Escrito por Rocío Villalón
Fotos por Isidora Blanco
Con un sentimiento inigualable y nostalgia entre recuerdos que precedían a cada canción, Nando García brilló y colisionó ante el público en el espacio de Centro Perdido la noche del 29 de noviembre, y con calma impasible exclama “Yo me estoy tomando mi tiempo hoy día en la noche, porque no quiero que esto termine”.
La íntima velada comenzó a las 20:17 hrs con el telonero Matías Ávila y Franco Arriagada, ambos integrantes de la banda Candelabro. Con una interpretación melancólica, Matías tocó canciones como “Todas las fiestas”, “Tengo que saltar” y “Refugio”, acompañado de una batería humeante con platillos resonantes. Entre sonrisas implícitas en el escenario, ambos se despiden del público haciendo una reverencia, dando comienzo a una noche llena de emociones e historias.
Minutos después, a las 21:08 Nando García entra a escena, da las gracias y al ver al público se queda sin palabras y habla sobre el ciclo que se cumple con su querida banda. El artista cuenta la historia de su tercera canción en presentación “Los Ojos del Diablo”, de cómo en esas vacaciones con su novio en un lugar donde la magia se vivía en la ciudad y estaba a flor de piel, entre toda la ritualidad, él tocó la puerta del diablo.
En la multitud se encontraban las personas que acompañarían a Nando en el escenario en esta mágica noche, las cuales el público las descubría poco o poco. El artista llamó a su mejor amigo, Tomás Müller, para cantar junto a él y así revivir los recuerdos de esa amistad trascendental, cantando por primera vez juntos la canción “El Temblor”. Ambos silban al unísono teñidos de una luz blanca, pareciendo ser dos pájaros en una mañana de verano, el rasgueo de la guitarra se apodera de la habitación y el público aplaude con todas sus fuerzas.
Instantes después, Nando le dio la bienvenida a Alfonsina García, quien acompañó la serena voz del intérprete con su sincrónica armonía con el violonchelo, tan suave como una pluma siendo arrastrada por la brisa. Posteriormente, llamó a Clara Löffler a escena, una persona que incentivó al artista a comenzar en la música, y que cuenta la historia de una canción que, a pesar de que su comienzo no fue así tuvo un final feliz. Entonces suena “Marifrunci” y las palmas son testigos de ese infinito recuerdo.
Tras una ola de canciones poderosas, potentes y sobre todo emotivas, la increíble banda compuesta por Javier Barría, Alfonsina García, Rodrigo Muñoz e Ítalo Arauz se unen al interprete para vibrar como un todo, mientras que el humo fusionado con luces cambiantes inunda a los presentes. Cuenta como “Material Particulado en suspensión” es una canción muy importante para él y que esta habla sobre la muerte, dando paso a una nostalgia inmersiva.
Finalmente, Matías Ávila vuelve al escenario que había abandonado hace una hora para estar en compañía de Nando García como su último invitado de la noche para cantar su colaboración. Los dedos de Nando se movían tan rápido como las patas de una araña al tocar la guitarra, la habitación toma una tonalidad Roja y las vociferaciones comienzan.
Conmovido por la noche que estaba por finalizar, pero que sería eterna en su corazón, Nando García cierra con “Coraza”, le da las gracias al público, la banda se junta, hace una reverencia y es ovacionada. Los silbidos y palmas resonaban con potencia. Nando dio una última mirada a la gente que se encontraba expectante, que pedían otra canción, en ese momento supieron todo lo que ocurrió esa noche, entre historias y canciones tuvo sentido.
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