Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Sebastián Carrillo
Ayer en Club Blondie se vivió otra de las visitas de Saxon a nuestro país. Una banda clásica de New Wave Of British Heavy Metal (N.W.O.B.H.M). Y dadas todas las condiciones en las que se llevó el evento, ciertamente empezó a salir un bichito que nos hacía pensar en ella como un pequeño lujo entre quienes disfrutan de esta esfera de sensibilidades en el metal. De partida, tampoco son tantas las agrupaciones de N.W.O.B.H.M. que suelen pasar por Chile. Tampoco son tantas las que siguen tocando, y quizás, tampoco son tantas las que suenan así de bien. Pero bueno, Saxon es una de ellas.
Antes de comentar el show de Saxon, es necesario detenerse en la presentación de Madzilla, una banda de heavy metal muy respetuosa con todos los estereotipos del género. Madzilla es todo un fenómeno en cuanto a la propuesta general que armaron como proyecto, desde el sonido hasta una puesta en escena que se siente perdida en el tiempo. Esto pasa porque no son una banda que esté necesariamente apelando a la nostalgia, pero tampoco están al pie del cañón con los nuevos sonidos del heavy metal. Igual, refiriéndose a su presentación, cumplió con diferencia el mínimo para sacar un saldo positivo. Los músicos se veían felices, sonaron bien y la gente se veía cómoda escuchándolos.
Madzilla termina su presentación y la Blondie se empezaba a llenar –le fue bastante bien al evento–. Era el turno del plato fuerte. En un intento de contextualizar la parada de la banda para su presentación, podríamos decir que, en general, la forma en la que Saxon desenvolvió su carrera es, por lo menos, curiosa, pues en ningún momento de se detuvieron a satisfacerse con las joyas del pasado. Al mismo, tiempo, eso implicó transformarse en una banda que tiene un total de veintiocho (¡veintiocho!) discos en el cuerpo. Un fenómeno extraño.
Lo primero que quedó claro cuando Saxon se subió al escenario y partió con la tripleta de ‘Carpe Diem’, ‘Motorcycle Man’ y ‘Age Of Steam’ es que esto iba en serio. Sonaron espectacular (en todas las dimensiones de la palabra). Fue un detalle legítimamente digno de la atención de cualquiera. En ese momento, empiezan a aterrizar las piezas que nos hacen visualizar la palabra «lujo» entre los mejores apelativos para definir el concierto. Primero por el solo hecho de poder ver a una banda así, y luego por la tremenda presentación que se están sacando. Incluso cuando parecía que se metían a algún callejón sin salida, sacaban un sonido súper pulido.
La noche se fue en un repaso que cumplió con ser lo suficientemente exhaustivo para que no se sintiese como un simple rescate de la sandía calada de la banda, como si lo hacen tantos proyectos musicales que llevan esta cantidad de años tocando. De hecho, dentro de todo, era un evento muy nerd. No es que Saxon sea una banda poco conocida ni nada, pero lo incisivo del setlist le daba un toque íntimo. Uno igual puede preguntarse qué más le queda a una banda inglesa formada en 1976 y que en el 2023 está tocando en una discoteca latina, y podemos resolver que ya a esas alturas no es necesario pretender nada. Si la gente los fue a ver, es por algo.
De nuevo, harto de esos cuatro álbumes clásicos lanzados entre 1980 y 1983, mezclándose con los temas menos clásicos que igual son lo suficientemente simples y atractivos para funcionar en una presentación en vivo sin aburrir a nadie. Llegamos al cierre falso con la clásica ‘Wheels Of Steel’ para pasar al primer bis con ‘The Pilgrimage’ y ‘747’. La banda se ve complacida de este cariño y compromiso festivo que la gente les ha dado y con esa sonrisa salen de nuevo al escenario a tocar ‘Denim And Leather’ y su canción más conocida, ‘Princess Of The Night’. Fue un gran momento, muy enérgico y todo, como era lógico de esperar. Lo que si que no estaba pauteado (porque no estaba en el setlist impreso) fue la adición de la interpretación de otra de las clásicas, ‘Strong Arm Of The Law’. Parece que la banda si estaba genuinamente satisfecha con la reacción chilena.
Se siente difícil escribir sobre un evento de una naturaleza tan íntima. En una época donde muchos conciertos se sienten poco incisivos, poco inmersivos o derechamente como una pega que eliminar rápido, fue todo un lujo ver a Saxon sacándose un setlist tan largo y con tanta atención. Como si la banda no hubiese envejecido nunca, o siendo más específicos, como si nunca hubieran cedido a transformarse en un resumen o una proyección de si mismos. Fue un gran concierto de metal a la antigua. Una banda clásica en un local no tan grande pero dándolo todo como si estuviesen en un estadio. Estuvo formidable.
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