No tuvo que pasar mucho tiempo para que el joven promesa de Nottingham lanzara material de estudio nuevamente, tan sólo un poco más de un año desde que publicó “On My One”, un álbum bastante confuso, por así decirlo. Así, Jake Bugg el primero de septiembre recién pasado lanzó su nuevo disco “Hearts That Strain”, del cual la única pista que teníamos fue el tema “How Soon The Dawn”, publicado con anterioridad en los servicios de streaming correspondientes, sorprendiéndonos con un folk más maduro. La inquietud latente después del tercer álbum era si el británico seguiría adentrándose en áreas pop que claramente salían de la propuesta que evoca, es decir, no nos molestan canciones como “What Doesn’t Kill You” (Shangri La, 2013) pues de cierta manera suenan coherentes tanto con los géneros en los que se maneja, más al público que se dirige. Nuestro problema eran sus acercamientos con el rap, como en “Ain’t No Rhyme”, lo que corta el ambiente totalmente, dejando al oyente fuera de contexto.
Con ello dicho, “Hearts That Strain” se alza como un álbum en el que Jake se enfoca nuevamente, presentándonos un disco con un propósito claro: volver a la música de guitarras, como todo un trovador. Además, contó con un equipo de trabajo de lujo: Dan Auerbach de The Black Keys en guitarras; The Memphis Boys, Bobby Woods y Gene Chrisman –quien estuvo involucrado en clásicos como “In The Ghetto” y “Suspicious Minds” de Elvis Presley–. El resultado fueron 11 canciones repartidos en poco más de 35 minutos.
Destacan canciones como “Southern Rain”, pieza que perfectamente pudo haber estado en el vasto catálogo de Johnny Cash o Willie Nelson, hasta incluso en las letras se nota la influencia; “Bigger Lover”, “Every Colour In The Wind” y “The Man On Stage” que nos recuerdan ciertamente a las melodías de Elvis Presley, con bellos arreglos de piano y cuerdas; la bailable “Burn Alone” demostrando un country que suena a una clara evolución de la música del británico mismo, una de las canciones donde probablemente se siente más su trabajo: una canción corta destinada a alborotar el escenario y el público. “Hearts That Strain” –canción homónima del disco– funciona de la misma manera que el tema anterior, pero en su otra faceta más calmada, que nos recuerdan –de manera reminiscente– a las perfectas baladas que nos brindó en su primer disco.
Así, quisiera destacar “How Soon The Dawn” –que hace un uso exquisito de las percusiones– una perfecta canción para abrir este álbum, pues inmediatamente contextualiza el ambiente, indicando con exactitud el viaje musical que habrá en este álbum. Y no solo ello, “Waiting” la canción más bluesera del disco nos presenta un dueto entre Jake y Noah Cyrus –hermana menor de Miley Cyrus– que trabaja a la perfección, usando esta clásica herramienta del country. En lo personal, esta canción es una maduración de “Love, Hope and Misery” (On My One, 2016), y es fácil el punto más alto de todo el álbum.
Concluyendo, debemos enfocar un tópico que puede ser problemático, pues claramente el cambio de sonido puede ser bastante brusco, ya que “Hearts That Strain” goza de un salto de madurez altísimo y es música que perfectamente podrían escuchar nuestros padres y abuelos, cortando así con el público juvenil indie que ha seguido a Jake Bugg en sus cinco años de carrera. Por lo tanto, esta búsqueda de una identidad sonora –el problema histórico del británico– sigue latente, pero lo está manejando de manera consciente y clara, pues sin lugar a dudas la música de guitarras es lo suyo. Así es como debe ser, y pues, quien sabe, tal vez estemos en frente a un músico que innove en esta área de la música tan trabajada como lo es el folk y el country. Tal vez no sea lo suyo estar en su área de confort, tal vez no sea su objetivo como músico. Personalmente, ya quiero ver como la carrera de Jake Bugg crece, pues su ambición es palpable y ese tipo de cosas siempre da buenos frutos.
Jota