el más distintivo de la velada.
Si bien el tiempo era poco para lo que suelen tocar el guitarrista Takaakira Goto, la bajista Tamaki Kunishi, el otro guitarrista Yoda y el baterista Dahm Majuri Cipolla, la verdad es que cada una de las atmósferas envolventes y totalmente ineludibles fueron un precioso regalo para los asistentes. En especial, al ser un vistazo distintivo de cómo se puede llevar la música en un sentido vanguardista que, y por definición, es una deconstrucción de lo que el rock hace normalmente.
Dicho eso, las distintas notas de «Ashes in the Snow» del insigne ‘Hymn to the Immortal Wind’ (2009) –la gran obra maestra de MONO–, dieron justo en la médula sensible de un público acostumbrado a los tecnicismos e intelectualidades. Aquí no importaba nada más que la emoción, y el propio lenguaje corporal de los japoneses fue suficiente para entender eso. Todo el mundo formaba parte de esta experiencia sublime, en el que lo onírico y lo terrenal se entremezclaban. Tal fue el sentido de comunidad, que incluso con la falla técnica de sonido en medio de «Innocence» que apagó súbitamente los equipos de amplificación, la comunidad chilena apoyó cálidamente a los músicos con un gran «olé, olé, olé olé, MONO, MONO!«.
Así, y con las clásicas «Halcyon (Beautiful Days)» y «Com(?)», el set de los nipones llegó a su fin, destacando entre la quietud con un expresionismo inusitado de las emociones, que se dejó en muros de sonido que abrazaron al Caupolicán como un gran manto de sensibilidad.
VOLA: Coexistiendo con el futuro
Los daneses VOLA fueron, sin duda, los representantes más modernos del metal progresivo. Una medalla que llevan con oficio y ligereza, en tanto su propuesta conjuga a la perfección distintos elementos del djent, los recursos electrónicos, y en general una noción bastante actualizada de lo accesible en estas materias. Además, y por si fuera poco, el fandom ya cataloga a la agrupación comandada por Asger Mygind, como una de las más relevantes y trascendentales de la actualidad.
Ya con la hilera de luces led dispuestas a las espaldas de los músicos se podía entrever la declaración de principios de ellos, quienes dieron inicio al set más explosivo de toda la velada con «Alien Shivers», track que de inmediato puso a las secuencias electrónicas como una de las grandes protagonistas de su set.
Si algo destacaba de forma especial, era el sentimiento generalizado de que VOLA perfectamente pudo haber sido headliner de la jornada –o quizás en un futuro–, ya que todo el Caupolicán coreaba religiosamente canciones como «Stone Leader Falling Down» y «Ruby Pool». Tal recepción es algo que se notaba que inyectaba aún más de energía a los daneses, quien con gusto desplegaron una oleada de canciones como «Starburn» y «Stray the Skies».
Además, bajo la propia naturaleza djent de su propuesta, es del todo lógico que su set se haya postulado como el más demoledor de la jornada. Los riffs de «These Black Claws» activaron el headbanging de forma debida, aún si sus versos escapan a otros sectores aledaños al synthpop incluso. Desde el titular que lo decimos, esta edición de CL.Prog celebró la diversidad y es este tipo de cosas lo que lo dejaron en claro –después de todo, corearon cada coro con ahínco y entusiasmo–.
Además, un trabajo tan versátil y adelantado como lo es «Witness» (2021) –y el último que tienen a la fecha–, llegó como el proveedor principal del setlist, que cerró con la locura absoluta de «Inside Your Fur» y «Straight Lines», tracks claves de dicha obra, y que dieron un broche de oro a su presentación –y una de las más destacadas de la jornada–.
Riverside: En el sitio que estaban destinados a pertenecer
Siendo esta su tercera visita a nuestro país, los polacos llegaron en calidad de headliners, un título que pareciera que les iba a llegar inevitablemente. Y es que si algo valora el público chileno –así como si algo podemos valorar de unas figuras tan importante del prog como lo son Riverside–, es la constante búsqueda de hacer las cosas diferente. Una frase que, en este caso, no se aplica solamente a lo que sucede en el estudio, sino también a lo que sucede en vivo. Vayamos desarrollando esta idea.
En el estudio, disco a disco Mariusz Duda y sus compañeros fueron indagando por las distintas posibilidades que el paradigma de lo progresivo pueda brindar, algo que muchas veces, llevó a los oriundos de Polonia a contrariar lo que las expectativas y convenciones dictaban. En especial en ‘ID.Entity’ (2023), trabajo en el que tomaron una aproximación mucho más alejada del canon, y entendiéndose mucho más con el Anathema de ‘The Optimist’ (2017) o ‘Distant Satellites’ (2014) –o incluso con Radiohead, tomando estas palabras con la prudencia correspondiente y de forma análoga–.
¿Y en vivo? Pues bueno, si algo expresan es calidez y una búsqueda constante de interacción humana. Son esos detalles que permiten que una audiencia tan apasionada como la chilena y latinoamericana, conecten de forma especial con una agrupación como Riverside, lo que quedó bastante en claro desde el minuto 1 de su set con «#Addicted» y «02 Panic Room». Aún si la jornada de CL.Prog fue bastante extensa, no había alma que manifestase cansancio alguno y menos con dichos músicos en escena. ¿Y cómo iba a serlo? Si buscaban todo tipo de oportunidades para manifestar el agradecimiento por estar en Chile nuevamente, reconociendo la actividad digital de sus fans chilenos con los constantes «come to Chile» en redes sociales, dejándonos con la tremenda «Left Out».
Asimismo, declarando que el público chileno es –por defecto– el quinto miembro de Riverside, «Post Truth» llegaría a encantar a un Caupolicán que estaba viviendo un verdadero viaje en el tiempo con el cambio de hora. Una coincidencia que entregó permisibilidad a nivel logístico a ser capaces de disfrutar de los polacos a altas horas de la noche, y dando bastante espacio a humoradas de Duda con lo sucedido en el final con «Conceiving You» con los gritos suspirados o la broma al recibir la bandera chilena diciendo «gracias, ahora sabemos dónde estamos«.
Y sí, los tecnicismos, las métricas poco acostumbradas a la escucha casual, son parte de este lenguaje tan hermoso como lo es el prog. En especial con Riverside, pero si algo importa dentro de lo postulado por los polacos es justamente como estas decisiones creativas terminan siendo la traducción más fiel a lo que sucede en sus interiores, en tanto es capaz de emocionar a miles y miles de chilenos con temas como la reciente «Friend or Foe?» o el medley entre «Self Aware» y «Driven to Destruction». Una maravilla a decir verdad, en especial al vivirla en comunidad.
Una forma estelar de dar cierre a una jornada auspiciosa, y sumamente exitosa que dejó en alto el nombre del progresivo, y que será recordada por toda la posteridad como un evento realizado con sumo cariño. Que sigan habiendo más ediciones de CL.Prog, porque estas instancias hacen avanzar a la música millones de pasos, y los más contentos son los fans.
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