Escrito por Barbara Conejero
Un torbellino de preguntas se arremolina debajo de una fotografía de una novia en el día de su boda. Con Las novias del sur (2024), Elena López Riera regresa a FIC Valdivia en la categoría de Selección Oficial Largometraje, para interrogarse por la figura, quizá obsoleta, de la novia. Con la intersección de material de archivo y entrevistas realizadas a mujeres mayores, Riera pone en el centro de la discusión la dicotomía del romanticismo y la cruda realidad que supone esta figura. ¿De qué manera el matrimonio marcó la vida de las mujeres que vivieron todo esto antes que nosotras? ¿Qué ha significado este rito de paso, que también supuso en su momento el despertar sexual de muchas mujeres? Son los cuestionamientos que surgen en la última cinta de Riera.
Con un montaje de entrevista tradicional empapado de humor, deseo e intimidad, Las novias del sur, en poco menos de 40 minutos, logra escrudiñar aquello que no sabemos de esas abuelas, madres, esposas y mujeres. Entre ellas, la madre de la directora.
Los testimonios que reúne López Riera son claves para comprender el antes y después de la experiencia afectiva y sexual de las mujeres. Se puede dar cuenta que es la primera vez que estas mujeres tienen la oportunidad de hablar sin tapujos de lo que significó su noche de bodas, la relación con quien debía ser “el hombre de sus sueños”, su vida sexual y el poco conocimiento otorgado en torno a esta. La reflexión sobre el legado intergeneracional y las herencias a través de ritos sociales son lo que dan forma a Las novias del sur y el resto de la filmografía de la realizadora.
Elena López Riera, por su parte, desde la primera aparición en voz en off, deja claro que la suya, la experiencia del deseo de la mujer del siglo XXI, se parece poco, en apariencia, a la de entonces.
Lo más bello de este mediometraje documental son las dos líneas narrativas que posee. Siendo la primera los testimonios extraídos a partir de las charlas entre mujeres mayores y la directora. La segunda, en tanto, recae en las reflexiones personales de la realizadora que son potenciadas con material de archivo de fotos y videos de novias.
Estas dos líneas dejan una sensación de dos relatos paralelos, que, aunque conversan entre sí, nunca terminan por converger por completo. Una decisión narrativa que provoca en el espectador la realización de un doble ejercicio y a su vez deja un tanto indefinido hacia donde culmina. Pero es esto lo que devela la genuina pretensión de la cinta, la cual es, que cada una decida qué hacer y qué pensar a raíz de las experiencias de la directora y de las señoras entrevistadas. Eso es lo que Riera quiere demostrar a partir del momento en que dice: “Pregunto a señoras lo que no me atrevo a preguntarle a mi propia madre”.