Escrito por Felipe León
Fotos por Ignacio Velásquez
Pese a que ya lleva varios años en el mundo de la música (una década por lo menos), Rosario Alfonso continúa fortaleciendo un estrecho lazo con esta, a partir de eventos como el acontecido el viernes 10 de mayo en SCD Bellavista. En cierta medida, este tipo de instancias invitan a conocer más de su cantautoría, absuelta de cualquier atadura y dispuesta siempre con la mejor de las ganas, como un cálido abrazo que bien le viene a estas frías fechas.
No por nada, sus dos álbumes bajo la manga como ‘Lo Primero’ (2018) y ‘De canciones tristes y otras sutilezas‘ (2022) generaron auspiciosos comentarios, destacando sobre todo la honestidad de sus relatos. Tristes y sentidas confesiones, que pese a las complejidades emocionales tratadas, guardan un consuelo necesario a tanto dolor.
Mal de amores y cantos al olvido
Canciones nacidas al calor de una intimidad confesional, que remueven los cimientos interiores de la artista al exponer sus flores secas, como una simbólica ofrenda de mal de amores y cantos al olvido. En medio de una minuciosa escenografía, donde la flora generada a través de manualidades sintonizó con sus inspiradas angustias musicales, recitadas con melosa calidez por Rosario Alfonso, y despuntadas por los músicos que la acompañaron.
De tal forma, Javier Bobbert y Felipe Ibar junto a la cantautora, cultivaron una velada enriquecida por sus interpretaciones, custodiando de manera fidedigna las raíces que sostienen las composiciones, más no negando el deseo de irse por las ramas de vez en cuando. Esas salidas de libreto ayudaron a comunicar aún mejor, no solo las intenciones que hay detrás de su música, sino que también lo que provoca ésta en el momento mismo de sonar.
Por lo mismo, la jornada mantuvo su carisma hasta al final, forjando una cercanía con la audiencia que acompañó en todo momento las solicitudes que Rosario Alfonso hacía, para corear ciertas partes o hacer determinado ruido con las palmas. Claro, las reacciones fueron un tanto tímidas, quizás por el lugar (o el frío), excepto cuando se aplaudía, siempre a volumen alto y con pachorra.
Un valioso cancionero
El concierto perfiló las distintas épocas e influencias que nutren su cancionero, aunque el corazón mismo estuvo marcado por una notoria presencia de su último álbum. Por ende, temas como «Qué más quieres de mi» y «Nochevieja» dieron cuenta de la trascendencia que cargan estas canciones tristes, como bien anuncia su título, a la par de otros memorables momentos en «Canción para acunar» o «A la primera».
Las sorpresas también fueron una tónica, teniendo una participación estelar en el caso de Yaima Cat, quien se posicionó al piano, por ejemplo, en «Que no te haga falta nada». Un hito importante en la noche, que a su vez contó con una versión de «como antes :c», parte de su carrera solista, e interpretada originalmente con la propia Rosario Alfonso.
A su vez, hubo espacio para el bolero, demostrando no solo la pasión de la cantautora por esta antiquísima reliquia popular, sino que también su buen tacto al interpretarlo. Del mismo modo, mostró una canción nueva que aparecerá en su futuro tercer larga duración.
Éxitos importantes como «Negación», «De haber sabido», «Tus ojos claros» y «Un día lo encontré» fueron también recibidas con cariño por el público, finalizando ya con «Sácate las ganas». Cómo no, hay que llorar pero también bailar. Pero sobre todo agradecer por esta gratificante velada musical.
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