Jirafa Ardiendo
Live Review

Jirafa Ardiendo en Sala Metrónomo: Personadélica

Escrito por Felipe León
Fotos por Pedro Downey

La palabra deuda suele abundar en el imaginario que encierra al proyecto Jirafa Ardiendo, uno de los más interesantes de la música nacida en Chile por lo menos en los últimos 25 años, debido al escaso papel en vivo que han desempeñado desde siempre. «No tocan mucho» por así decir aunque cuando lo hacen suele ser un evento canónico, tanto para su fanaticada como para la banda en sí, tal como lo fue esta anticipada interpretación en directo de su clásico álbum Persona (2003).

Jamás lo habían tocado de principio a fin y tampoco es que debían hacerlo, pero tampoco nos engañemos porque muchas ganas habían de escuchar algunos de los episodios que conforman este viaje musical. Uno abultado de momentos que digámoslo, son de lo mejor que apareció en estas tierras en aquella época: dejaron la vara alta.

Entonces no es fácil hacerle justicia a tal mastodonte que es el disco Persona, el que se mira con asombro hasta estas fechas y que por lo mismo debe ser difícil de replicar. Lograr esa autenticidad en un concierto no es fácil, pero vamos, es Jirafa Ardiendo: no puede NO ser un desafío.

Por lo mismo, y tras el hipnotismo previo de la obertura audiovisual de Bribbó + La Taucán, la banda tocó finalmente su aclamada obra el pasado 15 de diciembre en Sala Metrónomo.

Jirafa Ardiendo

El realismo mágico de Jirafa Ardiendo

La velada prometida los encuentra en un momento inquieto dentro de su empinada creatividad, lanzando hace poco la canción «Doce», un adelanto de su próximo disco. El primero en un lapsus de tiempo que comprende cuatro gobiernos y medio, otro paisaje musical, revueltas sociales, corrupciones del alma y nuevas incertidumbres que encuentran a la banda con ánimos renovados.

En ese sentido, la llegada en directo de Persona encontró el espacio-tiempo idóneo para finalmente ser una realidad. Un recuerdo de vivencia y conexión en donde Jirafa Ardiendo se transformó en algo así como un sinónimo de lo que es dar un concierto memorable, encontrando momentos de verdadero realismo mágico capaces de romper con las dinámicas propias de los directos. El surrealismo pincelado en potentes imágenes como cuando tocaron «Confío», que en su vuelo emocional se vio acompañado de muchos aviones de papel.

Así como la participación de Daniella Gatica materializando el espíritu de Moisés Zamorano (persona en la portada del LP) con una performance fiel al estilo atlético que este representaba. Detalles de tacto emotivo y humano que obran como estímulos dentro de las posibilidades latentes en su música, la que a su vez se vio enriquecida por la participación de diversos nombres como Aroldo de Souza (ex miembro de Jirafa Ardiendo), Diego Gilabert Valiente, Javi Urra, The Magic Trompet, Angelo Pierattini y Felipe Cadenasso.

Dinamitando el imaginario

El compromiso de Jirafa Ardiendo se mantuvo desde el comienzo con esa atrapante apertura en «Mastodonte», pasando por la intrigante «Volcán», la flotante «Música en pedazos» o la sacudida guitarrera de «Corre». Emblemáticas canciones que dan cuenta de la ecléctica mirada psicodélica que reboza el álbum, y que sin embargo tras esa creativa fortaleza de estímulos, se ve impregnada de una interpretación versátil en su emotividad.

En medio de esta manera diversa de acercarse a las canciones se alzan momentos de sublime profundidad, como ocurre en «Sed» con Nicolás Moreno tomando el papel de vocalista, o la reveladora «Oruga». Una dinámica que agrupa ruido, distorsión, euforia, magia y psicodelia, bajo una lúdica mirada sonora que mantiene los atractivos hasta el final.

Jirafa Ardiendo

No por nada postales como «Siempre así» con esa trompeta cálida y noir conviven con piezas más accesibles como «Vidrio», sosteniendo el interés por la escucha de la misma forma que lo logran en el disco. De este modo, la fidelidad de su música dinamita el imaginario sin perder el foco, con desembarcos altamente esperados como en la especial versión de «Toros por los ojos», la melosa «Nuco Rey» o el hipnótico final de «Hiperacusia».

Persona sonó fuerte, los sueños fueron cumplidos. ¿Un chicle para el camino?


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