Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Ricardo Pinto
Aún cuando Los Miserables son una banda que se puede homologar a 2 Minutos, claramente van a responder a la lógica y leyes de una banda nacional cuando el contexto es uno como el de un festival… o quizás no. En el contexto de un encuentro como el que representa Rock En Conce, siendo gratis y abierto, la verdad es que el ambiente entre esas dos bandas de punk rock era bastante similar. Y lo que las asemeja no es otra cosa que la cercanía, la honestidad y la calidez.
Los Miserables son una banda que, aún contando con una gran batería de hits, se dan el espacio para decir lo que les interesa. También es una de esas tantas bandas inscritas en el gran canon del rock chileno que hoy pueden descansar en las constantes presentaciones en vivo. De alguna forma se lo ganaron. Y también, de alguna forma, es donde tiene que ir todo el esfuerzo.
En este sentido, no hay prácticamente nada que criticarle a Los Miserables. La banda se subió al escenario a desplegar todas esas grandes canciones en absoluta tranquilidad. Es una banda divertida, pero no exenta de la invitación al constante cuestionamiento del entorno político, lo que hace la experiencia bien particular y enérgica.
Porque además, tampoco es la energía política que está homogenizada hoy en tantos espacios de todo tipo. Claramente, por época y sensibilidades adyacentes, la banda maneja una perspectiva política que quizás a algunos les pueda parecer anticuada, pero lo realmente cierto es que las letras de Los Miserables no han perdido vigencia. Igual son letras que no necesariamente piensan en los mismos referentes políticos que han tomado tantos proyectos que vinieron después.
Hubieron canciones de casi todas las épocas sin mucha jerarquía. Clásicos como «Skada Vez Peor» o «Leo Catán» salieron al principio y otros como «Pisagua» (que la tenían un poco olvidada) salió casi al final. En esa linea, fue curioso que rescataran algunas que están un poco de lado como «Al otro lado del sol», sacrificando otras que podrían ser más provechosas para este tipo de eventos como «Un Cielo Azul». Seguramente solo responde al hecho de que la banda está en una etapa de su carrera en la que lo que realmente les importa es ser ellos mismos, sin muchas pretensiones adicionales.
Por supuesto que salieron covers como ese recurrido de The Clash, o los de canciones tradicionales como «Gallo rojo, gallo negro» o «Tu alma mía» (en esta siempre se arma un desorden brutal. También se pegaron un sentido homenaje a Jorge González interpretando «Por Favor», anticipado en sus redes). En el cierre se fueron, como no, con «El Crack», una canción que todo Chile ha escuchado y que todo el público cantó y bailó de forma entusiasta.
Al final del día, Los Miserables están en su lugar por algo. Pueden hacer lo que quieran y hay que agradecer que sigan tocando. Al menos Concepción lo agradece, y claramente, porque también hay que decir que convocaron algo así como el doble de público que tuvo cualquier otro artista que luego haya salido al mismo escenario.
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