Live Review

Tenemos Explosivos + Como Asesinar a Felipes en Sala Metrónomo: El peso del discurso

Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por Juan Manuel Hernández

 

Dentro de las múltiples formas que sirven para abordar uno de los primeros conciertos del año –y uno desde ya importante–, es ir explorando un poco lo que hay detrás. Después de todo, una fecha en conjunto entre dos proyectos distintos –en términos de los sonidos que interpretan, y por ende, también diferencia aparente de público– que viene a demostrar algo aún más profundo en su trayecto. Por un lado, está el post-hardcore de Tenemos Explosivos, y por otro, el jazz rap y hip hop experimental de Como Asesinar a Felipes.

¿Una movida arriesgada? Normalmente, sí. Después de todo, si bien el anuncio inicial para la fecha en Santiago en Sala Metrónomo contemplaba únicamente a Tenemos Explosivos –a diferencia de los shows anunciados en Concepción y Quilpué, que tuvieron a la Operación CAF en sus filas desde los inicios–. De todas formas, tampoco pasó mucho tiempo para que el Koala Contreras y sus compañeros se sumaran a esta grandiosa fecha. Si ya se iban de mini gira juntos, ¿por qué no?

Una vez dicho lo anterior, también resalta a la vista qué es lo que une a ambas agrupaciones. ¿Qué es eso que tienen en común? ¿Es suficiente para justificar la diferencia sonora de cada proyecto? Cabe destacar que Como Asesinar a Felipes nunca fue tildado de telonero en lo absoluto, tal y como en las otras fechas anunciadas. Dos proyectos a la par. Entonces, ¿cuál es el piso en el que se sostiene esta decisión? La respuesta, afortunadamente también está a simple vista, valga la redundancia. Ambas bandas cargan con un discurso desde sus inicios –allá en los últimos años de la década del ’00– hasta el día de hoy.

Muy probablemente hayan visto el nombre ambas agrupaciones en algún cartel de festival o alguna noticia en distintos portales web a lo largo de los últimos 10 años. No es casualidad, y eso no es sino señal del respeto de la fanaticada por lo obrado por cada proyecto. Y es que la consciencia social, la protesta y el ejercicio de hacer memoria son cosas que deben nacer desde la convicción pura, y tanto Como Asesinar a Felipes como Tenemos Explosivos sudan ello día a día.

Eso es algo que se ve en sus canciones, en sus shows y en la intensidad que brindan sus presentaciones –sin fallar nunca–. Así lo fue ayer en Sala Metrónomo. Y aún si la agrupación de jazz rap tenía el desafío de llegar a aquellos que no les escuchaban, bastaron un par de versos de «Interior (Parte I)» para plasmar al calor del fuego en vivo, el porqué son lo trascendentes que son, y más aún, porque una fusión así iba a funcionar tan, pero tan bien.

Cuando la motivación nace desde una arista distinta a la propia estética musical, son otros los procesos químicos cerebrales que se ponen en ejecución. Existe una fibra emocional que comienza a comandar las sensaciones, motivada por una convicción irremediablamente política que nace desde las propias vísceras. Un fenómeno peculiar, pero que hay que destacar. Todo el mundo escuchó con una atención religiosa cada una de las palabras que brindó el Koala Contreras. Nadie estuvo aparte, y si bien un porcentaje gritaba las letras de temas como «Formo parte de un engaño» o «Ha vuelto a pasar», los no conocedores ponían caras de asombro; ya sea por el filo de los versos del rapero, o bien por lo formidablemente volátil y espacial de la instrumentación.

Si lo anterior no fuese cierto, jamás se habría generado el revuelo que sucedió cuando el –no tan nuevo ya– bajista Raimundo Santander empezó a entrar en un estado de trance a través de las gruesas cuerdas de su instrumento, mientras se paseaba entre un público que tenía que decidirse si gritar, acercarse, ovacionar, registrar o simplemente hacer cualquier cosa. Ese es el tipo de respeto que genera una agrupación con una ética de trabajo tan inmaculada como CAF, y a más de alguno le habrá quedado dando vuelta la célebre frase «prende la mecha!«, de «III», dando cierre a su excelente presentación.

Como cualquier discurso, se podría decir que hay al menos dos procesos importantísimos –y básicos– para hacerlo valer: la formación y la acción. Bajo el propio contexto del evento de ayer sábado 6 de enero en Sala Metrónomo, se podría crear cierta analogía alrededor. Después de todo, como ya he dicho en este escrito, ambos proyectos tienen en común ese discurso. Entonces, si la mesura más atrapante de Como Asesinar a Felipes se podría decir que es la formación –por lo desafiante de su propuesta–, se podría argüir que Tenemos Explosivos llama a la acción con toda la intensidad sonora de las guitarras y baterías agresivas del post-hardcore.

Una vez siendo su turno, el caos frenético al ritmo de «El misterio de Kosovo» revelaría rápidamente lo que implica pasar a la acción. El sudar, desgarrarse las cuerdas vocales con la consigna y el movilizar el cuerpo por un bien superior. Casi como otro lenguaje corporal, otra forma de expresión; y una que palpita a flor de piel –muy pocas veces, al menos post-pandemia, se puede ver al público gritando las canciones de una banda antes de que siquiera haya empezado el show–.

Y en ese sentido, el transcurso del show de Tenemos Explosivos fue eso: encender la llama y mantenerla más viva que nunca. Estaban absolutamente todas las personas invitadas a hacerlo, así sean los distintos sectores de la audiencia entre los que se golpeaban en el pit, los que cantaban desaforadamente, los crowdsurfers, los que se apilaban en la primera fila, los que se tomaban una cerveza con sus amistades en el sector trasero de la sala. Eduardo Pavez bien lo sabía, agradeciendo la presencia de Como Asesinar a Felipes, e incluso deteniendo a un guardia que se le estaba pasando la mano con un fanático mientras hacía crowdsurfing.

Además, si hablamos de que estaba todo el mundo invitado, bueno, todo el mundo cantó cada una de sus canciones. Los temazos del ‘Cortacalles’ –que tomó una porción sustancial del setlist– fueron gritados como clásicos con décadas de recorrido, dejando una postal preciosa con temas como «Cueca sola», «La cultura de la servidumbre» o «San Borja». Una verdadera fiesta adrenalínica de post-hardcore y convicción en el la porfía de la memoria por delante llevó a muchos a extenuar todas sus energías ante una Sala Metrónomo totalmente calurosa. Pero nadie aflojó nunca, como una reacción química inevitable, en el que propio vocalista declaró lo emocionados que estaban de ver como ahora tocaban ante un recinto como tal a capacidad llena, cuando en sus inicios se emocionaban si es que lograban congregar a 50 personas. Un entrañable momento que da peso y valor a todo el recorrido.

Por cierto, déjenme decirles que jamás había escuchado a la Sala Metrónomo sonar así de estruendosa. Una fanaticada así de fiel que sabía perfectamente que el poco y más de una hora que tocaron jamás iba a ser suficiente para dar cuerda a la gran cantidad de temazos que tienen los Tenemos Explosivos. Motivo por el que simplemente disfrutaron en demasía cuando aparecían temazos como «El ciervo de Santa Margarita», «El mejor jugador del fuego» y «Victoria», entregando diversos instantes difíciles de escribir ya que el idioma español no pareciera tener palabras exactas para definir las emociones tan viscerales emanadas en esos momentos.

Sin duda, una forma grandiosa de empezar el año para muchos, y todo un privilegio, puesto que un junte de este nivel con dos de los mejores letristas de Chile de los últimos 15 años, dos propuestas siempre empujando los límites de sus sonidos, y dos nombres que llevan a fuego vivo el calor de sus discursos, simplemente iba a ser fenomenal. Un precedente para un porvenir musical y cultural aún más auspicioso.

Larga vida a Tenemos ExplosivosComo Asesinar a Felipes.


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Juan Pablo Ossandón

Director de Expectador.

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