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Silabario: Un cancionero cercanamente cotidiano, honestamente emotivo, combativamente mágico

Escrito x Felipe León

Foto principal x Andrés Larraín

A Silabario se le podría considerar como una banda que se toma las cosas con paciencia. Es cierto, no es fácil grabar un disco, hay muchas cosas que entran en juego desde los tiempos, equipos, inspiración y por supuesto las moneys, sin embargo debe haber resultado mucho más complejo y demoroso hacerlo en un formato más extenso -así como los grandes clásicos del ayer y hoy desde el «69 Love Songs» de The Magnetic Fields al «Blonde on Blonde» de Bob Dylan e incluso «Ghosteen» de Nick Cave & The Bad Seeds– tarea que el componente fundacional conformado por Francisca Fuentes y Walter Pérez pudo llevar a cabo en digámoslo, una obra cumbre del universo indie pop/rock lofi nacional como lo es «Lo Malo Va a Pasar«; cercanamente cotidiana, honestamente emotiva, combativamente mágica.

Corría el año 2018 y luego de casi un año de receso volvían actividad con ese regalo prometido, un trabajo esperado por toda una hinchada que vio en sus canciones, un condimento que les diferenciaba y definía como una agrupación capaz de evocar desde la simpleza lo cotidiano. «Lo Malo Va a Pasar» hacia su entrada triunfal como una obra que recopilaba diversos episodios cargados a un sonido sónico y guitarrero, como a la templanza y calidez más introspectiva, pasando por verdaderas revoluciones a situaciones surrealistas, un abanico de ideas y vivencias enfrascadas en una serie de situaciones que determinarían la clara dualidad imperante a lo largo de este trabajo.

Todo un manifiesto enérgico, melódico y emocional equilibrado con ciertos contrastes un tanto más oscuros y enrabiados desde el sentir con el sistema, representan los discos verde y rojo (autor daltónico), cultivando un nutrido paisaje de pequeñas grandes historias a descubrir. He ahí «La gran Revolución» con su frase «que el pueblo se devore al rey» pegada de una en la memoria, la nostálgica «Fotográfica«, la siempre animada «Somos Explosiones«, la ganchera «Berlín«, esa colorida distorsión de «Los Planetas» o cuando Silabario conoció a Bob Dylan en un auto y este les dio marihuana en «Bob Dylan es mi copiloto«, entre muchas más que abundan en este lugar.

Motivos de sobra hay para considerarles uno de los actos más destacados de la escena independiente del último tiempo. Qué más se puede decir, gran banda Silabario.

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