Las implicancias espaciales que ofrece «Obsesiones de una noche» capturan toda una solemne sofisticación, al punto de dotar cada instante cantado e instrumentalizado en un mar de sutilezas dispuesto a rebalsar todo de una contagiante mezcolanza de coloridos sonidos -un tanto nocturnos- capaces de llevar las emociones al límite. Y es que a pesar de lo pasivo de la composición, con esos estribillos bailables y emocionales como elementos un tanto más explosivos, la canción termina por conjugar un espacio creativo que profundizan en las obsesiones latentes en esta historia, narrada por el grupo proveniente de Quito como un torbellino de movidas esencias cercanas al pop, limitando con las influencias disco, dance y alternativas en todo un primer suceso que bien abre la carrera de Francisco, Mateo, Samuel y Luis como Silencio Moricz.
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