Los tiempos difíciles muchas veces impulsan verdaderas ráfagas de viento, dispuestas a expresar lo más profundo, doloroso y propio de nuestras traumaticas experiencias de vida. En estas descansan todo tipo de vivencias dispuestas a comerse cada rincón de nuestro ser, las cuales si bien nos hacen sangrar, también posicionan ese halo creativo más especial, compuesto tanto de tristeza como de felicidad, entendiendo este último como la ausencia de dolor. Porque mirar ese lado más oscuro nos hace muchas veces más humanos y mientras más cerca estemos de esto, mayor es nuestra cercanía al concepto de creación. Y en lo personal solo un trabajo cumplió este año con ese cometido: Rest.
Después de tantos años esperando un disco como este, podemos decir sin tapujos que nos hayamos frente al espejo más personal y brillante de Charlotte Gainsbourg. Rest es sobre todo pasión, dolor, ausencias y corazones rotos en todas sus expresiones, desde la infancia hasta el último latido que entregó Gainsbourg en este, su santo grial. Aquí la Británica abrazó su otra patria, Francia y calco esa decadencia artística post juventud Parisina en una hoja sellada bajo los textos más biográficos de su carrera.
La eterna figura de su padre, aborda cada espacio de sus canciones, siendo el legado y pérdida de éste, el sacrificio necesario para que Charlotte desempeñará ese rol narrativo tan fuertemente ligado a lo mejor de su obra. Son precisamente sus letras las que juegan el papel protagónico, por sobre las increíbles bases rítmicas que van desde lo sintético hasta lo orgánico, todo envuelto en las siempre mangas secciones orquestadas de Owen Pallet. Ese es otro punto a destacar, ya que Charlotte confió sus más íntimas memorias en otros colaboradores como es el caso de Guy -Manuel de Homem- Christo (Daft Punk), SebastiAn -ambos en producción- y hasta Paul McCartney, quien le cedió la canción Songbird In A Cage, los cuales más allá de su importancia, no influyen en el desarrollo personal del álbum.
Rest no sólo descansa en el panorama más íntimo de la cantante, pues no requiere mayor complejidad emocional para ser disfrutado. Ese en un punto a favor, siendo el aspecto doloroso un condimento musicalizado de manera más melódica y hasta llena de vida y colores. Cada canción desde lo progresivo de Deadly Valentine y Les oxalis, pasando por el toque más personal de Rest o Kate, y llegando al toque más Pop de temas como Sylvia Says o la ya mencionada Songbird In A Cage, aportan una variedad de momentos que no aburren en ningún momento. Cada pista importa y fueron concebidas para que así lo hicieran, siendo joyas como Ring-a-Ring o’ Roses y Lying With You las más representativas de una obra compleja pero rica en texturas.
Rest hay que tomarlo sin miedo como un disco que con su potente delicadeza, nos abre el corazón de una autora inquieta y desbordante de verdades. Un álbum abultado de particularidades, grandes momentos, esperanzas, culpas, rabia y amor, sobre todo amor. Charlotte Gainsbourg en lo más alto de su creatividad.