Escrito por Felipe León
Fotos por Juan Manuel Hernández
Fácilmente se podría destacar el valioso trabajo realizado por Mike Stern desde sus comienzos en la década de los 70’s hasta la fecha, ya sea con sus bulladas colaboraciones con actos emblemáticos como Blood, Sweat & Tears, el mismísimo Miles Davis o incluso Jaco Pastorius, pero también con sus discos solistas. En ese sentido, obras como Upside Downside (1986), Time in Place (1988), Standards (And Other Songs) (1992), Play (1999) o Trip (2017) han marcado su paso por el mundo de la música, el que sin dudas está lejos de apagarse tal como lo reveló el pasado show que brindó la noche del viernes 8 de marzo en Teatro Oriente.
Por lo mismo, el enorme currículum del guitarrista alcanza para muchas interpretaciones, las que a su vez dan cuenta del fructífero legado que viene arrastrando hace décadas, y que no hizo más que explorar en el deslumbrante concierto que ofreció junto a sus compañeros de banda. Clásico y actual.
Pero si hablamos del hoy, más allá de la visita del legendario músico, cabe destacar la participación de quien abrió los fuegos de la velada, pues el habilidoso Fernando Raín otorgó una clase maestra de lo que es fusionar el jazz con elementos sonoros originarios. Así, en medio de un silencio atento que solo se interrumpía para aplaudirle, se alzó una media hora que significaron un verdadero deleite para los oídos gracias a canciones como «Desierto Florido».
Mike Stern: Música que ocupa todos los espacios
La vibrante ceremonia ofrecida por Mike Stern condujo la escucha por distintos motivos, cada uno diseñado con un eterno agradecimiento hacia las bondades que impulsa la música al ser creada y sonada. Bajo estos términos, la avalancha instrumental de rasgos distintivos motivados por los músicos en escena agrupaban la solemnidad con sumo cuidado, pero al mismo tiempo con una curiosa visión por visitar lugares, lograr sonidos determinados y sobre todo distintivos.
Desde la práctica a la experiencia, el conjunto formado por Leni Stern en guitarra y voz, Javier Malosetti en bajo, Juan Chiavasa en batería, y por supuesto Bob Franceschini en saxo, que ya lleva mucho tiempo colaborando con Stern, acuñó desde sus propias destrezas un ir y venir de cualidades que nutrieron aún más este especial universo. En esa sintonía, los momentos memorables se sucedieron unos tras otros como ocurrió desde el principio con «Like a Thief», donde las voces de Leni junto al instrumento africano N’goni mecieron la escucha con su suave profundidad.
Lo mismo sucedió con “Between The Lines” u «Out of the Blue», las que remarcaron el carácter ecléctico de la presentación desde sus propias jugadas y perspectivas. Todo un monumento a lo que es construir un gran concierto de jazz con ciertas concesiones al rock, lo smooth o el blues, amparado por la energía pero también la paciencia.
…y también la complicidad
Meticulosa forma de trascender a los designios del jazz y su gigantesca manera de expresarse, al filo del pulso y las emociones de quienes comparten un poco de sus almas, a través de la música en vivo. Por lo mismo, Mike Stern no esconde la dicha de interpretar estas canciones a un público que entre momentos aplaudía y gritaba algún «woo», generando una suerte de complicidad que funcionó en perfecta armonía con los distintos viajes expuestos por los músicos sobre el escenario.
De hecho, ya cerca del final la versión de «La soledad» de Pablo Milanés cantada por Leni Stern se tradujo en uno de los momentos más hermosos del show, debido a la cercanía que Mike Stern con su siempre genuina sonrisa y la banda para con el público. Una suerte de diálogo que apuntaba directamente a los sentidos, pero por qué no, también a las emociones.
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