A la carta

A la carta: Los 5 discos favoritos de Pablo Vostok

En esta nueva entrega A la carta, Pablo Vostok repasa los 5 discos que más lo inspiran a experimentar en la música.

«Mi aproximación a este A La Carta, desde su ambigüedad, me llevó a lugares bien concretos, específicamente a discos que con su creatividad me inspiran como músico día a día a experimentar, probar cosas, perderle el miedo a intentar sonoramente lo que me inquiete, seguir confiando en mis oídos cada vez más, y obviamente seguir haciendo música y vertir mi alma en mi obra.«


Peter Gabriel – So (1986)

Después de experimentar hasta donde le dio la gana con sus 4 LPs homónimos, negándose por muchos años a explorar el sonido pop después de que dejó Genesis, Peter Gabriel sacó esta bomba expansiva de creatividad, increíble por donde se le escuche, como si dijera «ok, voy a jugar al pop pero con mis propias reglas», tomando elementos de muchos rincones del pop de los 80s pero haciéndolo suyo, sonando distintivamente como sólo Peter Gabriel puede sonar. A mi gusto, probablemente sea el disco mejor producido de la historia y Sledgehammer es mi canción favorita. La amalgama perfecta de pop y experimentación. Esta historia la siento muy cercana a mi propia historia, donde después de muchos años de negarme a tocar rock, usar guitarras e instrumentos «reales», trato de hacer algo de rock pero con reglas un poco ajenas a él.


The Blood Brothers – Crimes (2004)

Creo que muy pocos artistas pueden hacer un disco tan duro y potente con tan poca distorsión, con guitarras tan minimalistas y una ejecución tan desgarbada, pero a la vez exquisita y versátil, como lo que hicieron los Blood Brothers en el Crimes. Los juegos de voces entre los dos vocalistas suena tan único y crudo, energético a más no poder que es como si los otros miembros trataran de pillarle el ritmo frenético a las voces pero ellas se escapan. Además, no sé si hay algún otro letrista que pueda hacer letras eminentemente políticas y antiguerra y que suenen como canciones de desamor y pérdida. Y eso es lo otro que me gusta de este álbum, es súper político y no escatima nada al hablar pestes del gobierno de Bush Jr. y, a la vez, reírse un poco de los clichés del post-hardcore de la segunda ola, a ratos con las letras, a ratos con el sonido mismo, a ratos con ambos.


Marty Robbins – Gunfighter Ballads and Train Songs (1959)

Soy un fanático empedernido del country y el bluegrass, tengo varias maquetas y proyectos de canciones que planeo, ojalá pronto, terminar y lanzar como un LP. Parte de mi afición es lo doloroso y punzante de sus letras, algo que es difícil de plasmar cuando el letrista, más que algo poético, trata de escribir algo más prosaico, de contar historias, cuentos, fábulas; y la verdad es que creo que Marty Robbins es capaz de colorear sus letras más novelescas de una emoción bien poética, cosa que se refuerza aún más con su voz aterciopelada de barítono. Cómo Marty compone, dándole una estructura más bien radial y coqueta con el pop a un género que en esa época no daba para eso como lo es el outlaw country, marcó un antes y un después no sólo en el estilo sino que en la música popular. Cuando se suma eso a melodías increíblemente recordables, una composición que también toma muchas influencias de la canción popular mexicana, y una producción cristalina como un río, queda un disco tan maravilloso como éste, donde yo creo que cualquier fan de la música puede encontrar algo de su agrado.


King Tubby & Augustus Pablo – King Tubby Meets Rockers Uptown (1976)

De un artista que tuvo una carrera tan grande, prolífica y consistente, es difícil encontrar un sólo disco que encapsule todo lo que a uno le gusta de él, pero, a mi parecer, este disco es un testamento a toda la innovación, creatividad y sentido de la oreja que tuvo King Tubby y explica por qué realmente fue el rey del dub. Esos bajos que retumban al infinito y hacen que a uno se le tuerza el estómago, esos beats súper simples y pegotes, los pianos y guitarras vacilones, unos delays y spring reverbs que aúllan hasta el infinito y quedan resonando de una canción a otra, escuchar este disco es un disfrute puro y duro, de principio a fin. Como mezclador, trato de tomar la mayor inspiración que puedo de la fisicalidad y espacialidad que tenían los mixes de King Tubby, y espero algún día poder realizar ese mix dorado.


Lymbyc Systym – Split Stones (2015)

Pillar un maridaje o un balance entre lo digital y lo análogo puede ser muy complejo desde el punto de vista meramente sonoro. Hacer que ambos mundos sónicos coexistan y suenen de una forma que se complementen no es una misión a subestimar, y Lymbyc Systym en el Split Stones logran eso, pero logran tanto más. La forma que tienen de poder apilar capa de melodías una encima de otra sin que la canción se sobresature, de darle un cariz de música popular a un experimento puro de oreja es algo que me sorprende cada vez que escucho este disco. Que un disco completamente instrumental sea tan emocional, bello y se acerque tanto a quien lo escucha también, es algo que me inspira a nunca olvidar lo que, como músicxs, hacemos: usamos sonidos para conectar con otras personas, independiente de si nuestra música tiene letras o no. La música es un fenómeno físico, es el aire vibrando y que literalmente nos toca, nos atraviesa. Cuando el bajo retumba fuerte lo sentimos en el pecho y el estómago, cuando los platillos suenan sentimos las frecuencias altas en la cabeza, cuando nos conectamos mucho con una canción un escalofrío nos recorre la espalda. Un disco como éste deja en claro eso, y me insta a seguir tratando de lograrlo.


Puedes seguir a Pablo Vostok en Instagram, y escucharlo en las distintas plataformas de streaming.

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