Escrito por: Hernán
«Necesitaba crear algo en una forma que el público pudiera sostener y cuidar, ya que son parte de la creación. Los sonidos de kin lo transmiten. Cuando iamamiwhoami comenzó a principios de 2009, kin aún no se concebía como una idea. El proceso del desarrollo de kin comenzó en agosto de 2011. «
Jonna Lee
Cuando ocurre una revolución musical, generalmente nos atrevemos a nombrar monumentales grupos icónicos que han perfeccionado distintos aspectos artísticos de la música. Desde el cómo visualizarla, el sonido, la estética o el género en sí mismo y que han aportado un legado tan influyente que repercute en generaciones posteriores ad infinitum. Pocas veces podemos notar bandas que resuelven este dilema con tal magnificencia y de una forma integral, donde todos los aspectos del arte han sido explorados, manifestados y recopilados en una pieza u obra maestra. Hoy por hoy, una de aquellas, viene sumergida desde el profundo océano del anonimato, con una sabiduría críptica estremecedora que ha florecido dentro del arte tanto visual, estético y, sin lugar a duda, sonoro.
Cuando empezó el proyecto de iamamiwhoami, allá por el año 2009, se realizó una campaña audiovisual sumamente «subliminal», donde se posteaban cada semana unos videos crípticos que fueron enviados a distintos productores y gente de la élite musical, motivándolos a unir piezas de un puzle gigantesco en el cual define un abstracto episodio de la media audiovisual. Vale decir que esta campaña tan innovadora le valió un Grammy en el año 2011 al “artista innovador del año”, recibido en total anonimato.
Tras una saga de preludio -definida por los posteos en YouTube-, un concierto y la saga del álbum Bounty, el mundo ya tenía clara la película de quien era la mente maestra de todo este enrollo (ni Christina Aguilera, ni Trent Reznor, ni Björk, ni Fever Ray o The Knife). Sabíamos que la identidad oculta era nada más ni nada menos que una desconocida sueca llamada Jonna Lee (A.K.A. ionnalee) y para el 11 de junio del año 2012 tendríamos un esperado álbum completo, el cual redondeaba absolutamente todo el compendio críptico, hablamos del kin.
Tras una seguidilla de producciones audiovisuales de alto calibre, donde se relata la trágica y angustiosa historia del personaje de Jonna Lee, peleando con esos “seres peludos” que van atormentando la psique de la protagonista hasta el punto de la pérdida de la cordura, kin es una de las formas de escapatoria de ese mundo y universo tan complejo de iamamiwhoami, tal como se manifestaba en la «mandrágora» de sus sagas anteriores.
Kin es un disco absolutamente oscuro en su fisionomía, una suerte de contrastar ese synth-pop tan ameno que proyecta la angelical voz de la cantautora sueca, pero que se ve ennegrecida con esas atmósferas lúgubres y catárticas. Que comienzan con un tema mortífero como Sever y que se balancean entre los ritmos industriales como en Drops o en sonoridades tan eufóricas y bailables como en Goods y que demuestran un carácter de ensueño y de estados mentales dentro de un apoteósico proyecto audiovisual. La estética y la ambientación de este proyecto es una experiencia única cuando puedes presenciar tanto lo musical como lo visto.
La vida que tiene este extenso es auténtica y con una producción prolija que evoca una suma de sensaciones y emociones que van desde lo pacífico hasta la angustia misma. Una locura espectral que mantiene y conmueve, pero que aterra y sorprende. Kin es un disco único dentro de la década pasada, es un disco que define un proyecto que revolucionó, si revolucionó la escena underground para proliferar como una semilla en un imaginario colectivo musical.