Porter Robinson
Live Review

Porter Robinson en Chile: Todo lo que necesitas está aquí

Escrito por Felipe León
Fotos por Andie Borie

Hablar de «Mejor concierto del año» es algo que sin dudas requiere mayor análisis, pero existen ciertos eventos que con tan solo salir del recinto hacen posible esta idea. Una especie de resolución apresurada que no debe ser mirada en menos, pues, a diferencia de la música envasada los razonamientos en vivo son más abiertos a lo emocional, a sentir sensaciones, y desde ahí sacar conclusiones. A lo que voy es que el show de Porter Robinson en el Teatro Coliseo de Santiago rescata una de las cosas que mejor influyen en la percepción misma del directo, que es vivirla, sentirse parte de lo que pasa en el momento.

Porter Robinson

Porque los recintos son importantes, las productoras, el equipo técnico, y obviamente los artistas, pero lo que verdaderamente resulta solvente  es el público. Y cuando se sienten integrados lo más probable es que se lleven parte de ese momento para sus hogares, no solo como un concierto sino que más como un tesoro para sostener la memoria en el tiempo.

El punto de partida estuvo a cargo de Ripio -también conocido por ser parte de Chicarica y por proyectos como Merci Merci-, escogido precisamente como contrapeso a los constantes estímulos emocionales del acto final. En ese sentido, la labor del productor radicó en profundizar la ala más progresiva en lo rítmico, con el fin de entregar un set que generó una respuesta del cuerpo hacia fuera, pero mucho más hacia adentro.

Su participación fue bien recibida por la audiencia, que incluso llegó a gritar su nombre en algunas ocasiones. Gran antesala para lo que se avecinaba aquel jueves 12 de octubre en el Teatro Coliseo.

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Porter Robinson: una experiencia enriquecedora

Tras una participación en Lollapalooza hace 10 años atrás, Porter Robinson atravesó muchas cosas. Desde un bloqueo creativo hasta la concepción de un álbum como Nurture (2021) que impulsaría aún más sus planteamientos sonoros, retomando parte de los aprendizajes que dejó su antecesor de culto, Worlds (2014). Lo cierto es que el dj y productor tenía claro que una fanaticada cada vez mayor esperaba con ansias su retorno, y actuando de forma consecuente con las expectativas, se encargó de reproducir su valioso catálogo de manera extensa.

Lo mejor de todo es que la cantidad de sucesos ocurridos en el concierto no mermaron la calidad de la experiencia, pues aquí está la clave de todo, y tiene que ver con el compromiso que hay detrás del artista por darlo todo. Que cada canción sea algo inolvidable al aprovechar el potencial sonoro, ya sea preciso o expansivo. En ese sentido, la interpretación de canciones como «Something Comforting» equilibran de forma perfecta la precisión, y el dejarse llevar. Por su lado, «Look at the Sky» o «Mirror» tradujeron ese apeal de himno que poseen algunas de sus composiciones. Obviamente, cantadas a todo pulmón por el público. Incluso saltadas como en «Get Your Wish».

Porter Robinson

El subidón emocional fue tanto que con o sin el juego de luces, los efectos en la pantalla, o la puesta en escena en sí, las cosas no habrían sido distintas. Las canciones transmiten demasiado, desde ternura, consuelo, adrenalina, melancolía, y quien sabe cuanto más, porque la apuesta de Porter Robinson remueve algo en el interior de cada persona que disfruta su arte, algo que incluso puede ser obvio. Sin embargo, en un contexto en vivo donde cada alma presente se entrega a la música en forma voluntaria, acorde a su forma de ser, se genera una suerte de colectividad que es difícil de explicar. A no ser que recurramos a lo más subjetivo y emocional.

 

Momentos para la memoria

Da lo mismo si uno ha visto muchos conciertos increíbles en la vida. De cierta forma, Porter Robinson te saca de las casillas, de una manera absorbente y poderosa que se hace imposible no pensar en ello. He ahí momentos altamente sensibles, donde el piano y su voz remueven de los más evocadores sentires, u otros en compañía de la vocaloid Po-uta como «humansongs». Pues, el hecho de que convivan temas como el house orgánico «de do-re-mi-fa-so-la-ti-do» o la glitchera «Wind Tempos», que van de un extremo a otro, junto a carismáticas expresiones con fibra de animé tipo «Musician» resulta enriquecedor a los sentidos.

Porter Robinson

El concierto de Porter Robinson en el Teatro Coliseo traspasó el atractivo que supo consolidar en las ya mencionadas obras Worlds, con alusiones a «Flicker» y «Sad Machine», como al Nurture, claro protagonista de la noche. Ambos trabajos compuestos por un sinfín de referencias que buscan a través de la memoria, de la empatía, la resiliencia, anhelos, y sobre todo la esperanza. Algo que en cierta forma, moldea gran parte de su legado, y que se nota en otros cortes como el cierre con «Shelter», original junto a Madeon.

 

La música salvó mi vida

Canciones que el productor tradujo desde lo inmersivo, utilizando efectos visuales que acompañaron cada uno de los movimientos del productor, el cual se vio en todo momento muy feliz. Conectado con lo que sucedía, con más de una sonrisa y un grito emocionado capaz de alterar aún más el ambiente. Esta respuesta un tanto espasmódica fue algo mutuo, y alimentó todavía más este vínculo que en pocas palabras, se sostiene por una admiración genuina entre ambas partes.

Claro, su fanaticada disfrutó al máximo el espectáculo, la música, sus excentricidades. Pero Porter Robinson demostró ser de esos artistas que igual se debe a su público, sin forzar nada, pero entendiendo la importancia de este, sin subestimarlo, dándole la oportunidad de llevarse algo más que escuchar solo canciones.

¿En qué se sostiene esto? Como el mismo Porter Robinson ha dado a entender «la música salvó su vida». Mucho de eso es mencionado en Nurture, pero al mismo tiempo, es consiente que su música salvó la vida de muchas personas más. Es empático del poder que posee la música como catalizador de un mundo complejo, y a ratos decepcionante, ya que tras estos velos hay ciertas luces que dan esperanza. Este concierto firmó esto con determinación.


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