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Las claves y los contextos de la ‘Toolmanía’

Pocas bandas quedan en el mundo que generen lo que Tool hace en estos días. No es que sean la única apuesta realmente interesante, al contrario, actualmente y luego de que apareciera ‘Fear Inoculum’, nos queda más que claro la función de la banda. No se trata de sumar tanto, si no de innovar con lo que se tiene y en ese sentido, junto al hype que arrastraron por casi 13 años de silencio discografico, Adam Jones, Justin Chancellor, Maynard James Keenan y Danny Carey logran una hazaña y un fenómeno que echabamos de menos en la industria y la música en general.

¿Cual habrá Sido la razón de que el mundo literalmente perdiera la cabeza con este regreso? Imaginen que Radiohead no hubiera lanzado nada desde In Rainbows. Y es que la proeza de 10.000 Days, tal vez el álbum con más corazón del grupo, dejaría la vara tan alta, que a solo meses ya pedimos un sucesor. Es el efecto Tool que se ha encargado de poner las cosas en perspectivas y sumar un nuevo episodio de la histeria colectiva que puede generar un disco que no sea de Pop en estos días. Hablamos de la experiencia, independiente del género, que es llevar un disco largo a las masas y con sin más que conceptos, ideas y sonidos que ofrecer, hacerles recobrar a muchos la importancia de un larga duración.

‘Fear Inoculum’ le trajo nuevos horizontes a Tool, siendo la belleza el elemento a destacar en esta versión. Está la fuerza de Undertow, algo del caos en Aenima, un punto de equilibrio numérico heredado de Lateralus y el alma/corazón de 10,000 Days; incluso esbozos del lamento primitivo de Opiate. Quizás a modo resumen de la esencia del grupo a lo largo de los años, nos vemos enfrentados a la consolidación de un grupo de personas críticas que dejan volar su imaginación con altas cargas de preguntas y respuestas sobre la sociedad, lo espiritual y el simbolismo de lo humano y mundano.

La matemática de Tool pasa por cuatro cabezas que trabajan en sintonía, con algo de inagotable tiempo que puede llegar a saturar hasta sus propios miembros. Todo debe encajar a la perfección dentro del rango de error propio de cada miembro. El peso lírico e intelectual de Maynard, sumado a la habilidad casi sobre natural de engendrar armonías y rítmicas por parte de Justin y Danny, han de ser consecuencia de la pólvora de quién sea el gran artífice y motor de las composiciones Adam Jones. Es en este disco donde vemos el visionario más personal del guitarrista, y es aquí mismo donde hayamos el ADN de una banda, que juega con sus propias reglas, intrigado en todo momento por esos silencios que devoran la mente de cualquier fanático.

Tal vez el efecto de este lanzamiento no sea igualado a la revolución que significó la Novena Sinfonía de Beethoven o La flauta mágica de Mozart, ni mucho menos la histeria de Liszt en pleno romanticismo, pero en este siglo XXI si tuviéramos que acercarnos a un efecto similar, Tool sería la que más se le acerque. No basta con sólo ser misteriosos, buenos músicos e irritables a su manera -palo para su fandom más extremista-, pues la mejor respuesta siempre será lo que nos pueden decir musicalmente. Tal vez estas pequeñas reflexiones no verían la luz si nada muy bueno hubiese salido del disco; pero es un discazo. Ahora a esperar otros 13 años, quizás menos, quizás más.

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