Escrito por Juan Pablo Ossandón
Fotos por María Loreto Plaza
La artista María Victoria Ramírez, a quien conocemos por su alias Young Miko, realmente se ha tomado el panorama del trap puertorriqueño y latinoamericano por sorpresa –y bueno, el reggaetón también–. Y es que la carrera de la oriunda de Puerto Rico no ha hecho más que crecer de forma meteórica desde sus inicios allá por el 2021, teniendo momentos claves en 2022 con su ‘Trap Kitty’, y este 2023 que ya la trajo a Chile en el marco de Lollapalooza, además de lanzar todo tipo de singles y colaboraciones pegadísimas que terminaron por lograr rápidamente un hito por estos lados: Una fecha totalmente sold out en Teatro Caupolicán, a tan sólo días del inicio de venta de entradas.
Mucho se habla de fenómenos en la música. Una táctica comunicativa de antaño para destacar a diversos nombres de la industria, pero hay que precisar que es un concepto que ha perdido algo de valor y peso con el tiempo. Sobre todo por la enorme cantidad de artistas que surgen día a día, por lo que el uso de dicha palabra debe ser con pinzas. Bueno, Young Miko sí es un fenómeno en toda su ley, siendo un bálsamo de frescura de la mano de su trap crudo y coqueto, encarnando su sexualidad sin ningún tipo de resquemor, identificándose como lesbiana. Después de todo, tal hecho de por sí solo es una novedad en un sitio tan heteronormado como lo es el reggaetón y el trap –aunque siempre han habido, más ahora, no pretendo maquillar eso en pos de este escrito, pero sí destacar que Baby Miko es una de sus figuras más notorias–.
Dicho eso, no es de extrañar todo el revuelo y hype que revoloteaba por todas partes la noche de ayer en el recinto de San Diego. Pancartas con consignas LBGBTQ+ por doquier, una demografía muchísimo más diversa, el rosado como código tácito del dress code, y mucho, mucho, mucho fanatismo. Una ecuación que explotaría en frenesí, una vez que la puertorriqueña se toma el escenario con «Putero», mostrándose de inmediato de que absolutamente nadie, pero nadie ahí asistió sabiéndose un par de éxitos. En lo absoluto. Cada alma gritó cada uno de los versos cancheros de este tema –y todo el set–, reaccionando con gritos ante la energía y gestos sugerentes de Young Miko.
Por lo demás, uno de los atractivos más importantes de la artista es su flow. Magnético, sutil y robusto, vociferando con una personalidad radiante cada verso y estribillo de hits como «Big Booty», «Dispo» y «Wiggi», dejándole uno que otro punchline a la audiencia que, bueno, aún si se los pidiese o no, gritarían desaforadamente frases icónicas como «Aserejé, ja, dejé. Ella se dejó y yo me la llevé, ah«. Un punto totalmente destacable, puesto que en el vivo muchos artistas urbanos caen en la mala costumbre de descansar demasiado en el público a la hora de cantar sus letras, interrumpiendo muchas veces el flujo natural de sus interpretaciones. Créanme, no es el caso con Baby Miko, y su manejo de masas fue totalmente irrefutable al recurrir a ese recurso u otros.
En ese sentido, la propia sensibilidad de la trapper se hizo ver una y otra vez, como una persona atenta a lo que sucedía. Aún si una ávida fan logró encaramarse en la tarima, la puertorriqueña fue lo suficientemente gentil como para responder su entusiasmo recíprocamente con un abrazo. Aún si habían fans a punto de descompensarse, fue personalmente a atenderlas –junto al staff– para velar por su seguridad. Aún, incluso, si el show ya había terminado, salió tras unos breves minutos para tomarse fotos, dar autógrafos e interactuar con sus seguidoras y seguidores más acérrimos. De ahí que el propio carácter genuino de la artista se viese palpable, al mencionar repetidas veces lo mucho que esperaba volver a Chile y vivir una noche como esta, y agradecer todo el amor que le brindaban de muchísimas formas –como el fan action con las luces de la bandera LGBTQ+–, soltando unas cálidas palabras de agradecimiento por el recibimiento y cariño que le hacían sentir.
Pero bueno, tal y como fue bastante emotivo, también fue una gran fiesta. Lo fuerte que el público coreó canciones como «Chulo Pt. 2» –aquel temazo junto a Bad Gyal y Tokischa–, la temprana «Riri», o sorpresas como «FINA» –tema junto a Bad Bunny que, en sus palabras, como era una noche especial, iba a tocarla en vivo por primera vez aquí–, y «Colmillo» –el tema junto a Tainy, J Balvin y Jowell & Randy–, realmente dejaron en evidencia que, como mencioné antes, Young Miko es un fenómeno que no tiene techo ni límite alguno que la detenga. Y si es que aún así tienen dudas, tan sólo busquen cualquier video en vivo de lo fuerte que sonó «Lisa» en el Caupolicán, marcando un peak absoluto en cada fan gritó religiosamente cada verso de la canción. Estremecedor, e imposible de olvidar, a decir verdad.
Con «Classy 101», aquel tema junto a Feid, dio cierre a un show de una hora que dejó a todo el mundo con ganas de más. ¿Cómo no iba a ser así? Si la historia de esta artista recién está comenzando. Aún falta el primer LP –y un mixtape, porqué no–. Ya hizo sold out teniendo apenas un EP y muchísimos singles y collabs. Esa no la hace cualquiera, y cada rosa y flor que le llegó a la puertorriqueña, cada ovación, cada aplauso y cada sonrisa correspondida tan sólo seguirán aumentando.
Se los digo de inmediato. Young Miko es una de las grandes del género, y ya nos vemos ansiosos por verla en lugares e instancias más grandes, como un Movistar Arena o siendo cabeza de cartel de un festival. Pero por ahora, atesoremos la preciosa y frenética fiesta que nos brindó ayer.
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