Escrito por Teresa Leiva
Fotos por Juan Manuel Hernández
En un ambiente de cercanía, el dúo rioplatense interpretó, en poco más de dos horas, 16 canciones para un Caupolicán repleto. La celebración de su aniversario número 11 no estuvo exenta de sorpresas, porque cuando Perotá está de cumpleaños, todos recibimos regalos.
Las altas temperaturas fueron aliviadas por el chapuzón emocional en el que nos sumergieron Julia y Dolores (Lola), desde el ingreso al teatro, envuelto en iluminación azul, hasta las cinco canciones interpretadas del álbum Aguas. Ya desde las nueve, hora en la que supuestamente se daba inicio al show, el público impaciente coreaba el nombre de la banda y hacían “la ola” entre galería y cancha. La primera parte del show fue una invitación a flotar. La armonización cómplice y cercana, distintiva de la banda, meció al público de lado a lado en la interpretación de Canción Pequeña. Sin embargo, la marea no duró mucho en calma. El exceso de energía entregado en canciones como Reverdecer y Piel, no fue una sorpresa para el dúo: “este es nuestro público más candente” dijo Julia, luego de ser ovacionada rapeando Certo, en la manera sutil y tranquilizadora en la que solo ella sabe hacerlo.
El dúo lleva 11 años navegando en las aguas de la emocionalidad chilena. La complicidad no existe solo entre ellas, sino que también tienen historia con el público, lo que se reflejó en la particular cercanía del concierto. Hubo conversaciones, canciones interpretadas casi en su mayoría por la gente y hasta la prevención de un posible desmayo, que fue rápidamente divisado por Julia y no pasó a mayores.
Las sorpresas que dejó este concierto fueron tan emocionantes para el público como para las artistas. Julia no pudo retener las lágrimas al escuchar el estribillo que la gente agregó en Samba Landó, canción interpretada junto a Inti Illimani Histórico. Se escuchaba un“¡samba!”, luego de cada “¿Qué tienes tú que no tenga yo?”. Pero estos padres de la Nueva Canción Chilena no fueron los únicos invitados estrella, las cantautoras interpretaron el clásico bolero de Consuelo Velázquez, Bésame Mucho, junto a Dúo Pajarito. Cuatro potentes voces femeninas, acompañadas de dos guitarras y envueltas en luz roja. Lo único más emocionante que ese momento, fue lo que le siguió, una interpretación de Gallo Rojo, Gallo Negro de Chicho Sánchez; una receta para la piel de gallina.
Un concierto mucho más rockero de lo que veníamos acostumbrados. Lola no soltó la guitarra eléctrica y la canción Inestabilidad se convirtió en un rugido. Navegaron por las transiciones y reinversiones musicales propias de los proyectos artísticos que perduran. Un viaje para recordar lo antiguo, conocer lo nuevo (que al parecer se viene bailable) y disfrutar de la energía y calidez humana desde la silla 11, a las 11 con 11 minutos, en el aniversario décimo primero de la banda que canta “estamos donde tenemos que estar”.
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