Live Review

One Piece Sinfónico: El encandilante peso de los sueños

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Pedro Downey

 

One Piece es un fenómeno mundial que no pareciera encontrar límite alguno en su alcance. El manga de Eiichiro Oda comenzó su serialización en 1997, y el anime del mismo en 1999, por lo que en ambos formatos lleva más de dos décadas llevando las aventuras de la tripulación de los Sombrero de Paja a millones y millones de fans en el mundo. Este 2023 en especial, ha sido un excelente año –si es que no totalmente excepcional– para esta pieza de ficción: el manga está en el arco de Egghead que revelado muchísimos secretos que se tenía guardados Oda y ha sido bastante aclamado por sus lectores; el anime entregó semana a semana episodios de alta calidad en animación e historia con el tercer acto del arco de Wano; y también el estreno de la adaptación Live Action por Netflix, que no ha hecho más que aumentar la popularidad de Monkey D. Luffy y sus nakamas.

La carga emocional que conlleva este trabajo por tanto tiempo es inmensa, en el que sus historias que promueven los sueños y la libertad –representados en el sueño de Luffy por ser el Rey de los Piratas–, ha calado profundo en el mundo, y nuestro país no es la excepción. Si algún momento era correcto para traer las nostálgicas y conmovedoras piezas musicales de One Piece en vivo, este era el indicado, y eso fue algo que el Cuarteto Bronte comprendió, por lo que invirtieron todo tipo de esfuerzos para acercar al público chileno la música de este queridísimo anime, lo que se llevaría finalmente a cabo la fresca tarde del 4 de noviembre en Teatro Cariola.

Quien fuera el encargado de abrir la jornada, fue Potato-kun, quien se fió de su versátil voz para animar la previa a este magno evento sinfónico, haciendo gala de sus aptitudes como entertainer. De esta forma, interpretó múltiples openings ya sea en español como en japonés, levantando un lindo karaoke con canciones como «El poder nuestro es» de Dragon Ball Z, «Si tu lo deseas» de Digimon, «Quiero gritar te amo» de Slam Dunk –causando risas con la fusión de «Ahora te puedes marchar». Y en cuanto al japonés, «THE DAY» de My Hero Academia, «Red Swan» de Shingeki no Kyojin o «BLOODY STREAM» de Jojo’s Bizarre Adventure. Para todos los gustos, con incluso clásicos populares de 31 MinutosLa Oreja de Van Gogh. El sujeto venía a entretener, y la gente la pasó muy bien.

Con la orquesta ya instalada tras afinar, las percusiones de «The Drums of Liberation» –que hicieron una aparición importantísima en un capítulo clave del arco de Wano–, abrieron este concierto nombrado ‘La Sinfonía de la Liberación’. Con palmas al unísono y muchísimas ovaciones, esta encantadora velada finalmente había iniciado. Así, la obertura terminaría por establecerse con la primerísima música que todos escuchamos al iniciar One Piece, «We Are», el primer opening original de Hiroshi Kitadani tendría una tarareada y breve interpretación que daría paso a «Luffy’s Theme». Con un panel de manga rojizo de nuestro querido capitán, que inmediatamente contagió sonrisas en todo el mundo, quedaba más que claro el trabajo detallista en llevar estas piezas de la forma más fiel a las composiciones originales. Dicho de otra forma, era realmente revivir un sinfín de recuerdos con esa icónica trompeta de notas saltarinas.

Yendo inmediatamente a una de las piezas más queridas por la fanaticada, la energética «Franky’s Theme» elevó la serotonina con su entrega prácticamente rockera recordándonos a nuestro querido cyborg, con más de algún seguidor fiel que gritó «Suuuuperrr!!!» al terminar esta pieza. Un salto temporal altísimo que, en la tónica de lo mismo, el director y su orquestra desplegaron una adaptación sinfónica de «Kokoro no Chizu» de BOYSTYLE, tema que compone el quinto opening del anime en el arco de Water 7, sección de la historia donde Franky hace su primera aparición. Lágrimas de nostalgia, un respetuoso karaoke y palmadas entusiastas acompañaron dicha interpretación de los numerosos músicos, quienes no dudaron en dar otro regalo: «Share the World» –original de TVXQ!–, el onceavo opening de la serie que acompañó los primeros de parte del arco de Sabaody e Impel Down, mostrando la versatilidad y cohesividad envidiable de los músicos en escena.

Regresando a las piezas de OST, las épicas memorias de peleas llegaron con «Luffy’s Fierce Attack», la villanesca «Difficult», hasta llegar a una de las favoritas –y más populares del anime–, «Overtaken». Con esa sección de bronces tocando portentosamente cada una de esas icónicas notas y melodías, sería un buen instante para ver cómo el cambio de ánimos llegaría rápidamente con el sentir colectivo en «Binks’ Sake». El director, animando al público a deshacerse de la timidez y acompañar las líneas vocales clásicas de nuestro querido esquelo parlante, Brook, terminó por crear un ambiente de camaradería en que familias enteras cantarían en hermandad el «yohohoho, yohohoho» –y con una porción no menor coreando sus versos en su idioma original.

Esto contrastaría rápidamente al oír las primeras y melancólicas notas en el piano con «Gold and Oden», despertando aún más recuerdos que venían de la mano con la imagen de Shanks y Luffy, y bueno, más de alguien habrá quedado con un nudo en la garganta. No es broma, mucha gente lloraba una y otra vez, y es que la carga emocional depositada es tan grande, que es imposible no emocionarse con el espectacular trabajo que hacían los músicos en escena, sobre todo cuando nos deleitan con «To the Grand Line», pieza en que la sección de cuerdas se luce.

En este punto quedaba claro cuales eran las intenciones de la orquesta, y es que la obra musical que sonoriza One Piece es tan vasta que es imposible contener todo en un sólo concierto, mucho menos si contemplamos todas canciones que fueron utilizadas como openings que tantos nos gustan. Además, y porqué no, para acudir al efecto interactivo en el canto. De ahí que, aproximándose cada vez más el final, llegaría una seguidilla de momentos que apelaban directamente a la emocionalidad, como la delicada versión de «One Day» de THE ROOTLESS, provocando la conmoción de muchos al ver la figura de Portgas D. Ace, hermano de Luffy, quien marcó un antes y un después con su fallecimiento en la historia –y esta canción dejó salir todo ello–. O bien con «Hope» de Namie Amuro, una de las favoritas modernas del fandom que pone en música los pensamientos de los Mugiwara hacia Sanji, quien se había sacrificado por su bienestar. Demás está decir que la gente estaba cantando, quizás para dentro, pero no se estaban guardando ningún tipo de emoción.

Y es que al escuchar inmediatamente «Fight Together» –también de Namie Amuro–, y ver a los tres hermanos, Ace, Sabo y Luffy, más de alguno se dejó encandilar por el peso de los sueños. Un gesto gentil y sumamente amable que terminó por también hacernos llorar a cántaros con «Memories» –de Maki Ōtsuki–, el primer ending del anime que, en una acertada decisión creativa, lo sincronizaron con las imágenes de la despedida del Going Merry, el primer barco de la tripulación. Así, y con repetidas –y pedidas– interpretaciones de «We Are», el Teatro Cariola soltó toda atadura para corear a viva voz los versos de dicho tema, motivados por la actitud energética de cosplayers y el propio director, dejando una imagen que jamás pensé que podría ver por estos lados. Cientos de almas cantando «arittake no yume wo kaki atsume, sagashi-mono wo sagashi ni yuku no sa, One Piece!«.

De regreso, nadie podía quitarse las sonrisas de oreja a oreja en sus caras. Adultos, jóvenes y niños. Familias, parejas y amistades. Absolutamente todo el mundo se contagió de la sonrisa de nuestro querido capitán.


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Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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