Escrito por Felipe León
Fotos por Nicolás Rosales M.
No exento de cambios de último momento, la segunda versión del Super Festival contó con todos los elementos para dejar la vara bien alta. Sortear un evento con bajas importantes como Wisin & Yandel, con un cambio de recinto desde el Hipódromo de Santiago hasta el Movistar Arena, no es fácil, y se logró.
Rookie del año
Porque los anuncios de lluvia no serían impedimento para un público que se congregó desde temprano en la gran cúpula del Parque O’Higgins. Diego Smith salía en escena, y había expectación por ver su show. No por nada es una de las figuras nuevas más queridas, lo que se evidenció en la respuesta del público, qué entre cantos y bailes, disfrutó su concierto.
Sintonía con el corazón
Otro de los nombres chilenos que no hace más que crecer es Young Cister, referente importante de la escena urbana local. En ese sentido, el concierto del artista puso en sintonía al público con ese costado más emocional y romántico, a través de hits de reggaetón ampliamente coreados.
Temáticas bailables y un incesante subidón de la temperatura, al ritmo de canciones como «Samurai», “”Te quiero ver”, “Ganas” o “La terapia”. Éxitos que favorecen al estado de gracia creativo en el que se encuentra.
Embajador de la fiesta
Pero lejos de contar con solo cantantes, el certamen sumó a un productor y Dj. Obvio, no cualquiera, pues la inclusión de Pablito Pesadilla coronó la relevancia de estos nombres que muchas veces quedan injustamente relegados a un segundo plano. Por lo mismo, se hace necesario destacar la verdadera fiesta que generó.
El movimiento urbano se sostiene por sonidos como el reggaetón, dembow, trap, EDM o dancehall, todos revueltos en un set idóneo para encender los ánimos. Con Pablito Pesadilla como uno de sus grandes embajadores.
Ultra perreable
Las sorpresas continuaron con la encendida presentación de Lunay, artista puertorriqueño que no dudo un segundo en desordenar el panorama. Tiene credenciales de sobra para hacerlo, porque sus canciones están hechas de la misma materia con la que se fabrican los éxitos: carisma y accesibilidad.
De tal modo que cada interpretación contó siempre con un agregado extra. Un plus que lo vio saltar sobre el escenario, en medio de un sonido más caribeño y soleado del reggaetón. Inmerso en dinámicas ultra perreables que no dudaron en despertar a la audiencia. Pasando por hits como «Bandida» o el remix de «Soltera», de las más cantadas en el Movistar Arena.
Un flow criminal
No es para nada sorpresa lo bien posicionada que está Natti Natasha en el mundo del reggaetón y pop latino. Su música viene sonando fuerte por lo menos 6 años, impulsada por un apertura a abrazar distintas interpretaciones, sin perder el pulso de su propuesta. Por lo mismo, su show fue un acierto total.
El clamor fue una constante que adquiría mayor sentido, a medida que la artista liberaba sus temazos. Una dosis de magnetismo anclado en su versatilidad vocal, donde la personalidad dinámica y efusiva de la cantante fue protagonista absoluta del concierto. Hits como «Sin Pijama”, “Ram Pam Pam» o “Criminal” la avalan.
Es indudable qué Natti Natasha es sinónimo de renovación constante. Sin abandonar su estilo propio, más bien acomodando cualquier influencia a su música. Tal como sucedió en este Super Festival, que fue testigo de la impronta con la que ha construido su carrera.
Vorágine interpretativa
Pero aún quedaban muchas sorpresas. Partiendo por el cantante puertorriqueño Myke Towers, que trajo al Movistar Arena una verdadera delegación de canciones bombásticas con el fin de inundar de sensaciones al público. Desde adrenalina y euforia hasta emoción y romance, en medio de una vorágine interpretativa que fue lejos el centro de atención.
Aquella destreza sobre el escenario viene a nivelar el gran impacto que alcanza en el estudio, siendo notable el hecho de traspasar la fidelidad de lo que busca expresar, sin disipar las novedades que puedan surgir en el instante. Y eso bien lo aprovechó el artista, estando alerta en todo momento de lo que pasa, al señalar un desmayo (de muchos que hubieron) en la primera fila, o bien, constatando los ánimos de la audiencia.
Esa entrega floreció en las canciones de reggaetón apegadas a la primera mitad de su concierto, como es el caso de “Diosa“, “Girl”, “La curiosidad” o “LALA”. También en las de trap y pop rap, sin perder el hilo conductor de la significativa experiencia que Myke Towers ofreció en esta segunda versión del Super Festival.
¿Real hasta qué?
Un show de alto impacto al que le siguió otro igual de potente. Como no, si Anuel AA recibió con pocos días de antelación el llamado a cerrar el evento, demostrando como bien mencionó en varias oportunidades, que es un REAL HASTA LA MUERTE. Pues, muchas complicaciones tuvo que pasar el festival con los cambios de último momento, y no podía ser otro el encargado de cerrar, porque no hay nadie más que comprenda mejor lo que es sortear los obstáculos y triunfar.
Bajo este contexto, el artista salió a repartir hitazos por doquier, generando varios momentos ensordecedores en donde el público se escuchaba casi al mismo volúmen de la música. Desplazándose de un costado al otro del escenario, al ritmo de temas como “Quiere beber“, “Más rica que ayer” o “23 preguntas”, cantados y bailados como nunca.
Anuel AA se mostró bastante comunicativo, hablando entre canciones sobre distintas experiencias y pensamientos. En especial sobre su ida a la cárcel, evento canónico en su carrera que lo devolvió al mundo como el ave fénix, y lo hizo replantearse algunas cosas. Lo suyo es la música, y fiel a ese sueño, se encargó de dejarlo claro en el Movistar Arena, entregando algo real, al más puro estilo de un espectáculo.
Espectáculo que cerró de la mejor manera posible, con Myke Towers y el propio Anuel AA cantando juntos sobre el escenario. Hoy ganó el reggaetón.
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