Live Review

Nothing en Chile: Existiendo en el espectro emocional

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Andie Borie

 

13 años tuvieron que pasar para que Domenic Palermo y compañía pisaran nuestro país por primera vez. Es por eso que desde que se anunció hace un par de meses el debut de Nothing en el Club Chocolate se convocó un efecto peculiar en su fandom. Después de todo, y en palabras recientes de Palermo en una reciente entrevista con Sonar, es casi imposible que una banda de su tamaño pueda girar. Los costos son demasiado elevados, y hasta cierto sentido el fandom de agrupaciones de este tipo de arrastre, o de estos sonidos, asumen esa realidad algo desoladora. Pero bueno, finalmente el anuncio era más que real, y cada fan hizo ver su entusiasmo, el cual dejó de ser silencioso. La llegada del shoegaze de Nothing a Chile dejó de ser un mero sueño.

Pero como todo buen fan de la también llamada Band of Nothing, quienes han acompañado sus vidas con grandes obras como ‘The Great Dismal’ (2020) o ‘Tired of Tomorrow’ (2016), saben que sus sonidos se entremezclan. Claro, hablamos del shoegaze. Pero la misma historia de la música se ha encargado de demostrar que ese sonido rara vez viene solo, y en el caso de los oriundos de Filadelfia, vienen acompañados justamente por el rock alternativo y el dream pop –y uno que otro coqueteo muy ocasional al post-hardcore–. ¿A qué quiero llegar con esto? Que Nicky Palermo y su gente toman esta amalgama de sonidos, y la ejecutan en una forma que obedece más a su contenido que a la forma. Es decir, a las emociones. Veamos como se enmarcó ello en lo sucedido la fría noche del día 4 de abril en el Club Chocolate.

Para estos efectos, romperemos con el flujo cronológico de las canciones –que de todas formas pueden revisar el setlist al final de esta nota–, y nos centraremos en tres aspectos estructurales de esta maravilla de show.

Lo sobrecogedor

Existe cierta dualidad dentro del concepto sonoro e interpretativo de lo que hace Nothing, elementos percibidos en el formato envasado, pero que al fuego del en vivo, era de lo más natural que cobrara otro sentido. Ahí, que el aspecto ominoso de las formas del shoegaze en canciones como «Say Less», con un paso rítmico marcado y convulsivo, rompiendo el ritmo natural de nuestros cuerpos, para terminar de dejarnos abrazar por los muros de sonido. Efecto logrado de inmediato con los bruscos golpes al paño de la caja, permitiendo conectar con la sedosa voz de Palermo.

Desde esa puntada inicial, es que en distintos instantes de la presentación que esa sensación predominó en el ambiente que inundaba el Club Chocolate. Las luces azuladas tenues que dialogaban con un rosa intenso eran el escenario ideal para que fluyera el verso «I think we’re far from home» de aquella hermosa pieza «Hymn to the Pillory». De ahí, bastaba con darse la vuelta un poquito para ver el efecto atrapante e hipnótico de esa arista interpretativa de Nothing, que en ese aparataje meloso avanzaba progresivamente a destellos explosivos. Un verdadero gusto, en especial al presenciar una y otra vez, y en distintos colores, temas como «Zero Day» con una aproximación bien noisy en las guitarras o, bien, «The Dead Are Dumb», que respiraba paso a paso cada estrofa y riff, escuchándose un mar de voces introspectivo y despacio –como voces perdidas en el mar–. Y por supuesto, esta conceptualización llegó a su epítome con la clásica «Chloroform», donde las voces vestidas de negro subieron el volumen, entregándose al filo del momento conducida por la guitarra de Doyle.

Lo cercano

Como mencioné al principio de este escrito, Palermo y cía. saben muy bien que su banda no es de un gran tamaño. Quizás el no estar absortos dentro de la maquinaria de las giras masivas les haya permitido cuidar de su impronta cercana con su público. Como si se tratase de un contrato tácito que cada fan conoce, y de dicha seguridad se plantea vehemente que los músicos en escena están sintiendo. Que cada verso recitado es cierto. Que cada palabra es real.

Es por eso que en «The Carpenter’s Son» –del ‘Dance on the Blacktop’ (2018)–, que por cierto conformó la canción más longeva del show, formuló un efecto evolutivo en la expresión emocional. En la medida que el loop rítmico emanado de las baquetas avanzaba, se entabla una conversación sensorial, en un baile extraño como cálido de quienes estaban en frente, y los ojos cerrados de muchos rostros. Dicho diálogo sentó el pacto, retratado en las palabras de Palermo que, aún dentro de su aura tranquila, se expresó cercano a sus fans agradeciendo el recibimiento, los regalos, la calidez, y las varias botellas de pisco que «le servirán para poner una botillería en Nueva York».

Lo visceral

Pero otro aspecto sonoro, sensorial e interpretativo de Nothing recae en lo visceral, y dicha faceta fue fácilmente la más convocante y provocativa. Desde el paso aplastante y hermético de «April Ha Ha» al éxtasis incontenible de «Fever Queen», el público rompía poco a poco su timidez. Viviendo cada etapa de este proceso emocional, después de todo, el día a día es lo suficientemente abrumador como para mostrarse así de frágil de inmediato. Y es que los sonidos de la Banda de Nada no funcionan únicamente en consonancia con el corazón y el cerebro, sino que también desde las entrañas mismas.

Es dicho llamado el que invocó los saltos entusiastas, empujones contenidos, gritos descarnados y moshpits de un flujo particular, como pudo haber pasado con «Famine Asylum». Pero fue la «Vertigo Flowers» la que hizo salir a la bestia interior de cada quien, como un alter ego comprimido que reaccionó instantáneamente en una interacción química en donde la dopamina y la adrenalina llamaba a los más valientes a intentar subirse al escenario –y uno de ellos lo logró de hecho–.

Así, los versos «An off-white lie that’s come undone, composing suffering that falls on ears of no one… Of no-one… Of no-one…» nos dejaban ir con una sonrisa en el rostro, y una que otra lágrima seca en nuestros pómulos. Un concierto precioso que por todas estas razones atesoraremos, y el cariño que Nothing expresó se sintió. Realmente se sintió.

 

Setlist:

  1. Say Less
  2. April Ha Ha
  3. Hymn to the Pillory
  4. Fever Queen
  5. Zero Day
  6. The Dead Are Dumb
  7. Chloroform
  8. The Carpenter’s Son
  9. Famine Asylum
  10. B&E
  11. Vertigo Flowers
  12. (HOPE) Is Just Another Word With a Hole in It

Revisa la galería de fotos completa a continuación:

Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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