Beat Happening
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La mística y simpleza de Beat Happening en su último suspiro: You Turn Me On

La música de carácter independiente que azotó los circuitos subterráneos cercana al rock alternativo, indie rock/pop, hardcore punk y más, tuvo una década entre décadas que puede ser un tanto confusa, y de algún modo entendida como un gran ensayo y error de todo lo que ocurriría después. Diversos actos claves que pese a los infortunios de la baja popularidad que gozaban (o selecta mejor dicho), se sitúan hoy en día como nombres bastante respetados y con un culto gigantesco, como es el caso de Beat Happening que en 1992 dieron su último suspiro musical: You Turn Me On.

En ese sentido, desde el año 1985 hasta el ya mencionado 92′, el trío formado por Calvin Johnson, Heather Lewis y Bret Lunsford catapultó un estatus un tanto mínimo e impredecible, que les llevó a manejar la simpleza desde costados un tanto más crudos junto a otros melódicos y sobre todo minimalistas, en cuanto a recursos y técnica. Bajo esta lógica, deambularon su rincón creativo a través de 5 discos de larga duración, unos cuantos EP’s y sencillos, siempre con un propósito claro que era ser lo más genuino en sus ambiciones y formas de trabajar la música.

Así y todo, esa perspectiva un tanto más bajo perfil les valió ser reconocidos como un acto que no encajaba del todo en las escenas de los años 80’s, sobre todo las más ligadas al hardcore punk a principios de su carrera, generando bastante extrañeza entre los asistentes a estos shows donde tocaban junto a otros grupos que sí lo eran. De todos modos, la incursión temprana de Beat Happening con el debut homónimo de 1985, así como ‘Jamboree’ (1988) o el ya mencionado ‘You Turn Me On’ les bastaron para ser recordados con especial cariño, y especial atención.

You Turn Me On: El último latido de Beat Happening

Lanzado el 2 de octubre de 1992, en plena masificación del rock alternativo en Estados Unidos con sus vertientes de mayor alcance como el grunge, así como otras de nichos devenidas en lo que hoy conocemos como indie rock, surgía este último latido de unos Beat Happening al filo de su creatividad. A esas alturas ya contaban con sólidos trabajos, pero las razones para volver a grabar y lanzar música nueva tenían que ser ambiciosas y novedosas.

De este modo, las 9 canciones que forman parte de ‘You Turn Me On’ protagonizaron un tratado fidedigno de la esencia simple, cruda y un tanto infantil que cultivaron desde sus inicios. Una suerte de sintonía entre lo mínimo y carismaticamente dulce del twee pop con el sentido lo-fi y ruidoso del slacker rock, que a diferencia de sus antecesores profesaba una mayor extensión en cuanto a la duración de cada composición.

Esa forma de traspasar lo que era Beat Happening a estas piezas más resueltas en cuanto a su recorrido, confiere una madurez particular al proyecto vislumbrada en momentos cálidos, románticos y expresivos. Los que a su vez sintonizan con ese ideal exploratorio que encuentra salidas hipnóticas y psicodélicas, por ejemplo en temas como la hermosa apertura «Tiger Trap» que no abandona la simplicidad, utilizando las palabras precisas desde una poética evocadora al son de unos repetitivos acordes atrapantes.

Mística y simpleza

Por un lado, canciones como «Noise» o «Sleepy Head» recurren a una melódica impronta marcada por sus cantos juguetones pero no necesariamente felices. Al contrario, pese al romanticismo la angustia se transforma en una constante del disco, ocupando un lugar especial pues influye en el estado anímico a la hora de interpretar las composiciones.

Beat Happening también encuentra espacio para guitarras mas distorsionadas herencia tipo rockabilly con «Pine Box Derby» o el tema titular, mientras que la intensidad juvenil de «Teenage Caveman» expone mayor velocidad en uno de los momentos catárticos del álbum. Sin embargo, uno de los hitos de ‘You Turn Me On’ está en la extensa para los estándares del trío «Godsend», siendo una especie de épica balada que recuerda un poco en la crudeza de su producción a The Velvet Underground en sus inicios.

De este modo, las últimas dos piezas que restan en el viaje son «Hey Day» con su melosa propulsión, y la que quizás define mejor el disco llamada «Bury The Hammer». Esta última se siente definitoria, tanto por la buena química vocal entre Heather y Calvin como por la enorme sabiduría que transmite, casi como un amuleto espiritual con sentido de elevación impregnado de la simpleza -y mística a estas alturas- de siempre.

A estas alturas, un clásico para el twee pop como el slacker rock.

Escrito por Felipe León


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