Escrito por Felipe León
Es imposible negar el caracter pionero de Kraftwerk con respecto a la electrónica. Pues si bien, varios años antes que ellos ya existían ciertas corrientes de la música concreta que apuntaban hacia esa dirección, incluso en la cultura pop casos como el de Wendy Carlos con sus versiones de Bach, o el soundtrack de La Naranja Mecánica, ya daban una probada al mundo sobre esta reveladora forma de hacer música, no fue hasta finales de los 70’s cuando realmente se le comenzó a prestar más atención.
Dentro de un decisivo 1977, con revueltas sacudiendo gran parte de Europa y revoluciones musicales ocurriendo a la vuelta de la esquina, como el caso del punk que se encontraba en pleno estado de ebullición en el Reino Unido, o el disco futurista del dúo Donna Summer/Giorgio Moroder de «I Feel Love», un grupo alemán mostraría el que sería quizás el camino más adelantado de todos. No por eso menos inmediato, pero sí el que mejor reflejaría el estado más sintético que pasaría a formar parte de la música popular. Debido a la amplia gama de sonidos que influenciaría de ahí en adelante. Llegaba Trans-Europa Express.
Con su sonido mecánico, frío como el invierno Europeo, Kraftwerk arremetería con una obra que acarreaba en su andar rítmico y paisajista, el peso generacional de cargar con la decepción de una revolución fallida como lo fueron los 60’s. Posibilidades fugaces que poco a poco fueron dando paso a un descontento más generalizado y violento, lo que se traducía de forma mucho más hostíl en un país como Alemania, en ese momento dividido cual pedazo de torta. En ese sentido, el escapismo realista que presentaba a un proyecto totalmente novedoso, y al mismo tiempo accesible, haría click en toda una camada de artistas y bandas que tomarían esta semilla, para germinar sus propias propuestas.
Y Trans-Europa Express fue un paso fundamental para lograr esto, al ser una especie de culminación de esta etapa un tanto más progresiva de la electrónica. Punto de quiebre que pondría estos sonidos sintéticos en boca de escuchas casuales y verdaderos científicos de la música. De pronto tenías a David Bowie e Iggy Pop sentados en el mismo vagón de este Trans-Europa Express, que iba de un lugar a otro, dejando en el camino postales sonoras en movimiento de lo más mecánicas y robóticas. Pero con un condimento humano detrás, retratado muchas veces desde lo melódico. Sin dejar nunca los rieles.
8 estaciones con distintas duraciones y motivos, unos más parecidos a otros, plegados a un ideal experimental bastante evocador, que arremete de entrada con una soleada «Europa Endlos» pasando a algo mucho más lento y misterioso como sucede con «Spiegelsaal». Mientras el cruce «Trans-Europa Express», columna vertebral de este recorrido, junto a «Metall Auf Metall», dan una impresión mucho más dura e industrial, llegando a tesoros un tanto surreales como sucede con «Franz Schubert». Y sí, Kraftwerk ya había entregado grandes obras, pero este álbum supera cualquiera de sus predecesores.
Kraftwerk se presentará el 25 de mayo en Movistar Arena
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