Asamblea
Live Review

Asamblea Internacional del Fuego en Teatro Cariola: Tanto más que una tocata

Escrito por Nicolás Merino
Fotos por Pedro Downey

Aún siendo Asamblea una banda de punk, la aproximación que le han dado al género siempre ha mantenido distancias con el hedonismo y la festividad que muchas veces acompaña a algunas de las bandas chilenas más clásicas de este mundo. Tampoco es muy difícil darse cuenta, la escucha de cualquier disco de Asamblea siempre evoca un espacio reflexivo e intenso. No es una banda particularmente obtusa ni la única banda de post-hardcore en adoptar estas sensibilidades, pero sin duda se trata de una banda que logró dar con una sensibilidad y un imaginario únicos (literal). Como es de esperar, por supuesto que hay una garantía de proyección de todos estos elementos en sus presentaciones en vivo.

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Hasta hace menos de veinticuatro horas, se suponía que Asamblea estaba en un hiatus. Lo habían anunciado el 2019 y se fueron en la cima con una -a esta altura- histórica presentación en el Aula Magna de la USACH. Esto fue en septiembre. Posteriormente y dadas las circunstancias, Asamblea volvió a presentarse en vivo a propósito del estallido social. Era lógico. El tiempo pasó. Llegó una pandemia entremedio. Emilio Fabar se lanzó con su proyecto Sastre y Apache (muy en el espíritu de Asamblea). Y un día empiezan a aparecer insinuaciones en las redes sociales de la banda. Aparentemente, una reunión era inminente.

Con el tiempo se dieron a conocer más detalles. Entre ellos, que la presentación de reunión de la banda era, además, el lanzamiento de un compilado de reversiones llamado Fundamental, para el cual ya estrenaron una versión de ‘23’.

Sea como sea, el llamado estaba hecho y la gente estaba prendida. El fiato que existe con la banda supera las convenciones del cariño que suelen tener las fanaticadas. Pasa que la música de Asamblea generalmente cala muy profundo. Hay una mezcla entre la visceralidad, el hecho de contar con las palabras precisas y la emocionalidad nata de los temas puestos sobre la mesa. Es esa mezcla la que seguramente despierta tantas emociones y reflexiones.

El llamado era para ayer a las 19:00 horas. Horario familiar. Partieron unos veinte minutos después y fue un concierto largo. Cerca de dos horas. El concierto partió con una introducción de la banda acompañada de muchos músicos, a esta le siguió ‘Santa Bárbara’ y ahí el Cariola explotó.

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En armonía con la coherencia del propio concierto, hubo varias “pausas” al transcurso natural del punk de la banda para la interpretación de temas ajenos en otras claves, desde Patricio Manns hasta Chicho Sánchez. en general interpretaciones bastante preciosistas. Si es por hablar de reversiones, también hubo un alcance a Silvio Rodríguez y Fugazi por ahí.

Y sobre la parte propia, nada que decir, simplemente espectacular. Tocaron prácticamente todo lo que se podía pedir. A cada canción se le sumaban gritos de emoción a los que luego les seguía un desorden sin teatralidades. Hay un sentimiento doloroso que se mezcla con la rabia y que el cuerpo solo quiere despojar. La respuesta natural del organismo es lanzarse a gritar en el marco de la expresión a través del contacto físico.

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El ambiente en cualquier presentación de Asamblea cumple con puntos específicos que difícilmente se ven en otros contextos. Son espacios de reflexión, es algo que persiste sensorialmente en el ambiente. Es que la lírica de Fabar igual es excepcional, por eso igual es un lujo que exista un disco de Sastre y Apache, y por eso también es un lujo tener la simple facultad de escucharlo aún fuera del contexto de las canciones de Asamblea. No hay desperdicio en esos monólogos. Si, igual obvio que esto siempre coexiste con una festividad, pero también hay una suerte de peso del que todo el recinto debe hacerse cargo. No por nada tantos lloraron en el monólogo de ‘El sonido de los helicópteros’ (inevitable) o con la nueva versión de ‘23’.

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No se sabe con exactitud qué será del futuro de la banda. Se sabe que este jueves estarán presentándose en el Espacio ángel en un evento a beneficio. Pero de nuevo, como que una banda como Asamblea no responde mucho al convencionalismo épico y teatral que tantas bandas intentan construir. Arman espacios cuando son necesarios. La gente responde y siempre somos los que somos. No en el sentido de que sea una banda de baja convocatoria, “somos los que somos” viene a evocar familiaridad y conexión con los mensajes que el aire ofrece.

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Aún con la densidad en la naturaleza. Hoy, escribiendo esta reseña en un domingo soleado, puedo pensar en la fortuna de que exista un proyecto de estas características y con un nivel tan alto. Se ha vuelto cliché con los años pero no es exagerado cuando se dice que es pertinente agradecer que una banda como Asamblea Internacional Del Fuego exista. Fue un concierto perfecto. De hecho, en un año en el que dinosaurios instalados de la música popular chilena se han perseguido la cola buscando definir quién se saca el concierto más improbable (nosotros llenamos dos Santa Laura / nosotros tocamos más de cuatro horas en dos jornadas / nosotros tocamos tres horas y proyectamos el concierto en cines inmediatamente / nosotros vamos a tocar dos nacionales / nosotros vamos a llenar dos arenas ese mismo fin de semana), una jornada como la de ayer barre con su humanidad.


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