Fotos por Juan Manuel Hernández
La real sensación de un trabajo bien hecho. Post Mortem es uno de esos discos que marcaron, no solo el año 2022, sino también a toda una generación que vivió la emergencia sanitaria del COVID-19.
Con una despedida a esta etapa en la carrera de Dillom, el artista se dio un último concierto en nuestro país con una inusual propuesta de disfraces mortíferos. Mismos que marcaron la pauta del velo nocturno en el Teatro Coliseo.
El inicio del ritual
El impresionismo y el arte antiguo son la tónica de la estética que le da vida a Post Mortem. Y es que la apertura de la reunión tuvo los temblores del trap de Kuina. Como si de un anillo de oro se tratase, la artista encajó muy bien dentro de la línea artística propuesta.
Su debut en el Coliseo dejó en vista tanto la novedad como la sorpresa. Un arte conceptual claro y una buena puesta en escena, Kuina demostró ser más que una emergente del montón, más bien, la sensación de la futura generación del género urbano chileno.
«Imagínate vivir todo esto…viviéndolo solo», dijo en su momento Gustavo Cerati y Kuina lo entendió bien. Con la asistencia de Roi en «Maleante» y Akatumamy en «Ponceo», el show concretó el éxito no de una persona, sino del trabajo conjunto de un movimiento que se está dando a conocer..
Obviamente el espectáculo no podía terminar mejor. En la viralidad de tiktok, la rapera tocó por primera vez las barras de «Estoy enojá». Tuvo una particular postal de locura, junto a los mosh infaltables de la noche. A modo de cierre, Kuina es arte y es música plasmada en el ambiente sonoro de analogías contemporáneas un concepto de inspiración para las nuevos de la industria.
Dillom por el mundo
El ritual había iniciado. Ya desde el solo hecho de que Kuina dejara el escenario, el ambiente del Coliseo cambiaba radicalmente en el mundo de Post Mortem.
A la par de una fiesta de disfraces el público interactuaban entre sí como si fuese una reunión de alta elegancia.
La coordinación y el estar en un mismo mood consagró una sincronización certera. Siendo las 20:59 los asistentes comenzaron una cuenta regresiva… marcando exactamente el inicio del ritual.
Bajo el discurso de Demian, Dillom hacía su aparición con “Post Mortem” tema que le da el nombre al disco y a la locura póstuma en vida.
La catarsis generada fue única. Los saltos, los mosh se marcaban en todos los temas -incluso en los más tranquilos-. Un primer acto marcado por clásicos como Pelotuda, Duo & Piso 13.
No había espacio para el descanso. El artista se dirigió 3 o 4 veces al público como mucho. Un sin fin de emociones marcados por un disco que sin duda dejó una huella en la vida de varios allí.
Un viaje al pasado
No es primera vez que el rapero pisa nuestro país. Su recordado paso por el Lollapalooza Chile fue una pincelada de lo que este show significó.
“Ad Honorem Vol. I” vino recién salido del horno y fue puesto en vivo para el espectáculo de disfraces. Minimi -tema que ya cuenta con videoclip- fué coreado como si fuese un clásico del artista. Caso que demuestra la fidelidad de los seguidores de Dillom.
Los puntos emotivos fueron más que hermosos. Junto a un juego de luces rojos y azules… llegó “Bicicleta”. No hace falta mucho contexto… una poesía distinta dentro del abismo existente en Post Mortem, un himno para muchos.
Finalmente llegaba el final del show, que no podía ser menos, un amor a “220”. Ya la catarsis era sobre nivelado. Entre el bullicio, las lágrimas y los abrazos de la comunidad, Dillom daba oficialmente por cerrado el concierto Póstumo en vida en Chile.
Un recuerdo que se mantendrá vigente en la memoria de quienes vivieron un sin fin de etapas post pandemia.