A Real Pain (Un Dolor Real) es el nombre del debut como director de Jesse Eisenberg, histórico actor de tremenda carrera. En esta oportunidad, se dio el lujo de contar una historia propia, o más bien, dar con un tono propio para abordar los temas que le interesan.
La trama es sencilla: una pareja de primos, Benji (Kieran Culkin) y David (Jesse Eisenberg), toman un viaje desde EEUU hasta Polonia a propósito del fallecimiento de la abuela común entre ambos, quien es polaca se nacimiento y sobrevivió al holocausto.
A medida que avanza la trama, el guión va ofreciendo ciertas observaciones respecto a la depresión de uno de los personajes, que terminan por solaparse con la experiencia de este mismo frente a los centros de memoria que conmemoran a las víctimas del holocausto. Digamos que en la superficie parece estar la invitación a determinar cuál es exactamente ese “dolor real”, pero en realidad la película no ofrece ningún juicio de valor ni respecto la depresión ni a la memoria por el holocausto, entendiendo ambas como fuentes de sufrimiento con las que un espectro de la población vive hoy.
La verdadera piedra angular del guión puede acusar cierto cinismo, pero el espacio para la reflexión que ofrece el filme, sumado a la inocencia con la que es abordado, le da una sinceridad envidiable. Sobre todo para tratarse de temas tan sensibles. Nada es casualidad. Es antes una película sobre la depresión que una sobre la memoria por el holocausto. Una historia sobre las luchas personales que se acumulan y que a veces se ven sobrepasadas ante lo hercúleo del mundo que las rodea.
El tono de la película es de una comedia impredeciblemente bien lograda. El tono de los actores y su química en común ayuda, y un montón, pero también lo hace ese guión tierno que toca de manera tan delicada estos temas. Hay todo un juego entre las capas de profundidad de los temas que está abordado de manera bastante elegante. A Real Pain es una película que bien puede sentirse más liviana de lo que realmente es.
Con respecto a la dirección de Eisenberg, naturalmente se aprecia cierta cautela. Digamos que esta película no deja de ser una comedia de viajes y, de alguna forma, Eisenberg la trata como tal. Tampoco es que exista un oficio tipo Linklater para levantar estas historias humanas con mayor prodigio cinematográfico. Lo que más escapa de la norma son algunos cambios de tono hacia la cámara en mano, que no necesariamente refuerzan nada que no se esté dando a entender con el guión. Es un debut sólido, pero para nada aportador.
A Real Pain es una recomendación rotunda. No solo se siente como una película “real” por lo bien hecha que está, sino que también ofrece una linda y respetuosa exposición de un problema natural hoy en día. Es una película breve (descontando los créditos queda en 80 minutos) y simple, pero que esconde una interesante reflexión.
A Real Pain se estrenará en Chile el próximo jueves 23 de enero vía CineColor.